Los derechos de las mujeres afganas continúan bajo mínimos

  • El Parlamento afgano tiene 68 mujeres sentadas en sus escaños gracias a una norma de discriminación positiva, pero la marginación de ellas tanto en la sociedad como en la Cámara ha desanimado a algunas de ellas a seguir adelante. Hoy tres de ellas no se presentan para renovar su escaño en las elecciones parlamentarias que celebra el país. Además de la inseguridad que sigue reinando en grandes extensiones de Afganistán, los derechos de las mujeres continúan bajo mínimos.
Las sospechas de fraude planean sobre los comicios parlamentarios afganos
Las sospechas de fraude planean sobre los comicios parlamentarios afganos
Jean MacKenzie | GlobalPost

(Kabul, Afganistán). "No confío en el resultado de estas elecciones", dice Sabrina Saqeb, una de las tres mujeres –de entre 68 legisladoras afganas- que no se han presentado para renovar su escaño en las elecciones parlamentarias que hoy celebra Afganistán. "Por eso he decidido no volver a presentarme".

Hace cinco años, Sabrina Saqeb sedujo los corazones de los residentes de Kabul con su entusiasmo juvenil y su belleza natural. Con 25 años, era lo suficientemente mayor como para cumplir la edad mínima requerida y había dirigido una campaña activa en la capital afgana. Decenas de miles de posters electorales mostrando a una candidata con un velo de un amarillo casi brillante cubrieron entonces paredes y vallas publicitarias por toda la ciudad y pronto se convirtieron en bienes preciados por los coleccionistas y fans de la joven política.

Una vez que llegó al Parlamento, demostró enseguida que era mucho más que una cara bonita y se convirtió en una activista a favor de los derechos de la mujer, sin pelos en la lengua, además de ser una firme promotora de la inexperta democracia afgana.

Ahora, sin embargo, no ve ninguna razón para continuar."Creo que veremos un parlamento más débil después de estas elecciones", asegura. "No puedo ser optimista y pensar que [la cámara] será lo suficientemente fuerte como para servir al país."

Así que, ¿de qué sirven estos comicios? Mientras Afganistán celebra sus segundas elecciones parlamentarias desde la caída del régimen talibán, los signos de mejora son escasos.

La seguridad ha empeorado hasta tal punto que se calcula que más del 15 por ciento de los centros electorales no se puedan abrir hoy, de forma que en la práctica se le negará el derecho de voto a los ciudadanos de las zonas más problemáticas.

La violencia ha copado la campaña electoral; al menos tres candidatos han sido asesinados en distintas provincias, junto a parte de sus equipos de campaña. Los talibán han jurado trastocar las elecciones yendo a por cualquier candidato que no les guste.

La carga cae especialmente sobre las mujeres candidatas, muchas de las cuales carecen de los recursos financieros y políticos que tienen los candidatos varones."Los hombres pueden pagar guardaespaldas y armas; la mayoría de mujeres, no", explica Saqeb.En muchos distritos fuera de las principales ciudades, las mujeres ni siquiera han podido hacer campaña. En la provincia de Herat, 10 personas que hacían campaña por la candidata Fawzia Gailani fueron secuestradas. Después liberaron a cinco de ellas, pero mataron al resto.

"En la provincia de Badghis, las candidatas han enviado CDs con mensajes grabados", asegura Saqeb. "Esto no es suficiente. Necesitan estar en contacto con la gente".

Hace cinco años, las cosas eran distintas en opinión de esta joven política. Cuenta que en aquella ocasión las mujeres pudieron hacer campaña de forma abierta en provincias como Kandahar y Helmand."No podía creer que las mujeres pudieran colgar sus pósters en esas áreas", comenta. "Pero llevaron a cabo campañas y ganaron. Ahora… olvídalo".

Malalai Ishaqzai es testigo del cambio que ha sufrido el destino político de las mujeres durante el último lustro. En 2005 obtuvo un escaño en Kandahar, su ciudad natal. Ahora dice que es imposible. Se presenta de nuevo, pero esta vez como una candidata por Kabul.

"No va a haber elecciones en Kandahar", resoplaba hace unos días. "No hay seguridad y ahí ya está todo decidido".Se negó a concretar a quién se refería, pero no es ningún secreto que Ahmad Wali Karzai, el medio hermano del presidente y cabeza del Consejo Provincial de Kandahar, tiene un poder enorme en la zona. Y a juzgar por la retórica de Ishaqzai, esta mujer no es ninguna seguidora del Gobierno.

