La segunda vida de la cuna del fado

  • Fundado por los musulmanes en el siglo XII y cuna del fado en el XIX, el barrio lisboeta de la Mouraria busca desterrar su marginal estampa de droga y prostitución con un ambicioso plan de rehabilitación urbana.

Antonio Torres del Cerro

Lisboa, 14 ago.- Fundado por los musulmanes en el siglo XII y cuna del fado en el XIX, el barrio lisboeta de la Mouraria busca desterrar su marginal estampa de droga y prostitución con un ambicioso plan de rehabilitación urbana.

Más de una decena de intervenciones urbanísticas y numerosos proyectos sociales promovidos por el Ayuntamiento de Lisboa han abierto una puerta a la esperanza para los cerca de 5.000 habitantes del céntrico y emblemático barrio.

Otrora motor del desarrollo de Lisboa junto a las históricas zonas de Alfama, Castelo, Bairro Alto, Bica y Madragoa, Mouraria carga el estigma de la exclusión desde su alumbramiento.

El barrio, situado en una área intramuros de la célebre colina de Sao Jorge, fue ideado por el primer rey de Portugal, Afonso Henriques, como una especie de "destierro" para los musulmanes, a los que interesaba mantener controlados después de la reconquista cristiana de la ciudad en el año 1147.

Nueve siglos más tarde, el alcalde de la capital lusa, el socialista António Costa, ha impulsado un plan para abrillantarlo y despojarlo de la imagen lumpen que se labró en las últimas décadas por las drogas y la prostitución.

El Consistorio ejecuta un proyecto inspirado en programas de rehabilitación de Nueva York, Madrid, Barcelona o Londres que persigue atraer a las poblaciones jóvenes y familias a un barrio habitado mayoritariamente por ancianos e inmigrantes.

"El Ayuntamiento promueve un conjunto de programas de apoyo a los emprendedores y al comercio local, así como una programación lúdico-cultural bastante diversificada", expuso a EFE Costa.

La creación de bolsas de alquiler para jóvenes, la inauguración de un gran centro de salud, una guardería o una mejora del mobiliario urbano son proyectos en curso. Conciertos, teatro, cine al aire libre y rutas turísticas cantadas integran otras de las recientes iniciativas que pueden disfrutarse en el barrio.

"Estamos invirtiendo casi cuatro millones de euros en la rehabilitación de un edificio, donde funcionará el Centro de Innovación de la Mouraria", añadió Costa, quien trasladó el pasado año su despacho al propio barrio, gesto interpretado como un claro respaldo al plan.

De la Mouraria original, los vestigios son escasos. La expulsión de los musulmanes y los judíos en 1497 se siguió a la reconstrucción del barrio, contó a EFE Nuno Franco, uno de los presidentes de la asociación "Renovar à Mouraria".

Franco, residente en el barrio hace 34 años, explicó que con el paso de los siglos se fue poblando por gente de escasos recursos económicos mientras nacía un ambiente proclive a la prostitución, sobre todo al abrigo de las tabernas frecuentadas por marineros.

El siglo XIX y parte del XX situaron al barrio como parada obligatoria de la bohemia lisboeta, especialmente después del surgimiento del fado, el estilo musical luso por excelencia y designado recientemente patrimonio inmaterial de la Humanidad.

"Con toda propiedad se puede decir que la Mouraria es la cuna del Fado, y no Alfama o cualquier otro barrio", aseveró Franco.

A pesar de no haber consenso entre los historiadores sobre el origen exacto del género -algunos lo sitúan en las mornas de Cabo Verde, otros en distintos ritmos indolentes de África-, la mayoría converge en que fue la prostituta Maria Severa Onofriana (1820-1846) quien le dio el impulso definitivo.

"Ella vive una gran pasión con el Conde de Vimioso, que lleva el fado a la Corte, donde lo acompañan con piano, y así nace esta tradición tan portuguesa", resumió el responsable de la asociación, quien organiza periódicamente paseos turísticos por la Mouraria.

No solo las raíces del fado se encuentran en el barrio. Un vasto patrimonio histórico conformado por iglesias barrocas, palacios majestuosos, azulejos del siglo XIII y viviendas del XVII se esparce por sus laberínticas calles, donde también creció una de las voces más internacionales de Portugal, la fadista Mariza.

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