Elecciones primarias: Sonrisas o lágrimas

  • Madrid.- Cuando Joaquín Almunia aseguró en 1998 que la instauración del sistema de elecciones primarias en el PSOE estaba "devolviendo la sonrisa" al partido, seguramente no esperaba que fuera ese mismo proceso el que hoy revelara algunas tensiones internas en su formación ante las inminentes primarias de Madrid.

Madrid.- Cuando Joaquín Almunia aseguró en 1998 que la instauración del sistema de elecciones primarias en el PSOE estaba "devolviendo la sonrisa" al partido, seguramente no esperaba que fuera ese mismo proceso el que hoy revelara algunas tensiones internas en su formación ante las inminentes primarias de Madrid.

Convertidas en un símbolo de democracia interna de los partidos políticos, la celebración de primarias aún no es frecuente en España, aunque están completamente instaladas en formaciones de otros países, siendo el caso más conocido el norteamericano con el reciente enfrentamiento entre Hillary Clinton y Barack Obama.

Sin embargo, los estadounidenses no son los únicos que las disfrutan -salvando las diferencias entre los sistemas políticos-. En Europa esta corriente también cuenta con sus adeptos.

Formaciones políticas de países vecinos como Francia, Portugal o Italia, se ven sometidos a los peligros (y ventajas) de afrontar estos comicios en los que se compite entre "compañeros" de partido.

En Latinoamérica, Costa Rica, Paraguay y Honduras son algunos de los países que han apostado por las primarias. También Uruguay, donde se establece la celebración de elecciones primarias simultáneas para todos los partidos el último domingo de abril previo a las elecciones generales.

Frente a la publicidad que este procedimiento ofrece al partido o la capacidad de influencia que concede a los militantes, emerge la duda de si la competición interna favorece a la imagen de la formación o, por el contrario, la condena a la división y lucha interna. De ser así: ¿el perdedor será capaz de reincorporarse al servicio del ganador?

Quizá el propio presidente de EEUU, Barack Obama, se hiciera esta pregunta tras vencer a Hillary Clinton en las primarias más famosas de la historia y, aún más, cuando Clinton rehusó admitir su derrota en un primer momento.

El final feliz de esta historia es de sobra conocido. Clinton sí fue capaz de incorporarse al gabinete del primer presidente negro de EEUU en calidad de secretaria de Estado y con el compromiso de que Obama saldaría las deudas adquiridas durante la costosa campaña.

Y tanto su marido, el ex presidente norteamericano Bill Clinton, como ella lo apoyaron en su enfrentamiento con el candidato republicano John McCain por el Despacho Oval.

Trinidad Jiménez, ministra de Sanidad y candidata en las primarias del PSM, también ha tendido su mano a Tomás Gómez, el actual secretario general de los socialistas madrileños, y ha anunciado su disposición a "integrar a todos" en su lista. Si gana, claro; o si él se retira.

Sin embargo, el caso americano dista mucho del español. Frente a la generalidad de la que gozan las primarias en EEUU, en España son escasos los partidos que se deciden por este método.

Precisamente, fue el PSOE el primero en incluir estos comicios en sus estatutos, aunque sólo en una ocasión desde 1998 ha hecho uso de ellas para designar al candidato a la Presidencia del Gobierno, cuando Josep Borrel se impuso -contra todo pronóstico- a Joaquín Almunia, dando lugar a una situación inédita: el candidato a La Moncloa era diferente al secretario general del partido.

IU también se sumó a esta iniciativa en 2007, cuando Gaspar Llamazares consiguió el respaldo de la mayoría de los afiliados frente a la candidatura de Marga Sanz.

Sin embargo, el PP se ha mantenido al margen pese al debate que se abrió en 2008, cuando algunos de sus militantes llegaron a crear una página web para celebrar primarias en el partido y reclamar el derecho de los militantes a elegir a sus candidatos.

Mientras el resto de partidos españoles se deciden, los candidatos socialistas a la Comunidad de Madrid tendrán que sufrir el proceso de primarias. No, no son Obama y Clinton, pero también tendrán su minuto de gloria (al menos en la prensa española).

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