Marcel Gascón
Bucarest, 12 jun.- Las durísimas políticas de austeridad aplicadas desde 2010 en Rumanía por el conservador Partido Democrático Liberal (PDL) le han pasado una nueva factura, en forma de descalabro electoral en las municipales del pasado domingo, que anuncia el principio del fin de otro proyecto reformista en el país.
Según los resultados oficiales, el PDL ha conseguido tan sólo el 15 por ciento de las alcaldías en juego, frente al 52 por ciento obtenido por la rutilante coalición que forman socialdemócratas y liberales, la Unión Social Liberal (USL).
La USL desplazó del Gobierno a finales de marzo a los conservadores mediante una moción de censura.
Sin embargo, la estrella del PDL ya empezó a apagarse en febrero, cuando las protestas populares por los recortes presupuestarios obligaron a remodelar el Ejecutivo.
"Ha sido un voto negativo, contra quienes han gobernado" dijo a Efe en referencia al PDL el ensayista Stelian Tanase.
Tanase ve en las medidas de austeridad el principal motivo del castigo de los ciudadanos al PDL, aunque cree que "los rumanos han condenado también la arrogancia, la falta de comunicación y la corrupción de ese partido y del presidente (Traian) Basescu", que procede de esta formación.
Lo cierto es que la victoria del gubernamental USL ha sido la más abultada de una formación en unas elecciones locales en Rumanía en los últimos 20 años.
La coalición gubernamental se ha impuesto con más del 60 por ciento de los votos en la capital y en grandes urbes como Constanza y Iasi.
La USL ha ganado también en Timisoara, Deva, Galati y Craiova, mientras que Cluj y Brasov son las únicas grandes ciudades que ha conservado el PDL.
El triunfo de la USL se produce a menos de medio año de las elecciones legislativas de otoño, cuando la coalición USL tratará de revalidar su mandato de Gobierno y repetir una victoria que le daría una amplísima mayoría parlamentaria para la legislatura.
Pero los resultados de los comicios del domingo confirman también la bajísima popularidad de Traian Basescu, el jefe del Estado de centroderecha y aliado del PDL.
"Basescu, que hasta ahora había dominado la escena política, queda en una situación muy frágil", explicó Tanase.
El presidente asumió la responsabilidad de los recortes más severos de Europa, como la disminución del sueldo de los funcionarios en un 25 por ciento o la subida del IVA del 19 al 24 por ciento.
Esas medidas fueron ejecutados bajo su dirección por unos gobiernos conservadores vistos por muchos como marionetas del presidente, en el marco de los acuerdos crediticios con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
En el poder desde 2004, Basescu termina su segundo y último mandato en 2014.
Tras la debacle, el PDL prepara ahora una estrategia que le permita salvar los muebles en las legislativas.
Comentaristas conservadores consideran que el partido se ha sacrificado por el país, adoptando medidas radicales de ahorro que lo han salvado de la quiebra.
Además de sumisión incondicional al FMI, sus muchos detractores recriminan al PDL y a Basescu la manera unilateral en que tomaron las decisiones, así como las maniobras al borde de la ley a que recurrieron para aprobar las leyes más polémicas y supuestos casos de corrupción muy difíciles de casar con los durísimos recortes.
A la espera de una nueva reinvención, la autoproclamada "derecha reformista" rumana ve cómo se agota la "revolución naranja" con que Traian Basescu ilusionó a los rumanos para modernizar el país.
Fecundo en gestos simbólicos que lograron convencer a Europa, sus gobiernos de centroderecha no fueron capaces de construir carreteras y hospitales, y cayeron en muchos de los vicios que afearon a los "ex-comunistas" del Partido Social Demócrata (PSD).
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