El destino de Bo, última incógnita tras revelarse la condena de cárcel a Wang

Pekín, 24 sep.- La sentencia relativamente leve contra Wang Lijun, condenado hoy a quince años de prisión, deja abiertas todas las opciones acerca del destino de su exjefe, Bo Xilai, la última incógnita por resolver del mayor escándalo de la política china en décadas.

El Tribunal Intermedio de Chengdu (centro) dio a conocer el veredicto contra el expolicía a las 09.00 (01.00 GMT), una sentencia aún más leve de lo que se esperaba dado el peso de los cargos y que Wang, según la agencia oficial Xinhua, no planea apelar.

"Se trata de un resultado normal, de acuerdo con la ley", comentó a Efe la abogada del acusado, Wang Yuncai.

Wang Lijun, "número dos" de Bo Xilai cuando éste era el jefe del Partido Comunista chino (PCCh) en la ciudad de Chongqing, fue juzgado por cuatro cargos -deserción, manipulación de la ley en su propio beneficio, abuso de poder y corrupción- en dos vistas que se celebraron hace una semana en la citada corte de Chengdu.

Aunque los dos primeros son los más graves, el castigo más alto -de nueve años de cárcel- lo recibió por el cargo de corrupción, según la agencia.

El siguiente más penado fue el de manipulación de la ley (siete años), seguido de los dos años respectivos que recibió por abuso de poder y deserción, un total de dos décadas de condena reducida a quince años por la consideración de ciertos atenuantes.

Uno de ellos es "la aportación de pruebas determinantes para exponer las serias ofensas cometidas por otros", una colaboración que "jugó una parte importante en la investigación, por lo que (el acusado) merece una pena más ligera", reza el acta judicial.

Wang Yuncai, presente durante la lectura de la sentencia, aseguró a Efe que el tribunal no dio más detalles sobre quiénes son esos "otros" y que "tampoco mencionó a Bo Xilai".

La única vez que Bo ha aparecido en el caso criminal -y sin que se le mencionara por nombre- fue en el auto del juicio contra Wang que Xinhua publicó el pasado miércoles.

El documento narra cómo el exjefe de Policía encubrió en un principio a Gu Kailai, esposa de Bo, cuando ésta le confesó haber matado al empresario Neil Heywood en noviembre de 2011. Tras mantener varias disputas con ella, Wang decidió reabrir la investigación.

Después, continúa el texto, acudió al "entonces jefe del PCCh en Chongqing (Bo Xilai)" para decirle que su esposa era "altamente sospechosa" del crimen, tras lo cual el exlíder le recriminó y le propinó una bofetada.

Esa primera -hasta ahora única- alusión a Bo en el acta abre la posibilidad de que se le impute por delitos como encubrimiento (del crimen de su esposa) o abuso de poder, aunque de momento sólo se le investiga por violar la disciplina del Partido.

La versión oficial -difícilmente contrastable por la opacidad del régimen- arguye que, tras ser repudiado por su jefe, Wang se sintió "en peligro" e intentó refugiarse en el Consulado de EEUU en Chengdu.

Allí, el 6 de febrero de 2012, supuestamente reveló la mala praxis de Bo y vinculó a Gu con el homicidio de Heywood, desatando un escándalo que sigue sin cerrarse más de seis meses después.

Tras su paso por la legación estadounidense, de la que salió "por su propio pie" horas después de entrar, Wang puso a disposición de las autoridades las pruebas que incriminaban a Gu, incluida la grabación de su confesión.

La mujer de Bo, hasta entonces una brillante abogada, fue acusada del homicidio del británico, amigo de la familia, y condenada a pena de muerte revisable, que en la práctica evita la ejecución.

Por el momento, Gu es quien ha recibido el castigo más severo.

La incógnita que queda pendiente ahora es si el régimen decidirá imputar al exlíder o se limitará a concluir la investigación puesta en marcha en el seno del Partido.

Los expertos difieren al respecto. Mientras unos consideran la ligereza de la sentencia contra Wang el indicio de un serio castigo hacia su exjefe, otros mantienen que la única condena de Bo será la del ostracismo político.

Los defensores de la última hipótesis sugieren que el Gobierno podría aprovechar el XVIII Congreso, previsto inicialmente para octubre y que renovará el Comité Permanente -la cúpula del Partido-, para expulsar de la formación a Bo, quien precisamente antes del escándalo era uno de los líderes favoritos para ocupar una de las vacantes en el todopoderoso órgano.