Ein Hijleh, aldea "resucitada" y símbolo de la no violencia palestina

  • Resuelto a recuperar bajo la bandera de la "no violencia" las tierras que un día les arrebataron, un grupo de palestinos se ha asentado en la antigua aldea de Ein Hijleh, un pedazo despoblado y fantasmal de Cisjordania desde que quedara bajo administración militar israelí.

María Sevillano

Ein Hijleh (Cisjordania), 6 feb.- Resuelto a recuperar bajo la bandera de la "no violencia" las tierras que un día les arrebataron, un grupo de palestinos se ha asentado en la antigua aldea de Ein Hijleh, un pedazo despoblado y fantasmal de Cisjordania desde que quedara bajo administración militar israelí.

Con Jordania y las dunas del desierto de fondo, las actividad en esta localidad cananea, "resucitada" el pasado viernes, vuelve a despertar con una rutina olvidada.

Un vecino se toma la tensión en las instalaciones médicas, mientras otros reforestan la zona con naranjos y preparan la comida en la cocina común, supervisados por dos voluntarios que descansan en improvisadas hamacas.

"Nos sentamos cada día para organizarnos y dividir las tareas", explica a Efe Mahmud Zwareh, líder del Comité de Lucha Popular de Al Masara, una de las localidades palestinas que participa en la resistencia no violenta a la ocupación.

"Algunas de las casas ya están rehabilitadas y hemos empezado a trabajar con la idea de que vivimos aquí," agrega en medio de una inusual expectación.

La mañana avanza y un grupo de diplomáticos europeos, miembros del Parlamento israelí y de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) curiosean en las calles, decididos a conocer mejor esta iniciativa de los movimientos sociales palestinos.

Su motor es la plataforma Comité de Coordinación de la Lucha Popular, que decidió "reocupar" Ein Hiljeh como parte del plan "Melh al Ard" (la sal de la Tierra).

Con el, pretenden movilizar a los población para que retome el territorio que un día habitó y se convierta así "en la verdadera sal de sus tierras".

Desde que se plantaran en sus ahora activas calles, permanecer es su principal afán.

Una meta dificultada por algunos ataques y la mirada constante del Ejército israelí, que desde la repoblación controla los movimientos de los asentados, de quienes tratan de alcanzarlo o abandonarlo, además del suministro de provisiones.

Sin embargo, y según fuentes de la organización, en las reuniones de la Unidad de Coordinación entre el Ejército israelí y las fuerzas de seguridad palestinas, el primero ha reconocido la iniciativa como pacífica y no ha emitido órdenes de evacuación.

Los terrenos fueron elegidos por ser propiedad de la Iglesia ortodoxa, cuyo representante en Tierra Santa, Teodoro III, visitó Ein Hijleh para extender su apoyo.

Durante su estancia, los organizadores aprovecharon para denunciar la imposibilidad de alcanzar la solución de los dos estados si el disputado Valle del Jordán permanece bajo control israelí.

El valle del río Jordán, en el este de Cisjordania, forma parte del territorio ocupado por Israel en la Guerra de los Seis Días y en el que los palestinos aspiran a declarar su estado independiente.

Israel, que según la ONG israelí de derechos humanos Betselem ha derribado 27 casas palestinas y desplazado a 65 personas durante enero en el valle del Jordan, se resiste a desmantelar las colonias y pretende una presencia militar prolongada ante un futuro acuerdo de paz, alegando razones de seguridad.

Los organizadores animaron también a los diplomáticos europeos a unirse a la estrategia BDS (boicot a Israel) tras recordarles que la UE consume el 80 por ciento de los productos provenientes de los asentamientos, ilegales según el derecho internacional.

También presente, Walif Asaf, ministro de Agricultura de la ANP, se mostró favorable a esta "lucha por el pueblo palestino, su independencia y contra la confiscación de tierras".

"Esta zona es muy importante para las negociaciones. No habrá un estado palestino sin el valle del Jordán, una de las principales zonas estratégicas para agricultura y los recursos naturales", aseveró, antes de resaltar su relevancia económica en la garantía de un estado sostenible.

"Puede ofrecer a la economía palestina hasta 1.000 millones de dólares, más de lo que recibimos de los donantes y es nuestra frontera con el exterior; lo necesitamos", agregó.

Aparte de los soldados, activistas y algunos colonos despistados que se toparon con el pueblo por error, Israel también estuvo presente.

Hana Swaid, político palestino-israelí y miembro de la Kneset por el partido de izquierdas Hadash (Frente Democrático para la Paz y la Igualdad), no dudó en elogiar la estrategia y animó a otros políticos israelíes a hacerlo.

"Quería venir aquí y alabar esta iniciativa llevada a cabo por los palestinos para defender sus derechos. Los colonos israelíes tratan de matar cada pulgada de la ocupada Cisjordania construyendo asentamientos", criticó.

"Creo que los palestinos tienen derecho a reasentarse en sus pueblos y crear otros nuevos porque somos los dueños nativos de esta tierra", concluyó.

Cuando la noche cae sobre Ein Hijleh, las hogueras se encienden y se proyectan películas sobre una pantalla blanca en la que los residentes intentaron -sin éxito- ver partidos de fútbol.

"No pensamos si seremos evacuados o no. Ahora la vida se desarrolla de manera natural, como en un verdadero pueblo, y eso nos hace felices", apostilla Mahmud.

Mostrar comentarios