La presidenta de Costa Rica admite que los 'narcos' pueden corromper a sus políticos

  • El país centroamericano está convirtiendo su lucha contra el narcotráfico en una de sus máximas prioridades. Su presidenta, Laura Chinchilla, analiza el problema en esta entrevista.
Chinchilla denuncia el impacto del crimen organizado transfronterizo en Centroamérica
Chinchilla denuncia el impacto del crimen organizado transfronterizo en Centroamérica
Efe
Nick Miroff, San José (Costa Rica) | GlobalPost
Nick Miroff, San José (Costa Rica) | GlobalPost

Apacible, tranquilo, de mentalidad ecológica, Costa Rica ha sido durante mucho tiempo un oasis en mitad de un vecindario difícil, la 'Suiza de Centroamérica', como a dice la propaganda turística.

Un experto en seguridad de Costa Rica ha dicho que cuando sus colegas van de viaje de negocios a El Salvador o a Honduras dicen que van a "Centroamérica", como si su propio país ni siquiera formase parte del istmo.

La frase "pura vida" es el lema nacional, que se utiliza para los saludos y despedidas de la misma forma que se utiliza en Hawai "Aloha".

Pero Costa Rica no es una isla, y sus problemas regionales la están arrastrando. Con los cárteles mexicanos de la droga compitiendo para asegurarse nuevas rutas de tráfico para el contrabando de cocaína hacia Estados Unidos, la tasa de asesinatos en Centroamérica está aumentando y los datos de Naciones Unidas muestran que ahora es la región más violenta del mundo.

Las estadísticas de homicidios en países como Honduras y El Salvador siguen siendo más de seis veces superiores a la de Costa Rica, pero el país tiene casi el doble de asesinatos ahora con respecto al año 2004, y las encuestas de opinión pública muestran que los problemas de seguridad son ahora la principal preocupación para los costarricenses.

Los agentes de la DEA (Agencia Antidroga de EEUU) y los responsables de seguridad de Costa Rica dicen que los cárteles cada vez más el país como un almacén de cocaína hacia Estados Unidos desde Colombia.

Sin embargo, mientras que otros países de América Central están desplegando sus ejércitos para combatir a los traficantes en las ciudades y selvas remotas, Costa Rica no tiene dichas fuerzas de combate, ya que abolió su ejército en 1948 en favor de un mayor gasto en salud y educación. Sus cuerpos de policía, sin apenas fondos, tienen equipamiento obsoleto y poca experiencia en tratar contra el crimen organizado.

Frente a la riqueza y el poder corruptor de los cárteles, la democracia de Costa Rica se enfrenta ahora a una prueba como ninguna otra, dice la presidenta Laura Chinchilla, quien asumió el cargo en mayo de 2010, después de desplegar una campaña de ley y orden.

Exministra de Justicia y jefa de Seguridad, Chinchilla es la primera mujer presidenta de Costa Rica, pero se ha visto golpeada por una mala racha últimamente, luchando con varias huelgas, el hundimiento de las tasas de aprobación y estadísticas sobre la delincuencia que se mantienen obstinadamente altas.

Sin embargo, Chinchilla es un socio clave de EEUU en la lucha contra la droga y una de los principales defensoras de una mayor cooperación entre los países centroamericanos que luchan por detener a los cárteles. Se sentó recientemente con nosotros en San José para una entrevista.

¿Le preocupa que si usted presta más atención a la amenaza del tráfico de drogas esto perjudique a la imagen de su país para el turismo?

Mientras podamos demostrar resultados y decir que estamos conteniendo el problema, creo que no va a ser un problema en lo que respecta a la atracción de la inversión o del flujo de turismo hacia nuestro país.

Así que por eso es importante reconocer que el problema existe, pero al mismo tiempo decirle a la gente que estamos trabajando muy duro, que ésta es una de las prioridades más importantes en nuestra agenda, y mostrar los resultados.

¿Cómo son los cárteles que usan Costa Rica?

Somos el típico caso de un país de tránsito. Pero las tendencias también demuestran que Centroamérica no es sólo un país de tránsito, sino que los cárteles han establecido operaciones en algunos países de Centroamérica.

Algunas de las cifras del Gobierno de Estados Unidos muestran que la mayoría de cocaína que entra en EEUU proviene desde Centroamérica. Lo que hemos visto es que hay vínculos entre mafias locales y los cárteles mexicanos, así como los cárteles colombianos, que siguen operando en una escala menor.

¿Costa Rica no necesita un ejército?

¿En términos de defender el país de los cárteles de la droga? No, no lo creo. Estoy convencida de que la lucha contra los cárteles de las drogas requiere de instituciones fuertes y de utilizar la información de la manera más inteligente.

La lucha contra los cárteles es más una cuestión de inteligencia más que de fuerza, así que no creo que sea necesario disponer de un ejército. De hecho, es muy interesante ver que mientras que la parte norte de Centroamérica tiene ejércitos, no encuentras ejércitos en Panamá y Costa Rica.

Somos países que están más cerca de Colombia, y sin embargo, son dos de los países más seguros de la región, y lo hemos hecho mucho mejor en términos de evitar que los cárteles de la droga entren en nuestros países con respecto al resto de los países centroamericanos. Así que la conclusión es que no es necesario tener un ejército para tener éxito.

¿En qué etapa de la lucha se encuentran aquí? ¿Cree que están ganando?

No podría decir que estamos ganando la batalla. Estamos haciendo lo mejor para ganarla. Pero somos conscientes de que necesitamos más instrumentos, más recursos y una mayor cooperación internacional.

Los cárteles tienen una capacidad enorme para corromper con el dinero que tienen.

Es verdad.


Y ustedes han tenido casos de corrupción en las más altas esferas.

Sí. Probablemente jueces; la policía, ya confirmado. En el sistema político aún no hemos tenido ningún caso pero no podemos descartar esa posibilidad.


¿Es éste el reto más grande al que ha hecho frente Costa Rica? ¿Cómo lo compararía a los años 80, cuando tenían ustedes al general panameño Noriega a un lado y la guerra civil de Nicaragua al otro?

Desde luego que lo es [el mayor reto], porque durante los años 80 había fuerzas batallando en la zona, pero tenían una estructura, tenían una ideología. Estaban luchando a favor de distintas formas de dirigir una sociedad, pero era un problema político.

Esto tiene que ver con la supervivencia de las instituciones, y no importa que sean de izquierdas o de derechas, no importa qué tipo de ideología tenga su gobierno. Esto tiene que ver con las instituciones y lo que hacen [los cárteles] en corromperlas para trastornar la ley y, naturalmente, para infundir situaciones de pánico para que los países no puedan prosperar.

Así que esto es muy distinto, y no recuerdo en toda nuestra historia una amenaza como ésta con el crimen organizado.

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