Combatir violencia y narcotráfico, reiterada promesa oficial a los hondureños

  • Hace unas cuatro décadas el narcotráfico comenzaba a asomarse en Honduras con ocasionales pero espeluznantes crímenes que, para algunos analistas, marcaban el inicio de un problema de consecuencias impredecibles, cuyo combate se ha convertido en una constante de las promesas oficiales.

Germán Reyes

Tegucigalpa, 1 feb.- Hace unas cuatro décadas el narcotráfico comenzaba a asomarse en Honduras con ocasionales pero espeluznantes crímenes que, para algunos analistas, marcaban el inicio de un problema de consecuencias impredecibles, cuyo combate se ha convertido en una constante de las promesas oficiales.

En muchos casos, no solamente falta la voluntad política de las autoridades locales, sino que los narcotraficantes han estado operando desde los mismos cuerpos de seguridad y órganos de Justicia del Estado hondureño.

Casos recientes, como el del tráfico de más de siete millones de dólares, ocultos en varias maletas, que lograron pasar los supuestos rigurosos controles del Aeropuerto Internacional de Toncontín (Tegucigalpa) con destino a Panamá -un caso que solo trascendió cuando las autoridades panameñas lo descubrieron- se han convertido en sonados escándalos para el país.

No menos asombroso fue el robo de una avioneta en noviembre de 2010, incautada en 2008 como sospechosa de estar ligada a presuntos actos de narcotráfico, de las instalaciones de la Fuerza Aérea Hondureña en San Pedro Sula, en el norte del país, mientras que paralelamente abundan las denuncias de propiedades privadas en las que aterrizan avionetas cargadas de cocaína.

Durante los gobiernos que presidieron Manuel Zelaya, derrocado el 28 de junio de 2009, y el de Porfirio Lobo, que concluyó el pasado 27 de enero tras un mandato de cuatro años, los hondureños volvieron a escuchar las trilladas promesas de que la corrupción, el narcotráfico y la pobreza, entre otros flagelos, serían combatidos.

Han transcurridos ocho años y en Honduras la violencia criminal ha llegado al grado de que un promedio de 20 personas son asesinadas diariamente, el narcotráfico se ha hecho sentir con más fuerza y la pobreza, que afecta al 70 % de los 8,5 millones de hondureños, no se ha reducido.

Si de excusas se trata, lo que casi siempre se alega es que el país no tiene radares, que los cuerpos de seguridad no tienen la logística y personal suficientes y que Estados Unidos no ayuda lo suficiente aunque sea el principal consumidor de cocaína.

Una fuente militar hondureña, que pidió la reserva de su nombre, comentó a Efe que "todas las autoridades saben cómo y por dónde circula la cocaína en Honduras" y que "el problema es que no ha habido voluntad política y valor suficiente para frenar algo que ahora es como un monstruo de mil cabezas".

Incluso varios sectores han denunciado que el narcotráfico estaría financiando, desde hace varios años, campañas políticas de candidatos a cargos de elección popular, mientras que el Tribunal Supremo Electoral (TSE) no presenta resultados de algunos de los lugares controlados por agentes del narcotráfico.

En varias regiones del interior del país hay periodistas locales que ya no transmiten a los medios grandes de las ciudades más importantes del país las noticias sobre narcotráfico, por temor a ser asesinados.

El nuevo presidente de Honduras, Juan Orlando Hernández, quien asumió el poder el pasado 27 de enero, también ha prometido combatir la violencia, la criminalidad y el narcotráfico, para lo que ha pedido todo el respaldo del Ejército y la Policía Nacional.

En el discurso del día de su investidura, Hernández dijo que "Honduras pasa por uno de los momentos más difíciles de su historia en materia de seguridad" y que "por aquí pasa el 80 por ciento de la droga que va para Norteamérica, dejándonos una estela de muerte, corrupción, impunidad y dolor que es intolerable".

"Por eso hemos iniciado conversaciones con el presidente Juan Manuel Santos de Colombia, y el presidente Enrique Peña Nieto de México, así como con los demás presidentes de Centroamérica para aumentar la colaboración entre nuestros países", indicó Hernández.

Además, dijo que Honduras necesita enfocarse más "en la incidencia de la droga, el narcotráfico, el crimen organizado y el lavado de activos sobre la inseguridad y el delito" y que, "si no existiera el problema de la droga", Honduras no estaría "entre los países más violentos del mundo".

"En consecuencia, cero tolerancia. Así como lo escuchan y punto", enfatizó el presidente en su mensaje al crimen organizado y el narcotráfico.

Hernández también invitó al Gobierno de EE.UU. que preside Barack Obama y al Congreso de ese país a que "reconozcan este principio de responsabilidad común compartida para trabajar en conjunto" en el combate de la droga.

Y añadió que le parece "un asunto de doble moral que mientras nosotros ponemos los muertos y peleamos con escasos recursos propios, el tema de la droga para Norteamérica sea sólo un tema de salud para su pueblo, mientras que para los hondureños y el resto de los hermanos centroamericanos es un asunto de vida o muerte".

Palabras más, palabras menos, se escuchan de los presidentes de Honduras cada cuatro años para frenar la delincuencia, el crimen, el narcotráfico, la pobreza, la corrupción, el desempleo, el analfabetismo y otros problemas, pero la situación del país en algunos casos no mejora, sino que empeora.

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