En el Carnaval de Rio en crisis, ni los Juegos Olímpicos dan dinero

  • La idea de realizar un desfile de carnaval para celebrar los Juegos Olímpicos que arrancan en seis meses en Rio de Janeiro, sugerida por la alcaldía a la escuela de samba Uniao da Ilha, parecía prometedora.

Pero la recesión económica que golpea a Brasil ha desalentado a la mayoría de los auspiciantes y el alza del dólar ha disparado el precio de los materiales importados.

A pocos días de los exuberantes desfiles que comienzan el domingo próximo, los ateliers de la Ciudad de la Samba están en plena efervescencia. Artesanos y costureras dan los últimos toques a los carros alegóricos y disfraces.

Un ejército de voluntarios apoya a su escuela de samba con la pasión de hinchas de fútbol por su equipo, alimentando la esperanza de que será consagrada este año "campeona del carnaval".

En el galpón de Uniao da Ilha, donde los voluntarios se afanan por disimular la falta de dinero con lentejuelas y papel de aluminio, Luci Gonçalves, de 70 años, pega pelucas rojas y azules en los cascos dorados que vestirán los 280 percusionistas del desfile.

"Vengo para ayudar a la escuela de mi corazón. Es la escuela de mi barrio, la escuela donde aprendí a bailar samba", cuenta.

Como ella, Paulo Menezes, el responsable del desfile de Uniao da Ilha, llamado "carnavalesco" en la jerga de estos festejos, apuesta a los Juegos para que su escuela sea la ganadora.

"El desfile cuenta cómo se prepara Rio. Los dioses salen del Olimpo para conocer la ciudad, quedan encantados y deciden quedarse aquí para siempre", revela. "La idea es mostrar un poco de Rio y de sus habitantes que se divierten, hacen deporte y son olímpicos por naturaleza", añade.

Todo suena muy bien, pero el director de Uniao da Ilha, Marcio André Mehry de Souza, no esconde su pena por no haber recibido ayuda especial de la alcaldía de Rio ni del Comité Rio-2016 pese a que la elección del tema obedece a una sugerencia del alcalde Eduardo Paes.

"Comenzamos a trabajar en junio sobre una promesa de financiación que nunca llegó", se queja, sin citar al alcalde.

"La situación es difícil desde hace cuatro o cinco años. Pero este año ha sido peor porque todo el mundo está en crisis y porque el precio de los materiales aumentó", explica.

De Souza sostiene que cada desfile cuesta entre tres y 3,74 millones de dólares, y solo reciben ayuda por 1,5 millones, una cifra que está en baja cada año.

Según este experto en carnaval, la alcaldía "solamente" ayuda con seis millones de dólares por año a las 12 escuelas que desfilan en el Sambódromo y atraen a decenas de miles de turistas a la ciudad, contra 17 millones para el festival bianual de Rock in Rio.

"¡Vaya uno a saber por qué!", lamenta.

La estatal petrolera Petrobras, con sede en Rio, financia tradicionalmente a las 12 escuelas con 250.000 dólares para cada una. Pero en 2015, a causa del megafraude de corrupción descubierto en su seno, "el dinero nos fue entregado en varias cuotas, y nuestras deudas se acumulaban", cuenta.

Hasta las escuelas más ricas se han visto obligadas a economizar. Se trata de las escuelas que además de financiación legal pueden contar con el padrinazgo de un mecenas, generalmente un mafioso del juego clandestino conocido como "bichero".

La falta de dinero se ha sentido en todos los frentes. Neguinho, el cantante de la célebre escuela Beija Flor, dijo recientemente al diario O Globo que la escuela tuvo que "negociar salarios" para garantizar su participación en el carnaval.

El director de Uniao da Ilha advierte que "comienza a haber un consenso para no desfilar más en el futuro" si las autoridades no adoptan medidas.

"La alcaldía, los hoteles, los comercios se llenan los bolsillos. ¿Y nosotros? ¡Nada! No podemos seguir haciendo el carnaval en estas condiciones", exclama.

Y propone cobrar una tasa de 10 dólares a la entrada de cada turista en la ciudad que será revertida a las escuelas de samba.

Según de Souza, el "carnavalesco" a cargo del desfile de esta escuela, "el mayor desafío este año será superar la crisis. Y lo mismo se aplica a todas las escuelas de samba".

Cerca de 90% del material para los desfiles es importado de China. Los costos explotaron con la duplicación del precio del dólar frente al real el año pasado.

"Para nosotros, 100 metros de tela es poco, precisamos 600 metros por desfile, y eso multiplicado por 12 escuelas", dice como ejemplo.

Y además falta material en plaza, porque hay mercaderías que los importadores simplemente dejaron de traer.

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