Lamentable espectáculo en la tercera de la feria de Palencia

  • La invalidez de los toros de Montalvo han convertido hoy la corrida de Palencia, tercera de la feria de San Antolín, en un deplorable espectáculo que se ha desarrollado entre los abucheos del público y las broncas a la presidencia.

Palencia, 1 sep.- La invalidez de los toros de Montalvo han convertido hoy la corrida de Palencia, tercera de la feria de San Antolín, en un deplorable espectáculo que se ha desarrollado entre los abucheos del público y las broncas a la presidencia.

Muchos espectadores abandonaron la plaza antes de que Daniel Luque finiquitara al último toro de la tarde.

Se han lidiado seis toros de Montalvo; segundo y sexto sobreros de otros tantos de la misma ganadería. Salvo el manejable primero, soso y sin emoción, el resto ha sido una vergonzosa sucesión de inválidos.

Manuel Jesús Cid "El Cid": silencio tras aviso y silencio.

Miguel Ángel Perera: silencio y silencio.

Daniel Luque: silencio y silencio.

El Cid realizó al primero de su lote una faena muy aseada y muy pulcra, en la que incluso hubo muletazos de indudable clase, pero el conjunto no alcanzó intensidad; además, mató mal.

No mejoró mucho su actuación en el segundo de su lote, con un toro peor que el primero. En éste, El Cid echó mano de alardes y recursos efectistas que tampoco tuvieron la rúbrica de la espada, que usó con desafortunada suerte.

El primer toro de Perera se paró al quinto muletazo y, pese a los denodados intentos del diestro, no hubo forma de dar un pase más.

Ante esta negativa de la res a ser toreada, Perera hizo uso de la tizona; por cierto, de forma poco brillante.

Los inicios de la faena de Perera al segundo hicieron concebir esperanzas de que podía cambiarse el signo de la corrida. Vana ilusión; el toro se acostó tras una serie del diestro y ya no se levantó, por lo que la presidencia permitió que fuera apuntillado.

La invalidez del tercero de la tarde no permitió a Daniel Luque darle ni un solo muletazo. Cada vez que el animal intentaba atacar caía redondo por la arena, situación que el torero remedió dándole muerte sin más contemplaciones.

En el último toro de la tarde las verónicas de Luque fueron el único toreo con el capote que se hizo.

Tras derrumbarse el toro en el caballo, fue devuelto, y después de infructuosos intentos de meterle en los corrales -ni con los cabestros ni con los capotes ni con la ayuda de El Pirri llevándole a cuerpo limpio-, Luque pidió permiso para estoquearle, lo que consiguió al primer viaje.

En el sexto bis tampoco hubo faena y el diestro, tras numerosas caídas del toro, le pasaportó a la primera de cambio.

Más de media plaza en tarde nublada pero de muy agradable temperatura.

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