31 de diciembre: la peor noche del año, también para Pablo Iglesias

  • La olla express en que han convertido Podemos sube cada día más de presión. Con la excusa de yo soy de Pablo y yo soy de Errejón, el pim-pam-pum mediático y tuitero no se detiene.

    Detrás de las palabras está la lucha real y fratricida de dos proyectos políticos distintos, hasta ahora compatibles, pero que parece que ya no lo son tanto, o al menos no lo son los dos líderes que los representan.

Iñigo Errejón y Pablo Iglesias.
Iñigo Errejón y Pablo Iglesias.
José Luis Roig
José Luis Roig

La última semana del año suele moverse entre lo excitante y lo agobiante. Excitante porque todo el mundo parece dispuesto a invitarte a tomar una copa para celebrar que el año termina pero la vida sigue y ellos también. Lo de agobiante es por la angustia de rematar bien el año, de querer tenerlo todo controlado y bien preparado antes de que nos den las uvas, incluidos los insufribles balances anuales de la empresa.

Sin embargo, si esta semana es taquicárdica la noche del 31 de diciembre es insufrible. Sin duda alguna, la peor noche del año para pasarlo bien y disfrutar de la alegría y la diversión. Millones de seres agitados por la histeria colectiva se lanzan a la calle a gozar la última noche del año como si fuera obligatorio pasárselo bien, o si fuera la única noche en la que estuviera permitido disfrutar. Error inmenso error. Quizá si uno tiene menos de 20 años puedas necesitarlo, pero hoy, por suerte o desgracia, todos los fines de semana son nochevieja para los mayores de 21 años.

La sobrevalorada madrugada del 31 es la peor del año por múltiples razones. Todos los lugares –públicos y no públicos- están repletos de gente con ganas de felicitarte el año nuevo y besuquearte para demostrar lo inmensamente felices que son, aunque no lo sean o no te conozcan de nada, ni les importes un comino pasado mañana. Además de estar repletos, los bares, restaurantes, discotecas, etc., te pegan la gran “clavada” del año.

Quieren  hacer su agosto en diciembre, y lo consiguen gracias a unos precios que no se los salta ni un torero ni un inspector de Hacienda. Con la excusa de que es día 31 te cobran el cuádruple cuando ellos ni pagan el doble al personal. Pero esa noche hay barra libre para la picaresca y para los abusos de todo tipo. Salvo los que están de guardia, que tienen que seguir cumpliendo con su deber, aunque el mundo se haya vuelto loco.

Otros inconvenientes de la noche más estúpida del año. El número de borrachos y borrachas por metro cuadrado crece exponencialmente tanto que fácilmente acabará usted teniendo problemas con alguno de ellos; o peor, acabará como uno de ellos cantando en medio de la calle  “I want to break free” o, según el grado etílico, “Como una ola”. Por no hablar de los inconvenientes de tomar un taxi, de circular con cordura, de disfrutar con normalidad de una buena copa, de conseguir que la noche sea realmente gozosa y feliz.

Digo todo esto aún sabiendo que la gente es muy buena, muy responsable, muy mayor de edad. También sé que la gente de Podemos es muy buena y muy responsable, y mira tú cómo están y cómo van a terminar el año, a torta limpia.  Y si no que se lo pregunten a José Manuel López, portavoz de Podemos en la Asamblea de Madrid, que fue cesado diez minutos antes de una reunión y en vísperas de Navidad por ser “errejonista”.

La olla express en que han convertido Podemos sube cada día más de presión. Con la excusa de yo soy de Pablo y yo soy de Errejón, el pim-pam-pum mediático y tuitero no se detiene.  Pero Iglesias, el líder arrogante y todo poderoso, está forzando demasiado su maquinaria contra el “número dos” del partido, y ya se oyen las temidas voces de las bases que cuestionan la campaña contra Errejón, y hablan de un “bullying barato” contra “el compañero Íñigo”.

Pablo Echenique e Irene Montero han tenido que salir a explicar sus ataques en una campaña de desprestigio bautizada en las redes como “Iñigo así no”.  Pero detrás de las palabras está la lucha real y fratricida de dos proyectos políticos distintos, hasta ahora compatibles, pero que parece que ya no lo son tanto, o al menos no lo son los dos líderes que los representan.

Las luchas de poder están servidas y no parece que vayan a terminar ni tan siquiera el 31 de diciembre, cuando Pablo Iglesias se coma las uvas sin tener nada claro si 2017 será su mejor año. O si, en cambio, su amigo del alma, Íñigo Errejón, le disputará con sus ideas de partido transversal y su cara de buen chico con ojos azules, el codiciado trono de Podemos. Ah, las uvas de la ira y de la envidia, cuan perversas son. Esto sí que es un juego de tronos y no la serie esa de la HBO que vemos en la tele. 

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