Encuestas electorales: la antesala de las urnas

  • ¿Acudirá a votar? ¿Qué candidato le merece más confianza? ¿A quién votó la última vez? Con estas y otras preguntas formuladas a miles de ciudadanos los expertos tratan de averiguar cuál será el resultado que el próximo 20 de noviembre saldrá de las urnas.

Asela Viar

Madrid, 13 nov.- ¿Acudirá a votar? ¿Qué candidato le merece más confianza? ¿A quién votó la última vez? Con estas y otras preguntas formuladas a miles de ciudadanos los expertos tratan de averiguar cuál será el resultado que el próximo 20 de noviembre saldrá de las urnas.

En esta ocasión las encuestas electorales le dan una abultada victoria al PP, que según el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) obtendría 74 diputados más que el PSOE con una cómoda mayoría absoluta que puede oscilar entre los 190 y 195 diputados.

Si se cumplen o no las predicciones solo depende de los votantes, pues a pesar de que los autores defienden a ultranza la fiabilidad de estos estudios, admiten que la suya no es una "ciencia exacta" y precisan que lo más importante es realizar una muestra lo más representativa posible y un formulario sin sesgos.

UNA PRUEBA NO SOLO PARA LOS POLÍTICOS

La posibilidad de comparar el resultado con la realidad pocas semanas después de haber sido realizadas y publicadas hace de las encuestas una prueba de fuego no solo para los políticos y los partidos, sino también para las empresas que las realizan.

"Quien no se fía de las encuestas es como quien no se fía de los termómetros, los datos están ahí, pero es el analista quien debe hacer una interpretación adecuada de los mismos", afirma en declaraciones a Efe José Pablo Ferrándiz, director general de Metroscopia.

Hace hincapié en que estos estudios reflejan la realidad de un momento determinado y recuerda que los factores que condicionan el voto de cada ciudadano pueden cambiar en los días previos a las elecciones.

"La gente no miente, dice lo que piensa que va a hacer en el futuro, por lo tanto las encuestas son una fotografía momentánea", precisa Ferrándiz, quien lamenta que, como en casi todo, los errores hagan más ruido que los aciertos.

En las dos últimas convocatorias de elecciones generales, en 2000 y 2004, los sondeos patinaron al no predecir una mayoría absoluta del PP en el primer caso, aunque sí acertaron con el triunfo de este partido, y una victoria del PSOE en el segundo, tres días después de los atentados del 11-M en Madrid.

MÁS PARTÍCIPES EN ENCUESTAS QUE EN ELECCIONES

De entre los parámetros que se miden, los expertos coinciden en que la participación es el más complicado de averiguar, pues normalmente los ciudadanos contestan afirmativamente a la pregunta de si acudirán a las urnas aunque luego no lo hagan.

"Parece que está mal decir que no vas a ir a votar, por eso el ochenta por ciento de los encuestados asegura que lo van a hacer y hay que incluir preguntas que maticen esa afirmación", explica el director de Metroscopia.

Situar en una escala de 0 a 10 la intención de ir a votar permite saber con más precisión si el interlocutor realmente tiene intención de participar en las elecciones o si, por el contrario, lo hace por aceptación social.

En cualquier caso, Ferrándiz resalta que al margen de este tipo de dificultades, el grueso de la ciudadanía colabora en la recogida de datos y responde sin mayores problemas a las cuestiones planteadas, a pesar de tratarse de un tema tan personal como lo es el voto.

Considera que esto se debe a que en España, a diferencia de otros países, las encuestas son más recientes, por lo que la gente está "encantada" de participar al considerarlas un "altavoz".

ELEMENTOS DE LUCHA POLÍTICA

Además de orientar por dónde va a ir el voto en las elecciones, estos estudios han servido en alguna ocasión de arma arrojadiza entre los partidos, lo que dificulta el trabajo a quienes se dedican a realizar las entrevistas.

"Las encuestas son neutrales, buscan decir lo que el conjunto de la población piensa en ese momento, si por cualquier circunstancia los políticos las introducen en la guerra política eso puede llevar a distorsiones", explica a Efe el Director de Sigma Dos, José Miguel de Elías.

Recuerda cómo en 1995 el que fuera presidente y candidato socialista a las elecciones, Felipe González, dijo que "iba a ganar las encuestas" sin percatarse de que estaba situándolas en la diana política.

"En aquel momento nos convertimos en el enemigo, de manera que los votantes socialistas tendían a participar menos que los demás", rememora.

Este efecto, aunque en menor medida, se produce también cuando la victoria de un partido frente a otro es clara: "Mientras los votantes eufóricos tienden a participar más, los simpatizantes de una formación que pudiera estar deprimida suelen contestar algo menos", expone.

La guerra política también se hace extensible a los candidatos, que tienden a posicionarse de una forma u otra en función de los resultados.

"Cualquiera que sale mal en una encuesta tiende a desacreditarla, mientras que el que obtiene mejores resultados ni la apoya ni la difama, se mantiene al margen", resalta.

¿MODIFICAN EL VOTO?

"La gente dice que no le influyen las encuestas, y yo me inclino a pensar que es cierto, que toma sus decisiones individualmente, incluso mucho tiempo antes de las elecciones", indica a Efe el Catedrático de Sociología de la Universidad Autónoma de Madrid y ex presidente del Centro de Investigaciones sociológicas (CIS) Ricardo Montoro.

Las experiencias pasadas arrojan algo de luz al respecto, pues, según recuerda, una encuesta para las elecciones autonómicas y municipales de mayo realizada con varios meses de antelación acertó los resultados, mientras que otra de la misma empresa quince días antes no obtuvo el mismo éxito.

Por ello se inclina a pensar que, en una situación normal, "como la de ahora", la gente ha tomado la decisión hace meses y cree que lo que realmente determina el voto de los ciudadanos es el argumento de cada partido político, "más que lo que digan las encuestas".

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