Exprimer ministro laborista australiano se hace con la jefatura del partido

  • El exprimer ministro de Australia Kevin Rudd ganó hoy en una votación interna la jefatura del partido Laborista que le allana el camino para sumir las riendas del Ejecutivo.

Sídney (Australia), 26 jun.- El exprimer ministro de Australia Kevin Rudd ganó hoy en una votación interna la jefatura del partido Laborista que le allana el camino para sumir las riendas del Ejecutivo.

En una votación interna, los laboristas devolvieron hoy la confianza a Rudd con 57 votos frente a los 45 que recibió Julia Gillard, quien en 2010 se convirtió en la primera mujer en asumir la jefatura del Ejecutivo australiano tras desbancar a su rival de partido.

Tras pronunciar un emotivo discurso de despedida, Gillard anunció su renuncia como jefa del Ejecutivo.

El paso siguiente es que Rudd jure como primer ministro ante la gobernadora general de Australia, Quentin Bryce, aunque para ello debe asegurar que cuenta con el apoyo de la mayoría de los escaños del Parlamento.

Esta nueva crisis del laborismo australiano, la tercera desde que gobierna Gillard, ha ocurrido en la última semana de sesiones del Parlamento antes de las elecciones generales, que se celebrarán el 14 de septiembre o en agosto, si Rudd decide adelantarlas.

La votación fue anunciada por Gillard de forma inesperada después de que simpatizantes de Rudd pidieran la salida de la primera ministra, cuya popularidad había descendido en las encuestas de intención de voto.

"Cualquiera que se presente a la votación esta noche tendrá que aceptar las siguientes condiciones: si ganas, dirigirás el laborismo; si pierdes, te retiras de la política", adelantó la exmandataria, según la cadena ABC.

Rudd, que también se comprometió a lo mismo, consiguió desbancar a su compañera de partido a la tercera, tras intentarlo infructuosamente en marzo de este año y en febrero de 2012.

"Decenas y miles de australianos me han pedido que hiciera esto durante mucho tiempo", dijo Rudd, quien justificó así haber roto la promesa de que no volvería a intentar arrebatar a Gillard el liderazgo del partido.

También dijo que no podía permitir que el jefe de la oposición ganara las próximas elecciones, frente a las que los laboristas aparecían con desventaja en las encuestas.

"Tenemos un gran futuro, pero ese futuro no está garantizado. Como he dicho antes, aquí en Australia, tenemos que buscarnos nuestra propia suerte como podamos, somos buenos en ello. Si trabajamos, traeremos seguridad", dijo el nuevo líder laborista tras la votación.

De momento, su trabajo es conseguir los apoyos necesarios para ser nombrado primer ministro por la gobernadora general, antes de las elecciones de septiembre o agosto.

Algunos legisladores independientes ya han expresado su apoyo a Rudd, como es el caso de Bob Katter o de Andrew Wilkie, quien adelantó que de ninguna manera apoyará un voto de una posible moción de censura.

Por su lado, la líder del Partido Verde, Christine Milne, dijo que su formación no hará nada que facilite al conservador Tony Abbott a convertirse en primer ministro.

En caso de que Rudd no logre la mayoría de los apoyos parlamentarios, la gobernadora general Bryce podría nombrar a Abbott primer ministro o dejar a Rudd como jefe en funciones del Ejecutivo, según dijo el experto constitucionalista George Williams en declaraciones citadas por el portal de la revista "Monash Weekly".

En su emotiva despedida, Gillard recordó algunos de sus logros, entre ellos la reciente reforma educativa y la investigación sobre abusos sexuales a menores en el seno de las instituciones estatales o religiosas.

"Hace tres años tuve la oportunidad de ser elegida como líder de los laboristas... este honor fue realmente conmovedor", dijo la política, quien felicitó a su correligionario.

Renunciaron a sus cargos los más cercanos colaboradores de Gillard como el viceprimer ministro y jefe de la oficina del Tesoro federal, Wayne Swan; así como el titular de Cambio Climático, Greg Combet.

En junio 2010, Gillard forzó la dimisión de Rudd, tras asegurarse la mayoría de los apoyos del partido, y pasó de viceprimera ministra a jefa del Gobierno, posición que revalidó dos meses más tarde en unos comicios en los que obtuvo un ligera victoria.

El líder de la oposición afirmó que prefiere un adelanto electoral para que los australianos elijan a su líder y que deja en manos de la gobernadora general si nombra o no a Rudd como primer ministro.

Recientes encuestas de opinión revelan que los electores se decantan entre Abbott y Rudd y que el retorno del exprimer ministro daría mayores posibilidades de que el Partido Laborista.

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