El golpe militar rompe el espejismo democrático en Tailandia

  • Canela Bangkok, 24 may.- El golpe de Estado asestado por los militares en Tailandia ha roto el espejismo democrático del país y confirmado que el Ejército nunca ha estado totalmente sometido a la autoridad de los poderes civiles elegidos en las urnas.

Gaspar Ruiz-Canela

Bangkok, 24 may.- El golpe de Estado asestado por los militares en Tailandia ha roto el espejismo democrático del país y confirmado que el Ejército nunca ha estado totalmente sometido a la autoridad de los poderes civiles elegidos en las urnas.

A pesar de que la vida transcurre con relativa calma desde la asonada incruenta del pasado jueves, los soldados apostados en algunas calles con fusiles M16 y los comunicados del Ejército en la televisión evocan un militarismo que parece de otra época.

Los militares, que justificaron el golpe de Estado para evitar enfrentamientos entre grupos de manifestantes rivales, mantienen detenida a la ex primera ministra, Yingluck Shinawatra, así como a decenas de líderes políticos y de las protestas.

Concentraciones espontáneas de opositores al golpe muestran además un creciente desafío a la junta militar encabezada por el jefe del Ejército y autoproclamado primer ministro, Prayuth Chon-Ocha, de 60 años.

Según Kan Yuenyong, director ejecutivo de la ONG Siam Intelligence Unit, los sectores "conservadores" cercanos al Ejército y los manifestantes antigubernamentales tienen un objetivo común: instalar una "democracia guiada" al estilo del régimen instaurado por Suharto en Indonesia (1967-1998), cuya represión causó decenas de miles de muertos.

"El Ejército es un actor bastante independiente en un país en el que hay poca resistencia a la supremacía de los militares. Han creado un clima de miedo y ahora pueden querer influir en la agenda política", dijo Kan en declaraciones a Efe.

"Su propósito puede ser instalar un sistema parlamentario en el que sólo el 50 por ciento de los escaños sean elegidos en las urnas, de esta forma se garantizarán el poder a pesar del resultado de las elecciones", indicó el experto tailandés.

Aunque tras el inicio de las protestas antigubernamentales el Ejército se postuló como parte neutral, su decisión de iniciar un proceso de reformas que puede durar uno o dos años antes de convocar unas elecciones coincide con las demandas de esos manifestantes.

La Constitución, que ha sido suspendida, estipulaba que el Ejército tenía la obligación de defender la soberanía de Tailandia, principalmente en caso de guerra, de la monarquía y del "sistema democrático de gobierno con el rey como jefe del Estado".

Sin embargo, Prayuth, que también participó en la anterior asonada de 2006, ha demostrado más lealtad al monarca, Bhumibol Adulyadej, y a la reina, Sirikit, que a las instituciones democráticas.

El jefe de la junta militar fue miembro de la Guardia de la Reina, un regimiento especial del Ejército, junto con el exlíder militar Anupong Paojinda, quienes exhiben una especial cercanía con la Casa Real.

Con un monarca de 86 años en un delicado estado de salud, la futura sucesión en el trono se cierne como un evento determinante en el desarrollo de los acontecimientos políticos.

Ernest Bower, del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS), afirmó que el golpe no ha convertido a Tailandia en un Estado fallido, aunque alertó de que la sucesión no será una "transición" tranquila.

Desde 1932, en Tailandia "ha habido 19 golpes de Estado, 12 con éxito. Pero éste es diferente porque trata sobre quién estará en el poder cuando la sucesión ocurra y eso pone el Estado en un nivel existencial", dijo Bower en una entrevista con la cadena de televisión CNBC.

El monarca no tiene poderes ejecutivos, pero es venerado casi como una deidad y ejerce gran influencia en la sociedad tailandesa, donde las críticas a la realeza o delitos de "lesa majestad" están castigados con entre 3 y 15 años de cárcel.

La crisis tailandesa se remonta al golpe militar de 2006 contra el ex primer ministro Thaksin Shinawatra, quien vive exiliado en Dubai para evitar una condena de dos años por corrupción.

Thaksin, hermano de Yingluck, se ganó el favor de la mayoría rural del norte y noreste con sus políticas sociales y la animadversión de la minoría de clase media alta urbana y la élite monárquica que controla la burocracia y el Ejército, así como el electorado del sur del país.

Acusado de autoritarismo y de evasión de impuestos, Thaksin o sus aliados han ganado todas las elecciones desde 2001, aunque, excepto el primero, todos los mandatos han sido finiquitados en falso por órdenes de los tribunales o pronunciamientos militares.

Los detractores del "régimen de Thaksin", incluidos los "camisas amarillas" que ocuparon los aeropuertos en 2008 o los manifestantes que boicotearon las elecciones del pasado febrero, ven en la familia Shinawatra la causa de los problemas de Tailandia.

Acusan a este empresario de las telecomunicaciones y sus aliados de corrupción, comprar votos y menoscabar la autoridad de la monarquía.

Los "camisas rojas", simpatizantes de Thaksin, abogan por la celebración de elecciones, se oponen a la intervención de los militares y no olvidan que el exmandatario fue el primero en atender los intereses de la mayoría rural con políticas como la atención sanitaria gratuita.

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