Jardim, todo un récord de permanencia al frente de Madeira

  • Alberto Joao Jardim presentó hoy su dimisión como presidente del archipiélago autónomo portugués de Madeira, una posición que ocupaba desde hace 37 años, todo un récord de permanencia al alcance de pocos.

Óscar Tomasi

Lisboa, 12 ene.- Alberto Joao Jardim presentó hoy su dimisión como presidente del archipiélago autónomo portugués de Madeira, una posición que ocupaba desde hace 37 años, todo un récord de permanencia al alcance de pocos.

Polémico, díscolo y acusado por sus enemigos de cacique, Jardim, de 71 años, es el político con más tiempo en el cargo de la Historia portuguesa reciente, "honor" que arrebató en 2014 a António de Oliveira Salazar, quien llevó las riendas de Portugal con mano de hierro desde 1932 y hasta 1968.

El dirigente madeirense, miembro del centro-derechista Partido Social Demócrata (PSD), uno de las formaciones tradicionales lusas junto a los socialistas, acumuló más de 13.000 días en el poder desde 1978, cuando sustituyó al primer presidente regional elegido tras la dictadura, Jaime Ornelas Camacho.

Desde entonces, venció en los nueve comicios autonómicos celebrados en el pequeño y turístico archipiélago famoso por ser la tierra natal del futbolista Cristiano Ronaldo y, en todos los casos, lo hizo con mayoría absoluta.

En la última cita electoral, en el 2011, logró el 48 % de los votos, su peor resultado electoral, que evidenció un importante desgaste de su figura.

Su marcha, anunciada ya a principios de diciembre de 2014 y hecha oficial hoy, deja dos posibles escenarios: que su sucesor -Miguel Albuquerque, recientemente escogido por los militantes del partido- gobierne hasta los comicios previstos para octubre o que se convoquen elecciones anticipadas.

Jardim anunció su retirada y puede que esta vez sea la definitiva: ya en 2007 dijo que renunciaba al cargo por diferencias con el Gobierno de Lisboa, pero volvió a presentarse como candidato en elecciones y arrasó una vez más.

Y ahora deja el cargo de presidente de Madeira pero no sin antes "amenazar" con regresar en breve al ruedo político, esta vez para las elecciones a la Jefatura de Estado de Portugal, en 2016.

Siempre controvertido, durante sus mandatos se ha caracterizado por agitar periódicamente el fantasma del independentismo madeirense, reflejo del continuo "tira y afloja" que mantuvo con las autoridades del Ejecutivo de Lisboa, incluso cuando éstas pertenecieron a su mismo partido.

Ha mantenido enconados desencuentros con el actual primer ministro luso, el conservador Pedro Passos Coelho, al que llegó a desafiar en más de una ocasión para después moderar sus palabras.

Tachado de populista por sus rivales en la arena política, se le acusa de utilizar medios de comunicación como el "Jornal de Madeira" -del que fue director antes de asumir cargos públicos- para consolidar su extensa red de poder e influencia.

Diferentes politólogos y economistas han censurado también a lo largo de estos años el elevado número de funcionarios del archipiélago, que suponen en torno a una cuarta parte de su población activa (unos 31.000 trabajadores), lo que, en su opinión, favorece el "clientelismo".

No obstante, quienes lo apoyan destacan el trabajo de Jardim a la hora de mejorar las infraestructuras de Madeira y las condiciones de vida de sus ciudadanos, aunque fuera a costa de engordar la deuda pública de la región hasta niveles insostenibles, lo que acabó por obligarle a pedir un rescate financiero a Lisboa.

La región fue históricamente uno de los destinos favoritos de ricas familias inglesas, cuyo poder e influencia sólo remitió con la llegada de la democracia a Portugal (1974).

Pese a los avances conseguidos desde entonces, continúa figurando entre las zonas más pobres y desiguales del país.

Madeira está compuesta por dos islas y dos islotes, cuenta con 801 kilómetros cuadrados de extensión y 268.000 habitantes. Localizada en el Océano Atlántico, a 860 kilómetros al sur de Lisboa, su exuberancia natural es la base de su atractivo turístico, sector del que depende su economía.

Además, el archipiélago es considerado un "centro offshore", calificación apenas un peldaño por debajo de la de paraíso fiscal, motivo por el que se ha convertido en sede de centenares de empresas que sitúan en él su domicilio pese a no contar con actividad operativa en la zona.

Los exabruptos de Jardim han sido nota habitual durante sus 37 años en el Gobierno regional, igual que sus tensas relaciones con parte de la prensa.

Famoso fue el cartel que hizo colocar hace unos meses en la sede de su partido, en el que prohibía la entrada a "periodistas, no militantes y animales".

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