Dos presos llevan 40 años aislados en eeuu, según amnistía


Amnistía Internacional (AI) ha pedido al Estado de Luisiana (Estados Unidos) que elimine de inmediato el régimen de aislamiento al que tiene sometidos a dos reclusos desde hace casi 40 años.
AI afirmó que Albert Woodfox, de 64 años, y Herman Wallace, de 69, fueron puestos en lo que se denomina "Restricción de Celda Cerrada" en la Penitenciaría Estatal de Luisiana desde que fueron condenados por el asesinato de un guardia de la prisión en 1972. Salvo periodos muy breves, desde entonces permanecen en régimen de aislamiento.
La directora adjunta del Programa para América de Amnistía Internacional, Guadalupe Marengo, señaló que el trato al que han sido sometidos Woodfox y Wallace en las últimas cuatro décadas es "cruel e inhumano y constituye una violación de las obligaciones contraídas por Estados Unidos en virtud del derecho internacional".
"No sabemos de ningún otro caso de Estados Unidos en el que se haya sometido a personas a un contacto humano tan restringido durante un periodo tan prolongado", añadió.
Amnistía denunció que las autoridades de Luisiana no han llevado a cabo una revisión significativa de la imposición de régimen de aislamiento a estos dos hombres y que el único motivo que se ha dado para mantener a estos hombres en estas condiciones ha sido el "carácter del motivo de la imposición original".
Los dos reclusos fueron detenidos originalmente por robo a mano armada. Ambos permanecen 23 horas al día recluidos en sus celdas, que miden 2x3 metros. Cuando el tiempo lo permite, pueden salir al exterior tres veces por semana para una hora de ocio en solitario en una pequeña jaula al aire libre.
Durante cuatro horas semanales, se les permite salir de su celda para ducharse o para caminar en solitario a lo largo del pasillo de la unidad de celdas. Además, se les restringe el acceso a libros, periódicos y la televisión y en las últimas cuatro décadas no se les ha permitido en ningún momento trabajar o tener acceso a educación.
Según AI, la interacción social de ambos se ha limitado a visitas ocasionales de amigos y familiares y a llamadas de teléfono limitadas. También se les ha negado una revisión significativa de los motivos de su régimen de aislamiento.
Amnistía señaló que nunca se han encontrado pruebas materiales que los vinculen con el asesinato del guardia, se han perdido pruebas de ADN potencialmente exculpatorias y las condenas se basaron en testimonios cuestionables proporcionados por otros reclusos.
Durante los años de litigio sobre estos casos, han surgido documentos que sugieren que el testigo principal fue sobornado por funcionarios de la prisión para que prestara declaración contra los dos hombres y que la fiscalía ocultó pruebas sobre el testimonio perjuro de otro recluso. Otro testigo se retractó más tarde de su declaración.

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