Libertad, sí, pero sólo para los míos (y si no viven en Cuba o Venezuela)

    • Cuando se valoran y defienden los derechos humanos, se deben anteponer los principios morales a las simpatías personales.
    • Ni Garzón ni Iglesias pueden erigirse en defensores de ninguno de los principios que sistemáticamente se conculcan en sistemas políticos que ellos mismos elogian.
Iglesias y Garzón, tras un encuentro mantenido el pasado junio.
Iglesias y Garzón, tras un encuentro mantenido el pasado junio.

Cuando se valoran y defienden los derechos humanos, se deben anteponer los principios morales a las simpatías personales, ideológicas o nacionales.

No ha sido el caso de buena parte de los responsables políticos que han condenado la detención de los titiriteros y exigido su inmediata puesta en libertad.

Las mayoría de las protestas que han proferido líderes de Podemos como Pablo Iglesias o de Izquierda Unida como Alberto Garzón, están motivadas más por la afinidad ideológica y el oportunismo político que por una verdadera adhesión moral a la libertad de expresión.

Observamos la misma contradicción, exactamente lo misma, cuando destacados líderes del PP deploran escándalos como los EREs fraudulentos de Andalucía, mientras intentan disimular la sentinade su propio partido en Valencia.

No hay verdadera moral que no sea universal. No puede condenar la corrupción ni la violencia ni la mentira quien somete la integridad, la serenidad o la honestidad al albur de las circunstancias.Un monumento a la hipocresía

No me veo capaz de argumentar jurídicamente contra la decisión de encarcelar a los titiriteros que exhibieron un cartel que decía GORA ALKA-ETA durante una representación ante niños. Si estuvo justificado que la policía detuviera la actuación y con ella a sus responsables, coincido con la alcaldesa Carmena en que resultó excesivo decretar su ingreso en prisión. Podré estar equivocado, pero no me parece necesario mantenerlos encerrados mientras se aclara si hubo delito o no.

Ahora bien: convertir el caso de estos dos señores en el 'leitmotiv' de una campaña por la libertad de expresión me parece un despropósito. Y, analizando quiénes son sus grandes impulsores mediáticos, un monumento a la hipocresía.

Ni Alberto Garzón ni Pablo Iglesias ni Íñigo Errejón ni mucho menos Juan Carlos Monedero pueden erigirse en defensores de ninguno de los principios que conculcan por sistema los regímenes que ellos mismos han elogiado, nutrido y defendido. Ni en Cuba ni en Venezuela estos dos titiriteros habrían durado un minuto en libertad. Seguramente, su compañía artística ni siquiera existiría.¿Libertad, para qué?

Si en la Cuba de los Castro existiera esa libertad que Garzón reclama en España, las estrellas del béisbol cubano Yuliesky y Lourdes Gurriel no habrían aprovechado este martes su estancia en Dominicana para escapar de la concentración. Decisión que el régimen, en una nota de prensa, califica de "actitud de entrega hacia los mercaderes del béisbol profesional".

Por cierto, no se trata de una acción inédita. Resulta relativamente frecuente que destacados personajes del deporte cubano, una vez fuera de sus fronteras para disputar cualquier competición, "se entreguen a los mercaderes del béisbol profesional" y salgan por piernas del hotel de concentración para no volver jamás a su país.

¿Es que no merecen ni siquiera un tuit de compasión todos estos seres humanos que no sólo están impedidos de expresarse, sino de atravesar las fronteras de su nación? ¿A qué esperan los Garzón, Iglesias, Monedero y Errejón para reclamar su libertad con el mismo entusiasmo que lo hacen para los titiriteros? ¿Ni un mísero 'hashtag' por Leopoldo López?

"¿Libertad? Sí, pero sólo para los míos y si no viven en Venezuela o Cuba". Tal es la respuesta que se desprende del ominoso silencio de tanto epígono de Chávez y el Ché que pulula por la política y las redes sociales españolas.

Como Lenin espetó al socialista Fernando de los Ríos, respondiéndole a la pregunta de cuándo llegaría a Rusia la libertad: "¿Libertad, para qué?"

Sigue @martinalgarra//

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