El congreso obliga a sus visitantes a vestir de forma decorosa


Un grupo escolar ha sido la primera víctima en 2012 de las reglas sobre vestimenta "decorosa", que se aplica con rigor en el Congreso de los Diputados desde los tiempos en que José Bono era su presidente. Así, la semana pasada sólo pudieron acceder a la Cámara Baja los jóvenes que vestían pantalón largo. Los demás se quedaron fuera esperando a que sus compañeros saliesen y les prestaran la indumentaria adecuada para poder acceder ellos. El cambio de ropa se produjo en la calle, en plena Carrera de San Jerónimo.
Las normas sobre vestimenda "decorosa" para acceder al Congreso las acordó la Mesa de la Cámara Baja el pasado 21 de junio de 2011, con el impulso del entonces presidente del Congreso, José Bono, que hizo de este asunto su particular caballo de batalla.
La aplicación de estas reglas evidencia que el actual presidente del Congreso, Jesús Posada, refrenda lo hecho por su antecesor. Así, el secretario general del Congreso recordó en una circular que las normas sobre el vestir dictadas el pasado año siguen vigentes, para todo el que transite por las instalaciones parlamentarias.
Ha bastado que comenzara a apretar el calor para que se produjeran los primeros conflictos. La pasada semana un grupo de estudiantes que tenía visita concertada tuvo que dividirse en dos para poder hacer el recorrido, después de que se impidiese la entrada a los alumnos que llevaban pantalón corto.
La solución al problema pudo ser imaginativa, pero quizá no se ajusta al "decoro" que con tanto celo trata de proteger el Parlamento dentro de sus centenarias paredes porque obligó a los estudiantes a intercambiarse la ropa en medio de la calle
Allí, enfrente mismo de los leones Daoiz y Velarde y ante la mirada asombrada de los transeuntes, procedieron a quitarse pantalones y faldas para intercambiarlas con los que iban de corto.
Alguna muchacha recurrió, incluso, a un socorrido pareo para hacerse una falda improvisada y, ya vestidos adecuadamente, pudieron hacer el recorrido por las instalaciones del Congreso.
La Cámara explicitó en su momento su intención de regular "unos criterios, mínimos pero claros", que permitieran "compatibilizar" la imagen que "cada ciudadano quiera tener con el respeto a la dignidad y decoro de la Cámara".
En concreto, establecía la prohibición de "acceso a las tribunas públicas durante la celebración de sesiones a quienes no vistan pantalón largo o falda. Igualmente no se permitirá el acceso a los hombres en camisa sin mangas o camiseta de tirantes". Estas normas se comunican a los grupos y colectivos que visitan la Cámara.
Los ujieres son los encargados de velar por el cumplimiento de estas normas e "impedirán la entrada a quienes no se adecúen a las mismas".
LISTA NEGRA
La aplicación de estas normas originó una auténtica rebelión entre los trabajadores del Congreso el pasado verano. Fueron muchos los que denunciaron "arbitrariedad" en su aplicación.
Mientras a los diputados se les hacía una advertencia verbal, pero se les permitía la entrada; a los trabajadores de la Cámara se les apuntaba en una especie de "lista negra" que los ujieres entregaban a Gobierno Interior, y a las visitas, simplemente, se les impedía el paso.
Se llegó a dar la curiosa circunstancia de que algún diputado accedió el pasado verano a las instalaciones del Congreso en bermudas, polo y sandalias, ya que como representantes democráticos no pueden tener prohibido el paso.
Durante el debate de estas medidas en la Mesa del Congreso se planteó incluso impedir la entrada a personas que llevaran sandalias, pero la propuesta no salió adelante por la oposición de Ana Pastor (PP) y Celia Villalobos (PP), que suelen acudir con ese tipo de calzado en los meses veraniegos.
Además, los ujieres siguen teniendo dudas sobre la aplicación de la norma, puesto que los tirantes no están bien vistos en los hombres, pero sí en las mujeres y no está claro si la minifalda se puede equiparar a los pantalones cortos para impetir el acceso a quien la lleve.
MARÍN
Las recomendaciones al personal del Congreso sobre el decoro en el vestir son ya antiguas y las dictó como norma de funcionamiento interno de carácter informal el predecesor de Bono en la presidencia de la Cámara Baja, Manuel Marín.
La llegada del verano activa año tras año el debate sobre los límites en los que debe inscribirse la correcta indumentaria de las personas que trabajan o visitan el Congreso.
En la última etapa de mandato de Marín los servicios de la Cámara colocaron una nota en la sala de prensa, y sólo en la sala de prensa, en la que se pedía al personal del Congreso que observara unas ciertas normas de decoro en el vestir. Los más afectados han sido tradicionalmente los cámaras de las distintas televisiones, que en varias ocasiones han sido amonestados o directamente se les ha prohibido el paso hasta que se cambiaran de ropa.
Las chanclas, los pantalones cortos y la excesiva generosidad a la hora de mostrar la ropa interior son la barrera que los servicios del Congreso no quieren que se franquee, y esta norma no escrita es la que ha regido tanto en tiempos de Marín como bajo el mandato de José Bono. Los hechos demuestran que Jesús Posada asume como buena esta línea de actuación.

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