El bipartidismo desnuda sus carencias en un debate bronco y sin ideas

    • En realidad, Sánchez realizó una descalificación de la legislatura del gobierno, significada en su primer ministro. Recordaba al "Váyase sr. González" de Aznar.
    • Los líderes dePSOE y PPinvirtieron ayer demasiado tiempo en ellos y pocos minutos en mirar a la España real, bastante doliente por cierto.
Rajoy sentándose antes del comienzo del debate cara a cara (Foto: José González)
Rajoy sentándose antes del comienzo del debate cara a cara (Foto: José González)

Los líderes de los partidos que han gobernado en las últimas décadas en España olvidaron ayer que ya no están solos en cabeza. Dicho de otra manera, el bipartidismo mostró sus carencias volviendo al argumento personal y minimizando sus aportaciones para los próximos años.

Tantos años de González y Aznar, y de Zapatero ó Rubalcaba y Rajoy, tiene este riesgo: hay gente empujando por detrás con nuevas propuestas y y la mesa a dos los cortocircuita.

El líder socialista fue el principal culpable de este sesgo, al acusar con dureza a Mariano Rajoy de corrupción, hasta dedicar muchos minutos al caso Bárcenas, en detrimento de temas como el catalán y otros que ponía sobre la mesa el moderador.

Sus intervenciones fueron anoche más propias de una moción de censura, y Rajoy le reprochó no haberla interpuesto si pensaba que el actual presidente no debía continuar sen su puesto.

En realidad, Sánchez realizó una descalificación de la legislatura del gobierno, significada en su primer ministro. Recordaba al "Váyase sr. González" de Aznar.

Pero Rajoy se hartó de la ofensiva embarullada y de la acusación de indecencia -"hasta aquí hemos llegado"-, y sucedieron dos cosas: la primera, defensa de su honorabilidad puesta en tela de juicio, y la segunda, contagiarse del estilo de Pedro Sánchez hasta casi olvidar la necesidad y la conveniencia de apuntar ideas innovadoras para los próximos años.¿Ganaron votos de indecisos?

Probablemente, Rajoy y Sánchez se convencieron ayer a sí mismos y desde luego a sus leales, y salieron satisfechos, pero¿ganaron votos de indecisos o de gente que, según las encuestas, apoya con porcentajes en torno a un 20 por ciento a Albert Rivera y a Pablo Iglesias? Dudoso.

Era casi imposible que Sánchez lo hiciera, obcecado como estuvo en llegar al cuerpo a cuerpo. Y Rajoy intentó parar los golpes, esperados, y sintetizó, al menos en tres ocasiones, sus objetivos si es presidente: lucha conta el desempleo, pensiones y servicios públicos: combate contra el terrorismo, y unidad de España sin fisuras.

Sin embargo, el líder popular no aludió a medidas regeneradoras ó innovadoras, un asunto en el que no sorprendió a nadie. Ayer no se oyó hablar de independencia de la Fiscalía y del Poder Judicial, de reforzar la separación de poderes, de cómo elaborar una nueva ley Electoral, de políticas familiares o natalistas en momentos de crisis demográfica, de monopolios televisivos o energéticos, ni de puertas giratorias, ni de tantos asuntos. Quizá Albert Rivera y Pablo Iglesias sonreirían satisfechos.

Disculpa de algún modo a Sánchez que no sólo tenía que mirar a Rajoy, sino a los líderes de Ciudadanos y Podemos, que le pisan los talones. Y a Rajoy que tuviera que emplearse a fondo en defenderse ante un Sánchez incisivo. Pero no son razones suficientes.¿La España real y doliente?

Ayer era un día para un discurso de Estado, en momentos de fuertes tensiones internacionales y amenazas terroristas, y de crisis interna de valores soslayada por los excelentes datos macroeconómicos, que no micros.

Los líderes de PSOE y PP invirtieron ayer demasiado tiempo en ellos y pocos minutos en mirar a la España real, bastante doliente por cierto. Porque gobernar España no es sólo conseguir buenos datos económicos macro, que deben llegar cuanto antes a todos, sino profundizar en nuestra democracia y en las libertades, en todas, y defender a los más débiles. Y hacer oposición no es golpear e insultar al contrario. El bipartidismo mostró ayer sus flancos.

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