La crisis y la frialdad con el Gobierno abren el segundo mandato de Cavaco

  • Lisboa.- El conservador Aníbal Cavaco Silva inicia este miércoles su segundo mandato de cinco años como presidente de Portugal en medio de la peor crisis que recuerda el país y con una fría y deteriorada relación con el Gobierno socialista.

La crisis y la frialdad con el Gobierno abren el segundo mandato de Cavaco
La crisis y la frialdad con el Gobierno abren el segundo mandato de Cavaco

Lisboa.- El conservador Aníbal Cavaco Silva inicia este miércoles su segundo mandato de cinco años como presidente de Portugal en medio de la peor crisis que recuerda el país y con una fría y deteriorada relación con el Gobierno socialista.

Líder histórico del principal partido de la oposición lusa, el Social Demócrata (PSD), Cavaco prometió al ganar las elecciones presidenciales del pasado 23 de enero que lucharía contra los problemas económicos de Portugal, aunque sus propuestas para superar la crisis no coinciden con la política del poder Ejecutivo.

La investidura de Cavaco, que se realiza en el Parlamento sin invitados internacionales por ser fruto de una reelección, supone además, para el primer ministro luso, José Sócrates, el fin del periodo de gracia en el que la Constitución impedía la convocatoria de elecciones legislativas anticipadas.

La cohabitación entre Cavaco, de 71 años, y el jefe del Ejecutivo se situó, en la campaña electoral de enero pasado, en sus momentos más bajos y varios dirigentes socialistas expresaron el temor a que el jefe de Estado ayude a derribar al Gobierno y aupar al PSD, ahora favorito en las encuestas.

Aunque Cavaco negó tener "apetencia" por cambiar el Gobierno y el líder del PSD, Pedro Passos Coelho, aseguró que no desea elecciones anticipadas, hay constantes fricciones por la gestión de la crisis entre la principal fuerza de oposición y Sócrates, que perdió la mayoría absoluta en las elecciones legislativas de 2009.

Apenas 24 horas después de la investidura de Cavaco, el primer ministro se enfrenta a una moción de censura planteada por el marxista Bloque de Izquierda, si bien el PSD, necesario para que prospere, adelantó el mes pasado que no la respaldará.

Cavaco derrotó en las elecciones presidenciales de enero, en primera vuelta y con el 52 % de los sufragios al candidato socialista, Manuel Alegre, que apenas obtuvo el 19 % de los votos.

Nada más confirmarse su reelección, el jefe de Estado anunció que "cooperaría" con las demás instituciones, en alusión al Gobierno socialista, pero expresó también su determinación a luchar contra el desempleo y el endeudamiento externo y reforzar la competitividad de la economía lusa.

Con todo, el jefe de Estado carece en Portugal de poderes ejecutivos y sus principales cometidos son sancionar leyes, convocar elecciones y encargar la formación de Gobierno.

En sus anteriores cinco años en el cargo, Cavaco devolvió al Parlamento catorce leyes, aunque no en todos los casos logró que se hicieran las modificaciones que pedía.

Además se vio obligado a sancionar algunas de las normas más polémicas promovidas por los socialistas, como el matrimonio homosexual, el divorcio sin consentimiento mutuo, la despenalización del aborto y la ampliación de la autonomía de las islas Azores.

Ya en su segundo mandato, la semana pasada anunció que sancionaba "por imperativo constitucional" la ley sobre cambio de sexo, a cuyo contenido se había opuesto sin éxito.

Economista y primer ministro con el PSD entre 1985 y 1995, Cavaco es el cuarto jefe de Estado portugués tras la revolución del 25 de Abril de 1974 y sigue en el cargo al general Antonio Ramalho Eanes (1976-1986) y a los socialistas Mario Soares (1986-1996) y Jorge Sampaio (1996-2006).

El dirigente conservador asume su segundo mandato en medio de una crisis sin precedentes en la democracia lusa, que tiene al país bajo la mira de un posible rescate financiero y una fuerte presión de los mercados sobre su deuda soberana.

Sócrates puso en vigor el año pasado un duro programa de ajuste económico para reducir el déficit del Estado y tranquilizar a Bruselas y a los mercados, que ha supuesto aumento de impuestos y reducción de salarios y gastos en la Administración.

Pero Cavaco se ha quejado con frecuencia de los errores de la política económica socialista y se opone al endeudamiento de las grandes inversiones planeadas por Sócrates, que sólo mantiene ya en ejecución, y pese a la oposición del PSD, el tren de alta velocidad con España.

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