La ceremonia de la confusión política

  • En vez de regalarle un libro sobre baloncesto, Iglesias debió obsequiarle el método Stanislavski. Teatro, lo suyo es puro teatro.

    Acabaran como el asno de Buridán, que por no saber elegir entre dos montones de heno terminó muriendo de inanición.

Pablo Iglesias advierte a Albert Rivera de que será su "sectarismo" el que provoque nuevas elecciones
Pablo Iglesias advierte a Albert Rivera de que será su "sectarismo" el que provoque nuevas elecciones
EUROPA PRESS
José Luis Roig

¡Habemus novum bulla! ¡Tenemos nueva burbuja! Lo anuncio en Latín como si fuera un camarlengo papal porque el asunto tiene su importancia. Esta nueva burbuja no es económica pero sí más dañina para la democracia. Aceptando que la democracia, antes y más profundamente que un sistema de gobierno, es un sistema de valores que demanda una educación político moral. La burbuja que hoy padece España es cien por cien política, y responde a una situación nueva que hemos creado entre todos, unos queriendo y otros sin saberlo, y que se llama “no más bipartidismo, viva el tutti i frutti”.

Sin embargo, han sido ellos, los líderes políticos, los que han convertido esta rara avis en burbuja, es decir, en un fenómeno especulativo que se caracteriza por una subida anormal y prolongada del precio de un activo, en este caso los escaños políticos; y poniendo en peligro con esta actitud el interés general de la sociedad. Para que el fenómeno especulativo tenga éxito hace falta cierto mercadeo que permita “comprar y vender” apoyos para conseguir el fin: que es obtener el Gobierno. Para lo cual todos los medios son lícitos. ¿Todos? Sí, todos. Siempre y cuando los periodistas y la opinión pública no se enteren del mercadeo real ni del precio verdadero. Y por lo visto hasta la fecha, los medios no sólo no se enteran mucho de lo que se cuece en la trastienda, sino que además contribuyen con su compadreo informativo a la ceremonia de la confusión política que estamos sufriendo.

Reloj no marques las horas porque voy a enloquecer… cuando amanezca otra vez y compruebe que seguimos sin Gobierno. Tic-tac-tic-tac… Pablo Iglesias convirtió el sonido angustiante del reloj en una amenaza latente de la llegada de su hora triunfal. Tres meses después, su tiempo se está derritiendo como los relojes de Dalí. Los graves problemas internos de Podemos, que evidencian un serio problema de cohesión política y de liderazgo, y los resultados de las encuestas que le auguran severas pérdidas, le han empujado a interpretar una nueva escena del sofá con Pedro Sánchez. Pero en vez de regalarle un libro sobre baloncesto, Iglesias debió obsequiarle el método Stanislavski. Teatro, lo suyo es puro teatro. Nos han contado grandes milongas y han hecho una vez más las cuentas de la lechera, pero no, los números no cuadran, y las elecciones están igual de cerca que antes.

Los más precavidos o los que sueñan con un gobierno de izquierda radical, dicen que cuando falte media hora para el pitido final, días antes del 29 de abril, llegarán a un acuerdo PSOE y Podemos, porque las circunstancias y las ansias de poder, no el interés general, les obligarán a ello. Pedro Sánchez tiene claro que si no gobierna se va al paro. Por ello se temen en su partido que sea capaz de todo, incluso de dejarse engañar por Iglesias. En el encuentro del miércoles, al líder de Podemos se le notó falsamente “humilde” y algo complaciente. Teatro, lo suyo es puro teatro. Pablemos volvió a lucir la piel de cordero que siempre usa cuando las encuestas le ponen mala cara y le advierten que su popularidad –tic-tac-tic-tac… va de capa caída.

El ciudadano Rivera es un crack en el arte de bañarse y guardar la ropa. Se da un chapuzón con el PSOE, pero teme que Sánchez, del que nadie se fía, le deje desnudo en medio del río. Por eso Rivera vuelve a hacerle guiños al PP. El miedo de todos los partidos y por eso practican tanto el postureo electoral, es tener que volver a elecciones y explicárselo a los españoles. Decirles, mirándoles a los ojos, que su razón no es la razón de Estado, ni la razón de los ciudadanos, sino su razón, la razón partidista, que en España siempre huele a razón revanchista. Reloj no marques las horas porque voy a enloquecer…

Por una vez y sin ánimo de ofender a Armando Manzanero, dejaría que el reloj marcara las horas. Las marcara y las anunciara a bombo y platillo para ver si se enteran los políticos y rompen de una vez esta burbuja absurda que tiene a los españoles hastiados. Es más, creo que sería bueno que, por ejemplo, lainformacion.com pusiera debajo de su cabecera o en un lugar bien visible un contador de los días y las horas que llevamos desde las elecciones del 20-D sin que estos políticos nuestros de cada día sean capaces de tomar una solución: pactar o convocar elecciones ya. Quizá si ven un marcador que les recuerde constantemente el paso del tiempo y los muchos días que llevan mareando la perdiz, se pongan manos a la obra y dejen de interpretar el papel del perro del Hortelano. Aunque me temo que acabarán más bien como el asno de Buridán, que por no saber elegir entre dos montones de heno terminó muriendo de inanición.

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