El alcalde bogotano, el exguerrillero Petro, inicia ambicioso plan de desarme

  • El alcalde de Bogotá y exguerrillero del M-19, Gustavo Petro, puso hoy en marcha una ambiciosa campaña de desarme que comenzó con la prohibición total del porte de armas en esta capital, donde en 2011 se registraron 1.632 homicidios.

Esther Rebollo

Bogotá, 1 feb.- El alcalde de Bogotá y exguerrillero del M-19, Gustavo Petro, puso hoy en marcha una ambiciosa campaña de desarme que comenzó con la prohibición total del porte de armas en esta capital, donde en 2011 se registraron 1.632 homicidios.

"Nadie puede andar armado en la ciudad, ni en la calle, ni en lugar público, ni en establecimiento público; sea esa arma legal, con salvoconducto, o no lo sea; sea de fuego, o no lo sea. A partir de hoy está restringido el porte de armas", anunció Petro.

El alcalde eligió El Amparo, una barriada de la localidad de Kennedy, para poner en marcha la campaña "¿Armar o Amar?", precisamente en la zona de Bogotá donde se presentan los mayores índices de violencia y pobreza, con alrededor de 1,5 millones de habitantes, más que en muchas capitales regionales del país.

Entre calles sin asfaltar, los habitantes de El Amparo instalaron una humilde carpa, a la que se encaramó Petro para escuchar a los vecinos, para pedirles que digan "adiós a las armas", entre casas de ladrillos sin terminar y al lado de una laguna, donde los residentes del barrio aseguraron a Efe que a menudo son arrojados cadáveres.

Un barrio donde los perros callejeros campean a sus anchas, mientras los vecinos se atrincheran en sus hogares al anochecer por el temor a los delincuentes y a los traficantes de droga.

En ese ambiente, Petro recordó sus orígenes y su pasado como guerrillero, para dejar claro que con las armas no se llega a ningún lado.

"Yo un día las tuve, quizás alguno de los presentes las han tenido; y sabrán, como yo, que las armas no son buenas consejeras, que hacen daño, que las armas nos dieron algún día la independencia pero no nos dieron la libertad", argumentó.

Petro insistió en que Colombia "desde hace dos siglos no es más que una situación de violencia", al reconocer que la prohibición de portar armas no va a acabar con esa situación, pero sí va a levantar "los primeros pilares para que cese la violencia".

Y "¿para qué?", se preguntó, antes de responderse a sí mismo: "para que se acabe la cultura machista de que como estoy armado soy más que el otro".

También "para que se nos acabe la tesis de que la única manera que tenemos para resolver nuestros conflictos vecinales, a veces de pasiones, no termine con la muerte de alguien, con la muerte de la mujer".

"Eso se llama cultura de la paz", insistió.

Petro ahondó en las razones por las que decidió que fuera en El Amparo la puesta en marcha de su campaña. Y es que allí se encuentra Corabastos, el mercado mayorista de alimentos más grande de Colombia, nacido en los años 70 del siglo pasado.

Relató cómo había cambiado la vida del barrio desde entonces: "al principio eran campesinos, después vinieron los importadores; después, al lado, los lavadores de dólares (...) amenazando, cobrando el 10 %, y entre los camiones de yuca, cebolla y papa, la cocaína, las armas, la mafia".

"¿La violencia surge del simple ciudadano pobre o de mafias muy poderosas?", volvió a preguntarse Petro, para llegar a la conclusión de que persisten los vínculos entre las mafias y la política.

Acompañado por altos mandos del Ejército y la Policía, en una rueda de prensa posterior, Petro detalló que la tasa de homicidios en Bogotá es de 22 por cada cien mil habitantes y que en 2011 fueron asesinadas 1.632 personas, de ellas, un 10 % por armas de fuego legales.

Y fue en los alrededores de Corabastos, donde se produjo el mayor número de muertes violentas.

En la capital colombiana hay registradas 161.082 armas legales, y, según Petro, está demostrado que "el circuito de las armas ilegales se nutre del circuito de las armas legales".

"¿Cuántas armas ilegales puede haber?", insistió Petro, para ser muy claro después: "cualquier cálculo que ustedes hagan, evidencia que estaríamos en una sociedad relativamente armada", lo que supone una "enorme peligrosidad".

Por eso pidió a los bogotanos que guarden las armas "debajo del colchón, o quizás más lejos aún, porque debajo del colchón no dejan hacer lo que se hace encima del colchón: el amor". EFE

erm/jrh

Mostrar comentarios