En plena campaña derecha chilena afronta peor crisis de su historia reciente

  • A cuatro años de llegar al poder y poner fin a dos décadas consecutivas de gobiernos de la Concertación, la derecha chilena afronta la peor crisis de su historia reciente y puede salir muy malparada de las elecciones del noviembre próximo.

Manuel Fuentes

Santiago de Chile, 25 oct.- A cuatro años de llegar al poder y poner fin a dos décadas consecutivas de gobiernos de la Concertación, la derecha chilena afronta la peor crisis de su historia reciente y puede salir muy malparada de las elecciones del noviembre próximo.

Obsesionado por pasar a la historia como el presidente de la buena gestión, Sebastián Piñera formó su primer gobierno mayoritariamente con técnicos independientes procedentes del sector privado y colocó en segunda fila a quienes le habían ayudado a ganar las elecciones.

La decisión contrarió profundamente a sus aliados, los partidos derechistas Renovación Nacional (RN) y Unión Demócrata Independiente (UDI), que se sintieron marginados.

Y aunque en 2011 introdujo algunos cambios para dar más participación al sector político, la confianza ya estaba deteriorada definitivamente.

Fue entonces cuando muchos se acordaron de que Piñera no es un político de derechas al uso. De hecho, en su juventud estuvo a punto de ingresar en la Democracia Cristiana y además en el plebiscito de 1988 votó en contra de la continuidad de Augusto Pinochet.

La conducción del Gobierno a lo largo de estos casi cuatro años, más parecida a la toma de decisiones empresariales que al diálogo político, ha causado muchos disgustos a los partidos de la Alianza.

Una reforma tributaria que grava los impuestos de las empresas, el reconocimiento de las uniones entre personas del mismo sexo y el fin de un sistema electoral que históricamente ha beneficiado a la derecha no son, desde luego, iniciativas que entusiasmen a los conservadores.

Pese a todo, Piñera anhelaba entregarle la banda presidencial a uno de los suyos para darle continuidad a su proyecto político y hacer realidad así su gran sueño, que antes de que termine esta década Chile sea el primer país latinoamericano que alcanza el desarrollo.

Dejando a un lado las rencillas nunca resueltas entre los dos partidos de la coalición oficialista y el hecho de que el apoyo ciudadano a Piñera se mantiene por debajo del 40 %, el proceso para elegir al candidato presidencial se convirtió en una auténtica pesadilla.

Mientras la ex mandataria Michelle Bachelet, baza electoral de la oposición y clara favorita en todas las encuestas, lleva en campaña desde marzo, la derecha ha visto desfilar a cuatro candidatos en cinco meses.

Primero fue Laurence Golborne, el ministro a cargo del rescate de los 33 mineros de Atacama, quien se vio salpicado por escándalos financieros.

Después Andrés Allamand, un histórico de la derecha renovadora, perdió las elecciones primarias frente a Pablo Longueira, la apuesta electoral del movimiento gremialista.

Pero a los pocos días de su triunfo, Longueira, aquejado de una severa depresión, tiró la toalla, y en medio del desconcierto generalizado surgió la figura de la ministra de Trabajo, Evelyn Matthei, una veterana política con una zigzagueante trayectoria a sus espaldas.

Piñera y Matthei fueron integrantes de lo que en la transición se conoció como "la patrulla juvenil", un grupo de jóvenes políticos desvinculados de la dictadura y partidarios de reformar el sistema para hacerlo más moderno y participativo.

Su pasado no ha estado exento de enfrentamientos y aunque hoy ambos los dan por superados, lo cierto es que Piñera inicialmente mostró escaso entusiasmo por la candidata de la derecha.

Al malestar en las filas conservadoras por el tibio respaldo a Matthei se sumaron las declaraciones de Piñera con motivo del 40º aniversario del golpe de Estado en las que denunció la actitud de los "cómplices pasivos" del régimen de Augusto Pinochet.

La polémica, acrecentada por la decisión presidencial de cerrar un lujoso penal para militares condenados por violaciones a los derechos humanos, desató un debate acerca de si la derecha chilena es capaz de construir un nuevo proyecto político sin romper con la dictadura.

Una discusión impostergable para los partidarios de la renovación pero inoportuna para quienes ven peligrar las posibilidades, no ya de ganar la elección presidencial, sino de obtener unos resultados aceptables en los comicios legislativos.

Y por si fuera poco, en los últimos días, Evelyn Matthei se ha enzarzado en una agria polémica con Franco Parisi, un joven economista que con un discurso populista y neoliberal le está arrebatando parte del electorado.

De seguir así las cosas, el primer gobierno conservador de los últimos 50 años y el primero en un siglo que es elegido con mayoría absoluta probablemente pase a la historia política de Chile como un episodio aislado.

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