El Museo Naval, empeñado en rescatar la memoria y el coraje del "Mediohombre"

  • Almudena González.

Almudena González.

Madrid, 16 sep.- Ni una sola derrota en más de 20 combates en los que perdió una pierna, un ojo y la movilidad de un brazo. Blas de Lezo, el "Mediohombre", fue un gran estratega y militar ilustrado que yace en una tumba sin nombre en Cartagena de Indias (Colombia), y cuya memoria está empeñado en rescatar el Museo Naval.

Tras el éxito de la exposición "No fueron solos: Mujeres en la conquista y colonización de América", que pone en valor el papel femenino en ese revolucionario momento histórico y que ha multiplicado las visitas en Madrid al Museo Naval, esta institución prosigue con su política de recuperar personajes incomprensiblemente olvidados.

Se trata de un ambicioso proyecto, largamente acariciado, que reunirá objetos del museo y de otras instituciones culturales en septiembre de 2013, según han adelantado a Efe sus responsables como con motivo de la celebración de la Semana Naval en Madrid del día 21 al 30 de este mes.

Nacido en Pasajes (Guipúzcoa) en 1689, la vida de Blas de Lezo transcurre paralela a decisivos acontecimientos, como la Guerra de Sucesión y la lucha por la hegemonía marítima y comercial entre España e Inglaterra, recuerda el coronel Javier Bellas, responsable de comunicación del Museo Naval.

Blas de Lezo inicia su carrera a los 13 años, embarcando con la Armada Francesa, y dos años después sorprende por su coraje en Vélez Málaga, cuando pierde media pierna en combate pero no abandona su puesto.

Su leyenda se acrecienta y con poco más de 20 años ya es capitán de navío (equivalente a coronel), convertido en un héroe de guerra marcado por la pérdida de un ojo y de la movilidad en un brazo.

Pero su vida novelesca esconde a un militar ilustrado, perteneciente a esa generación de hombres cultos como Jorge Juan, que consiguieron recuperar la fortaleza de la Armada Española y competir, militar y técnicamente, con Inglaterra hasta la derrota en Trafalgar, explican las expertas del Museo Naval Mariela Beltrán y Carolina Aguado.

La batalla decisiva de Blas de Lezo tuvo lugar en 1741 en Cartagena de Indias, donde es considerado un héroe por haber derrotado al general Vernon, impidiendo que los ingleses se hicieran con los territorios americanos españoles.

"Cartagena era la puerta de las Antillas, una de las llaves de la defensa", explican Carolina Aguado y Mariela Beltrán, quienes alzan la voz sobre el velo de olvido que en España cayó sobre la figura de Blas de Lezo, del que apenas se ha hablado desde su muerte poco después de la citada victoria y del que se conoce poco más que su expediente militar.

Además de la autocrítica que corresponde a nuestra desmemoria, las expertas citan algunos factores que han podido influir en este caso: la censura que ejerció la corona británica por su humillante derrota; y la mano del Virrey de Perú, Esteban de Eslava, quien defenestró a Blas de Lezo.

El enfrentamiento con el Virrey se pone de manifiesto en el "Diario de Guerra" de aquella batalla, que comienza así: "Lunes 13 de marzo. Apareció un bergantín por punta de Canoa a las 9 de la mañana con dos navíos de 60 cañones, y a las 12 dieron fondo detrás de la Ensenada de la misma punta y se reconoció ser ingleses".

"Luego que llegué a Boca-Chica; me informé del estado en el que estaban los castillos y baterías, y los hallé faltos de todo", escribió el 16 de febrero Blas de Lezo, quien censura duramente la dejadez de Esteban de Eslava.

Pero con solo 6 navíos, frente a los 186 ingleses, el marino español ideó una estrategia de desgaste, basada en anillos de defensa en las bahías que resguardan la ciudad, a la que sumó la acción de los espías y los estragos de las enfermedades ambientales en las filas enemigas.

Al cruzar el primer anillo, el general Vernon se dio por victorioso y mandó mensaje a Inglaterra, donde se llegaron a acuñar monedas jactándose de la humillación del orgullo español.

Aunque la realidad se impuso un año después al regreso a Londres de Vernon, éste fue enterrado con todos los honores en la Abadía de Westminster, mientras que Blas de Lezo, desde su muerte pocos meses después de su victoria en Cartagena, yace en una tumba sin nombre.

Gran parte de lo que hoy podemos contar de este estratega se lo debemos a sus oficiales, que rescataron su Diario de Guerra.

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