"Cambio", la palabra más repetida de la campaña andaluza

    • Andalucía es el laboratorio que mide el 'aire' del bipartidismo y el empuje real de los recién llegados.
    • Todos han coincidido en el mismo término, enfatizado en los mitines como un mantra.
El secretario general de Podemos, Pablo Iglesias.
El secretario general de Podemos, Pablo Iglesias.

En Andalucía se juega mañana más que un resultado. El trasfondo de estos comicios, avanzadilla de un año electoral inédito, es sobre todo una medición de fuerzas entre los partidos de siempre y los recién llegados al tablero. También, un termómetro de los propios liderazgos internos, del músculo de las ejecutivas. Una forma de testar el enfado que se presupone en la ciudadanía, el hartazgo a lo establecido, las ganas de ruptura.

Los candidatos trataron de animar ayer el voto de todos. El de los que acudirán a votar por primera vez, el de los electores de base, pero sobre todo, el de los que aún se piensan el sentido de su papeleta. En los indecisos, el 41% según el CIS, podría estar la clave de unos comicios que, también según este barómetro, ganarían los socialistas aunque sin mayoría. Según este barómetro, los socialistas lograrían 44 escaños, 34 el PP, entre 21 y 22 Podemos, y, ya a distancia, 5 Ciudadanos y otros tantos IU.

La intención de Díaz, insistente durante la campaña, ha sido la de gobernar en solitario, incluso aunque ello implique hacerlo en minoría y apoyada en pactos puntuales. Con los presupuestos de este año aprobados, el escollo más comprometido a nivel de gobernabilidad, la ahora presidenta andaluza podría retrasar durante meses sus estrategias postelectorales, muy condicionadas por lo que pase en las municipales e incluso, en las generales.

La posibilidad de un gran acuerdo entre 'populares' y socialistas, una de las opciones rumoreadas desde hace meses y enfatizada en campaña por los partidos que ahora advierten con hacer saltar el bipartidismo, necesitaría contar con el aval de un Ejecutivo mimético en Moncloa. Y eso aplazaría hasta noviembre la definición del Gobierno andaluz. En las quinielas que se apuran en Andalucía estaría también la reedición del acuerdo con IU, pero repetir la misma alianza que Díaz dinamitó en enero con la convocatoria anticipada no parecería muy creíble. Un PSOE-Podemos podría comprometer a Ferraz en futuras estrategias... Ciudadanos podría reservarse la llave andaluza.Todos coinciden en una palabra: "cambio"

"Cambio" ha sido la palabra más insistida durante esta campaña. Ayer, de nuevo, el término volvió a sonar desde las megafonías de los pabellones donde todos apuraban para ganarse al indeciso o aferrar al votante por costumbre convencido. Pero para unos y otros, el sentido de la palabra. Para los socialistas, significa reeditar su presidencia en la Junta y afianzar la indudable influencia que San Telmo siempre ha tenido en la política nacional. Susana Díaz, que en un 'lapsus' dio por supuesto estos días que Rajoy gobernaría otros cuatro años, desea convertir a Andalucía en el frente de batalla contra el PP. Quizás desconfiada de que esa contienda pueda ganarla Pedro Sánchez desde Ferraz.

El secretario general volvió a acompañar ayer a su líder andaluza. En el pabellón deportivo de la Universidad Pablo de Olavide en Sevilla, Díaz le brindó un frío recibimiento. No había sentado nada bien en el PSOE andaluz la intervención del líder, días antes en Vícar (Almería) cuando ofreció a la presidenta quedarse en Andalucía, mientras él hacía lo propio en Moncloa. Sánchez intentó echar tierra por medio y coger cariñosamente el hombro de la candidata, ella le rehuyó con disimulo.

Después, Sánchez aludió a ese cambio, para referirse a dos de sus referentes Felipe González y Alfonso Guerra. "Su lema en el 82 fue por el cambio", recordó el socialista. Él auguró un "cambio seguro en toda España" a partir de estas elecciones.

"Me siento muy orgulloso de Susana Díaz como secretaria general del PSOE-A y como presidenta de la Junta", sentenció, para quitar lugar a las dudas. Después, enfatizó al socialismo andaluz como "baluarte", frente a la "derecha del dolor", y como antídoto contra los "recortes" del PP. Tuvo también palabras para los dirigentes de Podemos, aunque menos, a quienes acusó de sustituir el debate izquierda derecha por un "falso arriba-abajo", y de, considerándose "los de abajo", crear "empresas interpuestas para pagar menos impuestos"Díaz recogió el testigo asegurando que no le hacen daño los que vienen a meterse con ella quince días, sino que los andaluces la miraran a los ojos y le dijeran que les ha fallado. "El próximo domingo hay que hacer historia. Los mejores años de Andalucía empiezan ahora y el domingo", dijo la candidata socialista para cerrar su último mitin. De nuevo, el cambio.

