La campaña electoral en Ecuador inicia apagada, calma que la oposición busca volver tempestad

  • Quito, 20 mar (EFE).- La campaña electoral en Ecuador para los comicios generales del próximo 26 de abril arrancó sin una incidencia social destacable y con escaso eco en los medios de comunicación, una calma que la oposición pretende convertir en tempestad de cambio.

Quito, 20 mar (EFE).- La campaña electoral en Ecuador para los comicios generales del próximo 26 de abril arrancó sin una incidencia social destacable y con escaso eco en los medios de comunicación, una calma que la oposición pretende convertir en tempestad de cambio.

El pasado 10 de marzo se dio inicio a un proceso que, a juzgar por los resultados de todos los sondeos, debería significar la reelección sin contratiempos del actual presidente, Rafael Correa, quien desde 2007 lidera también un cambio con su "revolución ciudadana", la "patria nueva" y el socialismo.

En esta cita los ecuatorianos deberán elegir al presidente y al vicepresidente de la república, asambleístas nacionales y representantes de los ecuatorianos en el exterior, además de alcaldes, prefectos provinciales y concejales metropolitanos.

En cuanto a la elección presidencial, Correa se enfrentará a otros siete candidatos: el multimillonario Álvaro Noboa, el ex mandatario Lucio Gutiérrez, la socialista Martha Roldós, el izquierdista Diego Delgado, el socialdemócrata Carlos González y los independientes Carlos Sagñay y Melba Jácome.

Según las encuestas, en la disputa por el segundo lugar entrarían Noboa, Gutiérrez y, con menos posibilidades, Roldós; mientras que los otros cuatro postulantes, con una intención de voto que ronda el 1 por ciento, no parece que tengan ninguna oportunidad.

En diez días de campaña, quizá porque aún queda más de un mes para la cita con las urnas, por la certeza de la superioridad de Correa o por la carencia de fuerza suficiente de los otros candidatos, no se observa en el país el agitado ambiente electoral que había caracterizado a anteriores convocatorias.

Los medios de comunicación se limitan por el momento a los análisis políticos sobre los candidatos y sus programas, pero la presencia de la estricta actualidad de la campaña en las informaciones queda lejos de ser notoria.

En las calles de Quito, las pancartas son testimoniales y los carteles y panfletos publicitarios recuerdan tímidamente a los aparentemente despreocupados ciudadanos que se encuentran en plena campaña electoral.

Puede hablarse de falta de emoción o bien de tranquilidad para definir la sensación que acompaña a estos primeros días de la carrera hacia el Palacio de Carondelet, sede de la Presidencia, pero esta aparente calma podría preceder a la tempestad que auguran, sin mucho entusiasmo, los críticos de Correa.

Si éstos aceptan la aparentemente inalcanzable ventaja de Rafael Correa en la primera vuelta, confían, en particular Noboa y Gutiérrez, poder llegar a la segunda, el 14 de junio, para provocar el cambio de la tendencia.

Cabe recordar que la inestabilidad ha reinado en Ecuador en los últimos años, pues desde la destitución de Abdalá Buracam por "incapacidad mental" en 1997 tras sólo seis meses de mandato, Correa es, hasta ahora, el octavo presidente del país.

Tras la reforma constitucional aprobada en referéndum popular el pasado 28 de septiembre, y si resulta vencedor en estas elecciones, Correa, en la Presidencia desde 2007, podría presentarse de nuevo en 2013 por lo que tendría la opción de sumar diez años en la máxima magistratura del país.

Lejos parecen quedar los tiempos en que los presidentes corrían al aeropuerto para escapar de las masas enfurecidas, a las que poco faltaba para linchar al gobernante, o eran víctimas de decisiones asamblearias de más que cuestionable legalidad.

Incluso los movimientos indígenas, que antaño paralizaban al país con cortes en todas las vías principales, parecen haber perdido su histórico poder de convocatoria, que podía llegar a cambiar a un gobierno en tan sólo unas horas.

La tranquilidad, hasta el momento, parece restar emoción a la campaña electoral, pero, dados los antecedentes, nadie se atreve a augurar que esta calma no preceda a una tempestad.

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