El negocio de la droga une a talibanes y ciudadanos afganos contra EEUU

  • Las tropas aliadas de Estados Unidos, Reino Unido y Afganistán han comenzado una de las más duras ofensivas sobre los talibanes en la provincia afgana de Helmand, la región donde se produce más de la mitad del opio mundial y donde los laboratorios de heroína se empiezan a multiplicar bajo la atenta vigilancia de los talibanes. Los habitantes de la zona son socios circunstanciales y forzados de los talibanes, que ofrecen proteger la mercancía y colaborar en la distribución de la droga a cambio de generosos impuestos. Por eso, en Helmand los afganos no se muestran precisamente contentos con la nueva intervención militar.
La mitad de las plantaciones de opio mundiales están en la provincia afgana de Helmand, dominada por los talibanes
La mitad de las plantaciones de opio mundiales están en la provincia afgana de Helmand, dominada por los talibanes
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Jean MacKenzie y Aziz Ahmad Tassal | GlobalPost

(Marjah, Afganistán). En los últimos dos años, Marjah se ha convertido en el principal centro de drogas de la región de Helmand. Pero este poblado no sólo alberga los grandes mercados de distribución del opio, también acoge cientos de laboratorios clandestinos donde se procesa heroína. Según los trabajadores de la zona, la producción de narcóticos involucra a una gran parte de la población civil de Marjah, por lo que es muy poco probable que reciban a sus "libertadores" occidentales con los brazos abiertos. Por el contrario, seguramente combatirán codo a codo con los talibanes para defender la forma en que se ganan la vida.

"Estamos trasladando los laboratorios a las montañas, pero quedan muy lejos. Tenemos miedo. Ahora que vienen los estadounidenses, será muy difícil alimentar a nuestras familias. Los talibanes dicen que lucharán", suspira un joven de 28 años, que trabaja en un laboratorio de heroína.

La amapola se cultiva prácticamente en todos los distritos de la zona y es un negocio que permite a miles de agricultores tener bastante calidad de vida. Además de ser la capital de la heroína, Marjah es también uno de los principales bastiones de los talibanes. El vínculo no es accidental: los insurgentes ofrecen protección a comerciantes y contrabandistas y se aseguran que la producción llegue a los mercados dentro y fuera de Afganistán. A cambio, reciben generosos ingresos a modo de impuestos.

Según un contrabandista, que prefiere no dar su nombre, cada laboratorio de heroína paga a los líderes talibanes locales entre 500 y 1.000 dólares mensuales para que les protejan. Es prácticamente imposible calcular el número de laboratorios que hay aquí. De acuerdo con fuentes gubernamentales, en diciembre de 2007, cuando las tropas británicas, estadounidenses y afganas irrumpieron en Musa Qala, en el norte de Helmand, descubrieron y destruyeron más de 300 centros de elaboración de heroína.Pero un trabajador dice que Marjah es mucho más grande que Musa Qala: "Aquí hay cientos de laboratorios. Algunos se han trasladado a las montañas, escondidos. Marjah es un peligro mucho más grande para el gobierno que lo que fue Musa Qala en su momento".

El verano pasado, las fuerzas estadounidenses montaron una operación para limpiar Marjah aprovechando la llegada de un nuevo contingente. Según fuentes militares, fue el mayor golpe de la historia contra la droga. El alijo encautado, de 101 toneladas, correspondía principalmente a semillas de amapola, pero también se destruyó una gran cantidad de heroína procesada: más de 90 kilos. Las fuerzas militares abandonaron Marjah cuatro días después y no se hizo ningún esfuerzo por despoblar ni controlar el área.

La operación antinarcóticos fue objeto de enorme publicidad. El coronel Greg Julian, en ese momento portavoz de la Fuerza de Asistencia de Seguridad Internacional (ISAF), declaró que la operación "había desbaratado seriamente uno de los centros clave de narcóticos y operaciones delictivas de los insurgentes en el sur de Afganistán". Zahir Azimi, portavoz del ministro afgano de Defensa, fue aún más categórico: "Nuestros comandos han destruido completamente un centro operativo, logístico y financiero del enemigo. Los insurgentes y criminales se han retirado derrotados y sus operaciones han quedado neutralizadas".

Sin embargo, en cuestión de días, los contrabandistas e insurgentes estaban de regreso. Hoy, siete meses después, Marjah vuelve a ser un importante centro de operaciones. Durante este tiempo, han llegado a la zona miles de nuevos efectivos estadounidenses. Las fuerzas militares no entregan información detallada sobre el número de soldados desplegados para la nueva operación en Marjah, pero se cree que será mucho mayor que la del verano pasado. "Marjah es la última zona poblada de Helmand que aún está bajo el control de los talibanes", afirma un funcionario del Equipo de Reconstrucción Provincial en Helmand. Además, es muy probable que la población local preste oídos al llamamiento "a la razón y los sentimientos" que promueve el general Stanley McChrystal como parte de su estrategia para luchar contra la insurgencia.

"La mayoría de la gente de Marjah participa en la producción de heroína", afirma el propietario de un laboratorio, que prefiere mantener el anonimato. "Marjah es donde se produce gran parte de la heroína". También es una zona importante para los contrabandistas. La elaboración de la heroína no requiere un equipo muy sofisticado. Sólo hace falta una fuente de calor, recipientes de esmalte o aluminio y mucho tiempo.

Sin embargo, para convertir el opio en heroína sí se necesitan compuestos químicos, el más importante de ellos es el anhídrido acético, que no se encuentra fácilmente en Afganistán. Por ello, el contrabando va en los dos sentidos, conseguir el compuesto químico y después dar salida a la heroína. "Traficamos con el ácido igual como lo hacemos con la heroína", afirma Sher Khan, un joven de la provincia de Nangarhar que ha venido a trabajar a los laboratorios de Helmand. "Proviene de Pakistán y llega a través de Jalalabad y Kabul. Si la policía nos detiene, decimos que es ácido común. No saben [cuál es] la diferencia".

Según otros trabajadores, una parte del ácido también proviene de Irán, a través de la provincia de Nimroz. La heroína procesada abandona Afganistán a través de diferentes rutas. "La heroína sale a través de rutas especiales, muy secretas", afirma Khan. "Los talibanes nos acompañan a través de caminos que conocen muy bien. El resto de las rutas están llenas de minas". Si alguien intenta hacerlo por su cuenta, sin pedir la protección de los talibanes, los insurgentes se incautan de la droga, añade. El problema más inmediato para los militares es convencer a los habitantes de Marjah que la operación es para su beneficio. El general McChrystal, comandante en jefe de las fuerzas internacionales en Afganistán, ha dicho en más de una ocasión que "no podemos ganar la guerra si no nos ganamos primero [su confianza] a través de la razón y los sentimientos".

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