Las cumbres iberoamericanas han afianzado la integración y la cooperación

  • Las cumbres iberoamericanas, que a partir de la que se celebrará en Veracruz (México) el 8 y 9 de diciembre, cambian su periodicidad para convertirse en bienales, han servido para afianzar la integración y cooperación a lo largo de sus veintitrés citas.

Redacción Internacional, 2 dic.- Las cumbres iberoamericanas, que a partir de la que se celebrará en Veracruz (México) el 8 y 9 de diciembre, cambian su periodicidad para convertirse en bienales, han servido para afianzar la integración y cooperación a lo largo de sus veintitrés citas.

El nacimiento de las cumbres tuvo su punto de partida en julio de 1990, cuando el rey Juan Carlos anunció que invitaría a todos los presidentes latinoamericanos y al de Portugal a un encuentro para iniciar el fortalecimiento permanente de las relaciones iberoamericanas en el emblemático 1992.

Ese año, España albergaba otros dos eventos de ámbito mundial, los Juegos Olímpicos de Barcelona y la Exposición Universal de Sevilla, ambos coincidentes con el quinto centenario del descubrimiento de América.

Tras los contactos diplomáticos, se acordó que la primera cita tuviera lugar en Guadalajara (México) en 1991.

Ésta, celebrada los días 18 y 19 de julio, fue la única de las 23 ediciones de estas cumbres en las que participaron los 21 jefes de Estado de la zona.

Desde sus comienzos se apoyaron los procesos de integración y la intensificación de la cooperación iberoamericana, espíritu que permanece vigente hoy.

Se creó un Fondo Iberoamericano para el desarrollo de los pueblos indígenas, cuyo programa de actuación se ratificó en Sevilla en 1992, la primera de las tres Cumbres que se han celebrado en España, junto con Salamanca, en 2005, y la de Cádiz, en 2012.

Desde su nacimiento, la organización del evento estuvo capitaneada por una "troika", que se amplió a cinco miembros en 1992, dando paso seis años más tarde a la creación de la Secretaría de Cooperación Iberoamericana (SECIB), el primer órgano de seguimiento de los acuerdos que se adoptaban.

En 2005, ésta se convirtió en la Secretaría General Iberoamericana (Segib), que estuvo dirigida por el uruguayo Enrique Iglesias hasta este año, cuando le relevó la costarricense Rebeca Grynspan.

En las 23 cumbres celebras se han puesto en marcha distintos procesos de carácter político, económico y social.

En concreto, desde los primeros años se mostró la preocupación por el proteccionismo comercial, se apostó por el libre comercio y la promoción de inversiones en Latinoamérica.

Desde 2002 se pidió la reducción de los subsidios, entre ellos los agrícolas, pues éstos distorsionaban el comercio, a la vez que se pidió al sistema financiero internacional facilitar las ayudas al desarrollo a los países más pobres y flexibilizar el pago de la deuda.

En el plano social, de una forma u otra, siempre ha estado presente la reducción de la pobreza, para favorecer a las generaciones futuras.

Se han emprendido numerosos proyectos de cooperación universitaria, escolarización infantil y de alfabetización de adultos, para mejorar también los derechos de los menores.

Entre las propuestas que cristalizaron, se encuentran la del Gobierno español de convertir la deuda en inversión en educación en 2004; la puesta en marcha del Plan Iberoamericano de Alfabetización y Educación Básica de Jóvenes y Adultos (PIA); o el Programa Pablo Neruda de Movilidad Académica de Posgrados.

En la Cumbre de Bariloche (Argentina) de 1995, la comunidad iberoamericana se pronunció contra el embargo a Cuba y acto seguido, en Viña del Mar (Chile) 1996 y siguientes, se apostó por el modelo democrático, con pluripartidismo político, el respeto a las libertades fundamentales y los derechos humanos, la cooperación y la convivencia pacífica.

Para redoblar su apuesta por la democracia, en 2010 se aprobó la "cláusula democrática", que prevé suspender al Estado que viole la institucionalidad democrática y el mecanismo de reingreso.

En Cádiz (España), en 2012, se empezó a trabajar para la transformación de la cumbre a una periodicidad bienal, decisión que se ratificó al año siguiente en Panamá y se aplicará a partir de este año, de manera que la próxima cita será en 2016.

Asimismo, la resolución de conflictos internos o entre países de la región han tenido cabida en los distintos comunicados especiales que en cada cumbre complementan la Declaración de los jefes de Estado.

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