Cuando las "jaimas" son un negocio político en la campaña electoral mauritana

  • Las "jaimas" de alquiler han vuelto a erigirse en negocio político ante la campaña electoral mauritana para los comicios legislativos y municipales del 23 de noviembre próximo, marcados por el boicot de buena parte de la oposición.

Maarouf uld Daa

Nuakchot, 18 nov.- Las "jaimas" de alquiler han vuelto a erigirse en negocio político ante la campaña electoral mauritana para los comicios legislativos y municipales del 23 de noviembre próximo, marcados por el boicot de buena parte de la oposición.

En este país sahariano, donde las tiendas de campaña son un símbolo de identidad de un pueblo que no olvida que fue nómada, éstas se convierten en una "sala electoral de alquiler" en cada cita electoral.

Sukaina, una mujer de más de 60 años, monta su jaima ayudada por sus tres hijas al lado de la carretera en la popular plaza de El Mina: "Aún no sé con qué colores partidistas voy a decorar la tienda, eso dependerá de quien me pague más", explica a los curiosos.

Sukaina es una de las tantas mujeres que encuentran en las campañas electorales una ocasión de hacer dinero alquilando sus jaimas a políticos pudientes. "A mí me costó 50.000 uguiyas (135 euros), ahora la pongo en alquiler y, una vez celebradas las elecciones, la utilizaré en mi propia casa", dice en referencia al hábito mauritano de utilizar las tiendas como lugar de asueto, aunque sea en el jardín de la propia casa.

El negocio funciona del siguiente modo: el político aporta a la jaima un altavoz y equipos de sonorización para difundir música atronadora, considerada necesaria para atraer a la juventud, y paga a la propietaria por la tienda más una suma para que ella aporte el té y galletas indispensables en todo acontecimiento social.

"Pero esto ya no es lo que era, cuando los políticos pagaban sus buenos dineros en campaña", recuerda nostálgica Aminatu mint Sdiya, de 55 años, en el llamado "cruce de Madrid", ante una fila de jaimas suntuosamente amuebladas. "Se nota que la competencia no es tan feroz y que los candidatos no nadan en oro", se lamenta.

Y es que las elecciones han sido boicoteadas por la Coordinadora de la Oposición Democrática, que agrupa a la mayoría de partidos progresistas pero no a los islamistas.

Pero ello no ha impedido que se presenten 440 listas a los comicios legislativos y 1.100 listas a los municipales, según cifras de la Comisión Electoral Nacional e Independiente.

Mint Sdiya cuenta que el alquiler de la tienda en esta campaña actual varía entre los 10.000 y los 25.000 uguiyas (25 a 62 euros) en función del barrio en que se levante, cifras bastante menores que las registradas en las elecciones presidenciales de julio de 2009.

En aquella fecha, toda la clase política participó en una de las citas más reñidas, que opuso al presidente Mohamed uld Abdel Aziz (finalmente ganador) al histórico opositor Ahmed uld Dadah y al presidente de la Asamblea Nacional Masud uld Buljeir.

En estas jaimas electorales también se cumplen ciertos principios del marketing: así, lo que verdaderamente atrae a los paseantes no es el programa electoral ni los mensajes políticos, sino la música difundida por los potentes altavoces y los juegos de luces que rodean en hileras las tiendas, y que son más llamativos que las fotos de los candidatos.

Es frecuente que los candidatos más pudientes organicen además sesiones de danza folclórica u occidental para atraer al gran público, sediento de espectáculos en una ciudad donde los lugares de ocio se cuentan con los dedos de la mano.

"Nos ganamos un dinerillo extra recogiendo los billetes que el público acostumbra a lanzar a los y las bailarinas más entregadas; les damos una parte a los bailarines y el resto es para nosotros, como organizadores", dice Hapsa Dieng, propietaria de una jaima en el barrio popular de Ryad, al sur de Nuakchot.

El Estado mauritano ha garantizado apoyo financiero a todas las listas de candidaturas municipales, y es obvio que ese apoyo acaba pagando muchas de las jaimas.

Sin embargo, la oferta es mayor que la demanda en esta austera campaña y son abundantes las tiendas que permanecen vacías, sin haber podido seducir a ningún político.

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