El fin del hasta hoy indestructible señor Camps

  • La trayectoria política del hasta ahora presidente de la Generalitat cambióel día en que Eduardo Zaplana le nombró su delfín. Logró hacerse con las riendas del partido, desbancar a su 'padrino'  y revalidar en varias ocasiones una mayoría absoluta pese a los escándalos de corrupción que le han salpicado a él y a su entorno. 'Cuatro trajes' han acabado con la carrera de un político que apuntaba alto.
C. Ibáñez

Hasta este miércoles, Francisco Camps parecía indestructible. Sus reválidas en las urnas y su apoyo en el pasado a Mariano Rajoy en sus peores momentos, le hacían imbatible. Pero al final, las presiones han podido más que su resistencia.

Camps, desde que consiguiera desbancar al propio Eduardo Zaplana como líder del PP en la Comunidad Valenciana, se ha mostrado intratable en las siete elecciones celebradas hasta la fecha.

Al principio muchos le acusaron de falta de carisma, por las comparaciones con Zaplana, pero tras ocho años gobernando y con la estrategia de los grandes proyectos (GP Europa de Fórmula 1, America's Cup, Volvo Ocean Race, la Ciudad de las Artes y las Ciencias o la Ciudad del Cine, entre otros) para poner a la Comunidad en el mapa ha conseguido hacer olvidar a su antecesor y rival en las filas populares.

Sus resultados electorales –consiguiendo el 47,5% de los votos valencianos en los comicios más complicados para los populares en los últimos años, las generales de 2004 ganadas por Zapatero-- le auparon a ser uno de los barones populares más apreciados por Mariano Rajoy, que no dudó en apoyarse en él en los momentos más complicados como en el último Congreso Nacional celebrado precisamente en Valencia.

Sin embargo, la sombra de la corrupción se cernía sobre su gobierno. La rama valenciana del caso Gürtel podía explotar en plena precampaña electoral, tras la orden del Supremo de reabrir la investigación en esta comunidad.

A esto hay que añadir otros dos casos abiertos en territorio valenciano, como el caso Brugal  o los que salplicaron al castellonense Carlos Fabra.

Pero ni siquiera con Gürtel en pleno apogeo, la oposición pudo hacer temblar al PP valenciano, liderado por Camps, en las últimas elecciones celebradas: en las municipales del pasado 22 de mayo revalidó su mayoría absoluta, consiguiendo más escaños con un menor número de votos. Los populares volvieron a arrasar. como ya lo hicieron en las europeas de 2009, frente a un líder socialista, Jorge Alarte, que no acaba de cuajar.


El barón que desmarcó a Zaplana

Amante del Valencia C.F. y del tenis, este devoto político valenciano ha pasado a sus 48 años por uno de sus momentos más complicados. Francisco Camps carece del carisma de su antecesor en la Generalitat (Eduardo Zaplana) pero su estrategia política, aunque diferente, ha resultado eficaz. Ha sido un escándalo de corrupción el que ha acabado con una trayectoria política que apuntaba alto.

Camps ha pasado por todos los escalones en su trayectoria hasta llegar a la Presidencia de la Generalitat. Empezó en Nuevas Generaciones, fue responsable de la concejalía de Tráfico del Ayuntamiento de Valencia, de la conselleria de Educación, secretario de Estado, vicepresidente del Congreso, delegado del Gobierno y, por último, jefe del Consell.

Sin embargo la clave de su trayectoria se remonta al día en que fue designado delfín de Zaplana. Nadie en el PP esperaba que este chico de Valencia pudiera plantarle cara al todopoderoso dirigente que había dejado la Comunidad para entrar en el Gobierno de Aznar, seguramente con aspiraciones a llegar más lejos en política.

Pero el control que esperaba mantener a distancia pronto se truncó. El delfín se rebeló. Francisco Camps quería controlar el partido y la Comunidad y su estrategia fue rodearse de cuantos le manifestaban su apoyo y, por tanto, se atrevían a toserle a Zaplana.

Así, dos de sus grandes amigos dejaron Madrid para estar a su lado y formar su primer gobierno. Esteban González Pons dejó portavocía de los populares en el Senado y Gerardo Camps su cargo como secretario de Estado de Seguridad Social.

Más de una década después fueron sus primeros pilares en un tiempo en el que en la Comunidad no había elección, o se estaba con Camps o con Zaplana, y eso marcaba el futuro político de cada uno. Fue una dura etapa, con una batalla campal abierta entre 'campsistas' y 'zaplanistas' que aún hoy, ocho años después, sigue viva.

Después llegaron tiempos de gloria, en lo que todo eran éxitos y victorias electorales. Pero estalló el caso Gürtel y Camps empezó a quedarse solo. Ricardo Costa le dio muchos problemas, Rajoy empezó a marcar distancias y la presión judicial cada vez era mayor.... Ya no aguantaba más. Y dimitió.

 

Seguramente si se le pregunta por alguno de sus días más felices, Camps, valencianista hasta la médula, probablemente se acordaría del día en que Ángel María Villar le dio la copa de la Liga de la temporada 2003-2004 para que fuera él quien se la entregara a Albelda, capitán del equipo 'ché'. El presidente sigue viendo cada partido de los suyos desde su localidad de tribuna, junto a su padre.

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