El régimen de Asad gana terreno en Siria gracias a los bombardeos rusos

  • Las fuerzas gubernamentales sirias ganaban terreno este domingo frente a los rebeldes, con la ayuda de la aviación de Rusia, a la que la ONG Human Rights Watch acusó de utilizar o suministrar al ejército de Damasco nuevas bombas de racimo.

En el duodécimo día de la intervención rusa, las tropas del régimen de Bashar al Asad avanzaron en dos ejes: la provincia central de Hama y las colinas de Latakia, en el oeste del país.

En Hama, las tropas sirias se desplazaban formando un arco que se extendía desde el este de Jan Sheikun hasta el sur, hacia Kafar Nabuda, para acorralar a los rebeldes.

"Esta ofensiva busca expulsar a los rebeldes de la llanura de Sahl Ghab, que se encuentra en la intersección entre las provincias de Hama, Latakia e Idleb (noroeste)", explicó a la AFP Rami Abdel Rahman, director del Observatorio Sirio de los Derechos Humanos (OSDH).

En el oeste y el sur de esa llanura de 1.000 kilómetros cuadrados viven alauitas, la secta chiita a la que pertenece Asad.

Los rebeldes conquistaron gran parte de ese territorio en los últimos meses y amenazaban la provincia de Latakia, principal bastión del régimen, y la ciudad de Hama, que también controla el ejército sirio.

Según el OSDH, las fuerzas gubernamentales también ganaron terreno hacia el oeste del país, al conquistar la ciudad de Kafar Dalaba, en la región montañosa de Latakia.

Si el régimen sigue avanzando en esa zona, quizá tendrá la posibilidad de lanzar una ofensiva sobre la provincia de Idleb, controlada por los rebeldes.

"El objetivo a largo plazo es retomar la provincia de Idleb, sobre todo, la ciudad estratégica de Yisr al Shugur, y romper el sitio a las dos localidades chiitas de Fua y Kafraya", explicó Rahman.

El pasado mes de abril, la provincia de Idleb cayó en manos del Ejército de la Conquista, una coalición de rebeldes islamistas en la que participa el Frente al Nusra, la rama siria de Al Qaida. Ese grupo rebelde recibe el apoyo de las monarquías sunitas del Golfo y Turquía, que le proporcionan armas y dinero.

La ONG Human Rights Watch (HRW) acusó este domingo a Moscú de utilizar o proporcionar al ejército sirio nuevas bombas de racimo más mortíferas.

HRW aseguró que esas bombas fueron utilizadas en un ataque aéreo, el pasado 4 de octubre, cerca de la localidad rebelde de Kafar Halab, al suroeste de Alepo, en el norte de Siria. La ONG no pudo, sin embargo, determinar si las había lanzado el ejército sirio o los rusos.

"Es preocupante que se utilice otro tipo de bombas de racimo en Siria, por el daño que puede causar a los civiles en los próximos años", afirmó en un comunicado Nadim Houry, director adjunto de HRW para Oriente Medio.

Aunque asegura atacar principalmente al grupo yihadista Estado Islámico (EI), Rusia apunta, sobre todo, a los rebeldes opuestos al régimen.

Su ministerio de Defensa anunció este domingo que la aviación atacó 63 posiciones "terroristas" durante las últimas 24 horas, en las provincias de Hama, Latakia, Idleb y Raqa (norte). Esos bombardeos destruyeron 53 objetivos, un puesto de mando, cuatro campos de entrenamiento y siete depósitos de armas, según esa fuente.

Horas después, el presidente ruso, Vladimir Putin, volvió a descartar el envío de tropas terrestres a Siria.

Por otra parte, el cura sirio Jacques Mourad fue liberado el sábado, casi cinco meses después de su presunto secuestro por el EI, informaron este domingo fuentes episcopales en Homs (centro).

Tres encapuchados lo habían secuestrado en mayo en Al Qariatain, en la provincia de Homs, poco después de que el EI tomara la ciudad vecina de Palmira.

El conflicto sirio comenzó en marzo de 2011, después de que el régimen reprimiera a sangre y fuego unas manifestaciones populares, y se fue convirtiendo en una guerra abierta, con multitud de actores, que causó 240.000 muertos y millones de desplazados.

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