El jefe de los talibanes afganos afianza su autoridad

El jefe de los talibanes afganos, el mulá Ajtar Mansur, eliminó a algunos rivales y sometió a otros para consolidar su autoridad en un movimiento fraccionado antes de la "temporada de combates", en la que espera victorias "espectaculares" contra el ejército.

Desde que el año pasado sucedió al mulá Omar, fundador de los talibanes, Mansur dio muestras de poca autoridad. Muchos líderes históricos se negaron a jurarle lealtad alegando que el proceso para su designación fue una chapuza y estaba amañado.

Las guerras internas no han impedido a los talibanes acentuar su insurrección y obtener triunfos militares relámpago que calaron entre la población. Como la toma de Kunduz, que controlaron en septiembre durante unos días antes de ser expulsados por el ejército afgano, respaldado por sus aliados de la Otan.

Los islamistas esperan repetir sus hazañas en la "temporada de combates" que comenzará en las próximas semanas.

"Preparémosnos para asestar golpes decisivos al enemigo por el amor de Alá, con determinación y entusiasmo", lanzó el mulá Mansur en un mensaje difundido en la página web de los talibanes hace unos días.

Unas palabras de aliento a la par que lleva a cabo una purga interna e intenta recuperar a los renegados.

Dos de las voces más críticas, los mulás Abdul Manan y Mohamed Yaqub, hermano e hijo respectivamente del difunto mulá Omar, obtuvieron puestos de responsabilidad en la shura de Quetta, el órgano central de los talibanes en Pakistán. La semana pasada, otro escéptico, el mulá Qayum Zakir, juró lealtad al mulá Mansur.

No se sabe si estas adhesiones en cascada son fruto de una decisión voluntaria o si el mando militar paquistaní, considerado cercano al mulá Mansur, ejerció presiones sobre ellos.

Los más recalcitrantes, los mulás Dadulá y Rasul, dos disidentes, corrieron otra suerte: uno murió en combate contra las fuerzas de Mansur y el otro fue detenido por el ejército paquistaní.

El mulá Mansur se centró "en su estrategia de consolidación de poder", estima Michael Kugelman, analista del centro de reflexión estadounidense Woodrow-Wilson. "Entendió muy bien que había llegado la hora de hacer cuanto pudiese para eliminar la gran debilidad de los talibanes: sus luchas de poder internas", prosigue.

Lo hizo aupado por una serie de victorias en el terreno que le confirieron cierta credibilidad como comandante militar y además levantaron la moral de sus tropas.

Después de la invasión de Kunduz conquistaron algunos distritos en Helmand, una provincia del sur donde se produce la mayor cantidad del opio afgano. Según sus lugartenientes, el mulá Mansur no se detendrá.

"Mansur se prepara para una vasta ofensiva militar y más victorias espectaculares contra el gobierno este año", asegura a la AFP el mulá Qasem, un antiguo comandante talibán que vive en Helmand. "Una vez que haya conseguido estos triunfos, pocos comandantes se atreverán a cuestionar su autoridad", pronostica.

En el otro bando, las fuerzas de seguridad afganas se preparan para su segunda "temporada de combates" sin el apoyo de las tropas de la Otan, que se limitan al asesoramiento y formación desde el final de su misión de combate en diciembre de 2014.

"Será un año muy difícil para ellas, sobre todo porque están corroídas por la corrupción y son víctimas de una gestión desastrosa", afirma el analista militar Atiqulá Amarkhil.

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