Durante los seis días de festejos, del 4 al 9 de febrero, decenas de miles de "Jecke" (los "locos" del carnaval en dialecto renano) se hacen con el control de la ciudad, pero este año deberán compartirlo con una policía que decidió reforzar sus efectivos con relación a 2015.
El 31 de diciembre pasado, los alrededores de la estación central de ferrocarriles, en el centro de Colonia, fueron el escenario de centenas de agresiones, especialmente contra las mujeres, por parte de grupos de hombres.
Más de mil personas presentaron una denuncia, el 40% de ellas por agresiones de tipo sexual, y los presuntos agresores son "en gran parte" solicitantes de asilo o migrantes oriundos del norte de África, según la policía.
Tras estos incidentes, la seguridad del carnaval, importante fiesta del patrimonio popular alemán, se ha convertido en un asunto prioritario para Colonia, su región y otras partes de Alemania.
"Apreciamos nuestra libertad, la libertad de opinión y, especialmente, la libertad de 'los locos'", recordó la canciller alemana, Angela Merkel, quien recibe cada año a los representantes de los carnavales.
Guido Kahlen, director de los servicios de la ciudad de Colonia, habla por su parte de una "prueba de fuego". "Debemos demostrar que sacamos conclusiones de los hechos" de Año Nuevo, dijo durante la presentación del dispositivo de seguridad.
En total, las calles colonienses contarán con las patrullas de 2.500 policías procedentes de toda Alemania, tres veces más que en 2015. El presupuesto de este despliegue alcanza los 360.000 euros.
El refuerzo de la videovigilancia, la iluminación de los lugares oscuros con luces móviles y la participación de 850 voluntarios para ayudar en las labores de seguridad completan este dispositivo.
Como muestra de la tensión patente, la policía incluso se inmiscuyó en la elección de los disfraces. "Desaconsejo encarecidamente disfrazarse de yihadista o llevar armas que no podamos reconocer si son de verdad", declaró el nuevo presidente de la policía de Colonia, Jürgen Mathies, cuyo predecesor dimitió tras las agresiones de Año Nuevo.
Las autoridades alemanas, que buscan evitar cualquier malentendido, reparten octavillas explicando el carnaval, máxime cuando el debate público en Alemania se centra desde el 1 de enero en la integración de los refugiados. En total, 1,1 millones llegaron al país en 2015.
Este es el caso de Colonia pero también del vecino Bonn, que difunde información en ocho lenguas.
"Es importante saber que 'Bützen', es decir darse un beso en la mejilla, forma parte del carnaval", explica el texto, que añade: "Hace falta el acuerdo de cada uno para ir más lejos ¡Si es NO, es NO!".
El carnaval comienza el jueves 4 a las 11H11 con el "Weiberfastnacht", el carnaval de las mujeres que están invitadas a cortar las corbatas de los hombres para desposeerlos de su poder. Una costumbre que adquiere una importancia particular, vista la mentalidad patriarcal de los agresores de Año Nuevo, según muchos observadores.
En este contexto, ¿la gente tendrán ganas de fiesta? Christoph Kuckelkorn, organizador del desfile de carrozas del "Lunes de Rosas", se mantiene optimista.
"En los períodos difíciles como después de la guerra o durante las crisis económicas, el carnaval siempre se ha celebrado de una manera especial, ya que la gente necesitaba una escapatoria", explica Kuckelkorn, que espera "un desfile especialmente revoltoso y alegre".
La cuna del carnaval en Alemania es Colonia, cuyo primer desfile tuvo lugar en 1823 y donde los poderosos son el blanco de las burlas.
Este año no será una excepción. Una de las carrozas muestra a Angela Merkel como una cascanueces desamparada que se rompe los dientes con una nuez bautizada "Refugiados".
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