Los socialistas no están para celebraciones. Eso explicaría que hoy el séptimo aniversario de la victoria del PSOE en las elecciones generales de marzo de 2004 ha pasado totalmente desapercibido. Salvo una mención de Marcelino Iglesias, secretario de Organización del partido, y otra de José Antonio Alonso, portavoz en el Congreso, nadie se ha referido a aquella victoria. Y mucho menos la ha celebrado.
Y es que el PSOE está en su momento más bajo desde 2004. Qué lejos quedan los actos de conmemoración de la primera legislatura, cuando los socialistas se congregaban para recordar los buenos resultados en las urnas. Hoy, el panorama es completamente distinto: las encuestas apuntan a una debacle del PSOE, no hay día que pase en el que no se especule sobre un posible sucesor de Zapatero y nadie quiere hacerse la foto al lado del presidente.
Un repaso a los datos del barómetro de opinión del CIS explicaría el porqué: en siete años la valoración de José Luis Rodríguez Zapatero ha caído en picado: si en abril de 2004 tenía una nota del 6,6 puntos, en el último CIS esa calificación ha caído al 3,3. Es decir, la mitad.
Zapatero ha pasado del notable al suspenso. Y lo mismo ocurre con la valoración del Gobierno del PSOE. La franja de los ciudadanos que ven mal o muy mal la gestión del Ejecutivo crece como la espuma (ver gráfico) mientras que los que la califican de bien, muy bien o regular cada vez se estrecha más.
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