Leganés no olvida el día en el que se inmolaron los terroristas islámicos

Jose I. Fernández

Leganés (Madrid), 11 mar.- Tres semanas después de los atentados del 11-M, cuatro terroristas islámicos se inmolaron en un piso de Leganés; diez años después del suceso, nadie en el vecindario lo ha olvidado: "Fue como si estuviéramos en la guerra. Helicópteros, escombros... Aún se me ponen los pelos de punta. Fue horrible".

Así lo manifiesta a Efe Laura, una de las vecinas de la Avenida Carmen Martín Gaite, en el barrio de Leganés Norte, que vivía enfrente del piso en el que se produjo la explosión.

"Por la mañana todo estaba tranquilo. Pero entonces empezaron a llegar helicópteros, había policías en toda la calle, y cada vez que te intentabas asomar a la ventana un agente te advertía de que la cerrases y te metieras para casa", relata.

Todo ocurrió en el número 40 de esta avenida, donde Paloma es una de las vecinas que todavía continúa viviendo en el bloque, después de pasar un año y medio en un piso que le proporcionó el Estado, mientras se reparaba su edificio.

"A las cuatro y media de la tarde la Policía fue llamando puerta por puerta y diciéndonos que teníamos que desalojar el piso con urgencia. Imagínese, tuvimos que salir corriendo, con los dos niños pequeños. Fue una gran angustia. Lo pasamos mal, muy mal", explica, y todavía se le contrae el gesto al recordar aquellos momentos.

Ella se quedó, pero muchos otros propietarios de este inmueble decidieron vender la casa e intentar olvidar lo sucedido.

"Un amigo mío, con el que practicaba deporte, vivía allí y le hicieron desalojar cuando estaba echándose la siesta. Cuando el piso estuvo reconstruido y pudo volver, él fue de los primeros que lo vendió. Y como él, hubo bastante gente", nos cuenta Juan Manuel Álamo, actual concejal de Empleo de Leganés, que en esa época vivía en la Avenida Martín Gaite.

"Durante todo aquel día se respiraba un ambiente de tensión. Había mucha presencia policial, helicópteros. Y con el tiempo, una médico de familia del centro de salud del barrio nos contó que había habido muchos casos de estrés postraumático, por transtornos del sueño, ansiedad. Incluso de gente a la que no le había afectado directamente el atentado", desvela.

Es el caso de Raúl, un joven de 25 años que entonces sólo tenía 15: "Fue algo muy traumático. Estábamos en la terraza y nos dijeron que nos metiéramos en casa. Empezamos a escuchar una especie de petardos, pero era un fuego cruzado de los GEO con los terroristas".

"Era todo como una película de acción. Fue una pesadilla. Nos mandaron a la estación, y cuando se produjo la explosión, aún estando a medio kilómetro, el suelo retumbó. Nos temíamos lo peor", confiesa a Efe con cierta congoja en su voz.

Y cuando los terroristas hicieron estallar la bomba, llevándose la vida del subinspector de los GEO Javier Torrontera, el aspecto alrededor del edificio que se derrumbó era desolador.

"Nuestro patio daba pena, se veía la ropa de la gente, muñecas... Todo lo de ese bloque cayó en éste. Un radiador estaba incrustado en la puerta del garaje, y donde están los columpios había colchones", detallan dos vecinas de los pisos de enfrente.

El piso donde se refugiaban los terroristas islámicos era el primero-dos del número 40, actualmente alquilado por un hombre que accede a hablar con Efe por el telefonillo.

"Sí, claro que sabía que en este piso se inmolaron los terroristas", nos confirma, y cuando se le pregunta si entonces no le dio reparo alquilar la misma casa nos contesta que "no mucho, la verdad".

Él prefiere no pensar demasiado sobre lo que ocurrió en ese mismo inmueble aquel sábado 3 de abril de 2004, pero para los que lo vivieron de cerca "es algo que jamás se podrá olvidar". EFE

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