Jean-Marie Le Pen condenado a 5.000 euros de multa por injuriar a los gitanos

París, 19 dic.- El presidente de honor del ultraderechista Frente Nacional francés (FN), Jean-Marie Le Pen, fue condenado hoy a una multa de 5.000 euros por haberse burlado de los gitanos en unas palabras que el Tribunal Correccional de París consideró "injurias públicas" con carácter de tipo racista.

Con un ingenioso juego de palabras, Le Pen, de 85 años, vino a decir que los gitanos "roban naturalmente", durante la universidad de verano de su partido en la localidad de La Boule, en el noroeste del país, en septiembre de 2012.

El fundador del FN utilizó la palabra "vol", que en francés significa tanto vuelo como robo.

Imitando a unos gitanos aseguró: "Somos como los pájaros, volamos (o robamos) naturalmente".

Esas afirmaciones fueron consideradas injuriosas y con carácter racista por el tribunal, que sin embargo impuso al líder ultraderechista una pena inferior a la reclamada por la Fiscalía, que había solicitado una condena a dos meses de cárcel exentos de cumplimiento y 10.000 euros de multa.

Le Pen fue denunciado por el Movimiento contra el Racismo y la Amistad entre los Pueblos y por la Unión de Estudiantes Judíos de Francia.

El abogado del líder ultraderechista había pedido su libre absolución por considerar que se trataba de una broma.

La condena impuesta a Le Pen se suma a otras muchas que ha recibido a causa de sus declaraciones.

En junio pasado fue sentenciado a tres meses de prisión sin cumplimiento y 10.000 euros de multa por haber considerado en una entrevista en 2005 que "en Francia la ocupación alemana (durante la Segunda Guerra Mundial) no fue particularmente inhumana, pese a que hubo algunos atropellos, inevitables en un país de 550.000 kilómetros cuadrados".

En 2005 le impusieron una multa de 10.000 euros por unas palabras contra los inmigrantes, y en 1998 una pena similar por defender la desigualdad de razas.

En 1997 fue multado por sostener que las cámaras de gas nazis fueron "un detalle de la historia".

Ocho años antes ya había sido condenado por negar la existencia de ese instrumento de exterminio en un país donde la negación del genocidio es considerada delito.