"Hay una gran competencia entre muchos para ver cuál es la muleta del PSOE, aquí no hay muletas, hay cambio", advirtió el presidente del Gobierno ayer desde el Palacio de Exposiciones y Congresos de Sevilla. Rajoy, que se ha volcado en campaña para arropar a un candidato recién estrenado en las lides electorales, clamó con insistencia la palabra ante sus simpatizantes.

Para el PP, el cambio lo representa Moreno Bonilla, la oportunidad para recuperar la presidencia que no pudo asumir Javier Arenas, vencedor de los comicios hace tres años y apartado por el pacto de gobierno entre PSOE e IU.

El presidente del Gobierno ironizó también al asegurar que Díaz tiene "gran competencia" entre otros partidos, en referencia a la posibilidad de que Podemos o Ciudadanos apoyen a la presidenta andaluza para seguir gobernando tras los comicios de este domingo. En esta línea, Rajoy avanzó que los populares no están "para enjuagues ni para ser bisagristas de nadie ni para consolidar a quien lleva treinta años aquí". "Estamos para cambiar las cosas", reivindicó para llamar a "no dilapidar ni un solo voto".

Rajoy se refirió a ambos, sin nombrarlos, como partidos "bisagra" que, dijo, "sólo sirven para cerrar las puertas" a ese cambio pretendido. También criticó expresamente las pretensiones de Díaz en Madrid. "Para algunos primero están las primarias socialistas y, luego, las secundarias andaluzas. Creo que ya hay alguien con la maleta en la puerta para no ir a ninguna parte", avisó.

"Os pido un voto masivo, festivo, positivo, alegre, un voto consciente, responsable y decidido, por el cambio, por vuestros padres, por vuestros hijos, un voto por las nuevas soluciones frente a las antiguas recetas, un voto sereno y moderado pero potente para poder hacer los cambios, os pido algo fundamental, un voto por el futuro", reclamó después Moreno Bonilla.

Desde Sevilla, Pablo Iglesias simbolizó el "cambio" en los abuelos y abuelas andaluces. La alusión personalista levantó al auditorio. "No puedo dejar de pensar en mis abuelas", dijo el líder de Podemos, "Que ahora tienen que ver como a sus hijos los dejan sin trabajo, como sus nietos se tienen que exiliar…". A ellas las animó a ir a votar este domingo, para acabar, hiló después Iglesias, con los "buitres" que han provocado una "época de resignación" en los ciudadanos.

El partido emergente convirtió el velódromo de Dos Hermanas en una escenificación de músculo de cara a las generales. Para ello, empezó por desplazar a Andalucía a su plana mayor. Con el líder estaba también el número dos Íñigo Errejón, Carolina Bescansa o Pablo Echenique, entre otros.

En su discurso de 'lugares comunes' arreciaron las críticas a la casta y a los "patriotas de pulseras de colores". "La patria es la dignidad de la gente. Les esperamos como leonas que defienden a su camada", advirtió Iglesias, que había comenzado su intervención con una libre interpretación de unos versos de Miguel Hernández, "los bueyes doblan la frente, impotentemente mansa, delante de los castigos: los leones la levantan… "

El dirigente dibujó un escenario en el que "los empresarios no tengan que ponerse de rodillas ante un banco rescatado" y con "un Presidente que vaya al Eurogrupo a negociar y no a hablar como una emperatriz a Merkel" y desgranó también los motivos para acudir a las urnas. Uno de los más reiterados estos días, el de enfrentar el presunto acuerdo de gobierno pactado entre populares y socialistas, un mensaje muy insistido durante su campaña. "Lo que quieren es que siga lo mismo: yo en el despacho de Madrid, tú en el de Sevilla. Lo importante es que no gane el cambio".

Pensando en las generales, el dirigente volvió a desdeñar al PSOE, convirtiendo al PP en su único rival político. "Vamos a ganar al PP en España", enfatizó, antes de apelar al voto de las "mayorías sociales". "Aquí cabe todo el mundo. No pedimos el carnet a nadie".

Desde Ciudadanos, también se apeló ayer al cambio.Su líder, Albert Rivera, acompañó al candidato Juan Marín para pedir el voto y cerró de entrada la puerta a los pactos con partidos con los que, dino, "no podemor ir ni a la vuelta de la esquina". El cambio, para el partido de Rivera, pasa por echar a los partidos que califica de la "vieja política", aquella que hace "cálculos antes de que los andaluces voten de cómo se reparten las sillas". La formación ha enarbolado también la palabra con insistencia, no en vano, es propietaria de un dominio en Internet que se denomina precisamente así, elcambio.es.

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