El ministro de Trabajo francés niega todas las sospechas que lo rodean en el "caso Bettencourt"

  • París.- El ministro de Trabajo francés, Eric Woerth, se explicó hoy, largo y tendido, ante los agentes de la brigada financiera de la policía que le interrogaron por su presunta implicación en el "caso Bettencourt" y a los que negó todas las alegaciones que pesan en su contra.

La Policía interroga al ministro de Trabajo por el "caso Bettencourt"
La Policía interroga al ministro de Trabajo por el "caso Bettencourt"

París.- El ministro de Trabajo francés, Eric Woerth, se explicó hoy, largo y tendido, ante los agentes de la brigada financiera de la policía que le interrogaron por su presunta implicación en el "caso Bettencourt" y a los que negó todas las alegaciones que pesan en su contra.

Tras las alrededor de ocho horas que duró el interrogatorio, celebrado en la sede del ministerio de Trabajo, el abogado del ministro, Jean-Yves Levorgne, compareció ante los medios de comunicación para transmitirles que la exhaustiva declaración de su cliente debe servir para que, de ahora en adelante, se le deje "fuera de la polémica".

Eric Woerth compareció, en calidad de testigo, en relación a varias de las investigaciones judiciales abiertas en torno al escándalo protagonizado por la multimillonaria heredera de L'Oréal, Liliane Bettencourt, de 87 años, sospechosa de evasión fiscal.

Las cuestiones se han centrado en los tres frentes que le salpican: la presunta financiación ilegal, por parte del entorno de la multimillonaria, de su partido, la Unión por un Movimiento Popular (UMP); el trato fiscal que recibió la anciana cuando él era ministro de Presupuesto; y su presunta intervención para que su esposa fuese contratada por la sociedad que gestiona la fortuna de Bettencourt.

Sobre la supuesta financiación ilegal de la gubernamental UMP, de la que ha sido tesorero hasta hace unos días, Woerth "negó haber recibido cualquier financiación política que no fuera conforme con la ley", dijo el letrado.

Y rechazó esas alegaciones con "un vigor y una energía particular", según Leborgne, porque no son más que "mentiras y fantasmas".

También dejó muy claro, de acuerdo con el letrado, que "en ningún momento intervino para que su esposa fuese contratada" por el gabinete que gestiona la fortuna de Bettencourt.

Reconoció, no obstante, que había mencionado la profesión de su esposa, "en el transcurso de una conversación banal" con el gestor de la anciana Patrice de Maistre, pero aclaró que esa conversación tuvo lugar cuando él no era ministro.

Fue un largo interrogatorio que el ministro esperaba con impaciencia porque, tal y como recordó su abogado, había declarado en varias ocasiones su interés en zanjar todas los rumores y explicar a los investigadores su versión de los hechos.

A partir de ahora, Leborgne insistió en que espera que se ponga fin a todas las alegaciones y "mentiras" que en las últimas semanas han alimentado una especie de "novela" por capítulos.

"La justicia dirá, en un futuro que espero lo más cercano posible, que las explicaciones de Eric Woerth le dejan completamente fuera de la polémica que conocemos", concluyó el letrado.

El ministro de Trabajo no ha querido hablar hoy con la prensa pero ya dijo en reiteradas ocasiones que es inocente de todos los frentes que le implican en esta trama, con numerosas ramificaciones políticas y económicas.

Desde que el escándalo saltó a la luz, el presidente francés, Nicolas Sarkozy, ha mostrado su total apoyo y confianza en uno de sus ministros más valorados, que además es el encargado de la puesta en marcha de uno de los proyectos prioritarios del jefe del Estado, la controvertida reforma de las pensiones.

Además de Woerth, la brigada financiera de la policía interrogó en los últimos días, en el marco de la misma investigación, a su esposa Florence e incluso a la gran protagonista de la polémica, Liliane Bettencourt.

La dueña del imperio L'Oréal es la que se encuentra en medio de una trama que se destapó cuando su única hija, Françoise Meyers-Bettencourt, recurrió a los tribunales para pedir una tutela judicial para su madre, argumentando que no estaba en condiciones de gestionar su fortuna, y para denunciar al amigo de la anciana, el fotógrafo François-Marie Banier, por aprovecharse económicamente de ella.

El cisma familiar derivó en un escándalo que comenzó a crecer con la filtración del contenido de unas grabaciones secretas de mayordomos y declaraciones de ex asesores fiscales de la anciana, la tercera mujer más rica de Francia.

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