"Tenemos un gobierno débil y quieren un parlamento débil", opina, mientras resopla sobre su cigarrillo en medio del desorden de su oficina de campaña. "El Gobierno ignora las decisiones del Parlamento".Cuando hay desacuerdos entre el Parlamento y el Gobierno, normalmente es el Ejecutivo afgano el que se sale con la suya.

En febrero, el presidente Hamid Karzai publicó un decreto electoral durante una época de suspensión de actividades del Parlamento. Ningún diputado estaba activo en ese momento. Aunque más adelante la cámara rechazó el decreto de forma unánime, la norma sigue vigente debido a una laguna legal.

Cuando el Parlamento tampoco aceptó a los elegidos por Karzai para su equipo gubernamental a principios de este año, el presidente simplemente les mantuvo en su puesto como ministros en la práctica hasta que pudiera reunir los votos necesarios.

Todavía hay varias carteras ministeriales sin ministro confirmado, pero lo único que ha hecho el Parlamento para enfrentarse al Ejecutivo ha sido llevar a cabo una "protesta silenciosa" la última primavera, durante la cual renunciaron a hablar durante las sesiones plenarias.

Al igual que Saqeb, Ishaqzai no tiene muchas esperanzas de que las elecciones vayan a ser libres y justas."La política y la economía se han estrechado demasiado", comenta. "La gente está vendiendo sus votos por 15, 20, 30 dólares".

Entonces, ¿por qué seguir presentándose a los comicios en medio de un sistema corrupto e inefectivo?"Creo en la lucha", afirma Ishaqzai.

Y realmente ha sido una lucha, un gran esfuerzo para las mujeres que se han atrevido a competir contra los hombres.Según la Constitución de Afganistán, 68 de los 249 escaños del Parlamento están reservados para mujeres. Se supone que ésta es la cifra mínima; en caso de que hubiera más mujeres que ganaran en los comicios de hoy, no existe ningún impedimento legal para su entrada en el hemiciclo.Pero queda mucho para que se pueda producir ese momento.

En 2005, sólo 19 de las 68 mujeres que ahora están en el Parlamento ganaron realmente sus escaños. El resto fueron beneficiarias de la discriminación positiva puesta en marcha por el sistema legal. Muchas mujeres tienen un distrito electoral muy pequeño, también son el foco de resentimientos de hombres que, habiendo obtenido más votos, se quedaron sin su parte de la tarta solo para satisfacer los requisitos de género.

Esto también ha perjudicado la capacidad de las mujeres para ejercer su poder en el Parlamento."Nos llevó cuatro años conseguir el mismo tiempo que los hombres para poder hablar", explica Saqeb. "Cuando una mujer abordaba una problemática, el presidente de la cámara cerraba su micrófono, o los hombres simplemente no atendían. Si un hombre abordaba el mismo tema, se pasaba a votar sobre el asunto".

Sin embargo, durante el pasado año ha habido algunos cambios, añade Saqeb."Les dieron una oportunidad a las mujeres y ahora se están haciendo más fuertes. Si pide a los afganos que nombre a los 10 parlamentarios más importantes, creo que cuatro serían mujeres", afirma.

Sin lugar a dudas, existen algunas grandes estrellas en el Parlamento afgano que son mujeres, aunque Saqeb modestamente evita citar su nombre entre ellos. Pero se mire por donde se mire, ha sido ella la que ha estado en primera fila luchando por los derechos de las mujeres y una sociedad democrática.

Y ha habido algunas victorias, como la de la respuesta de las parlamentarias contra el intento del presidente Karzai de imponer la Ley de la Familia Shia, que muchos consideraban contraria a los derechos de las mujeres. Entre otras cosas, prohibía a la mujer salir de su casa sin el permiso de su marido y exigía que mantuviera relaciones sexuales con él por lo menos una vez cada cuatro días.

Con las parlamentarias liderando la causa, cientos de personas salieron a las calles a protestar y consiguieron que se suavizara la ley."Fue la primera vez en la historia que las mujeres alzaron sus voces contra una ley", recuerda Saqeb.

Ni Saqeb ni Ishaqzai están a favor de negociar con los talibanes, que –según opinan ambas- volverían a poner los derechos de las mujeres en el mismo sitio donde estaban hace una década."Hemos pagado mucho para conseguir lo que hemos conseguido", afirma Saqeb. "No lo queremos perder".

Pero como Saqeb ve el Parlamento demasiado débil como para confiarle sus esperanzas, se ha decidido a continuar su trabajo por otros medios, quizá como una líder de la sociedad civil.

"Aún siento una deuda para con mi gente", asegura. "Quiero seguir trabajando por un futuro mejor. Pero quiero invertir mi energía en algún sitio donde pueda ser efectiva. Cinco años en el Parlamento ya han sido suficientes para mí".

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