Los diplomáticos viven a cuerpo de rey en Zimbabue

  • Los diplomáticos de las embajadas occidentales en Zimbabue no se quejan por el destino que les ha tocado. Al menos, se organizan para disfrutar de unas buenas fiestas y llevar una alta calidad de vida, que contrasta notablemente con la del resto de la población. Aunque esta situación se repite en muchos países en desarrollo y constituye una de las recompensas para los diplomáticos enviados a destinos similarmente duros, lo cierto es que muchos parecen vivir contentos en medio de la dictadura de Mugabe. El Gobierno de unidad actual, con la participación del Movimiento por el Cambio Democrático, también simplifica las cosas.
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Corresponsal de GlobalPost en Zimbabue (no puede ser identificado por restricciones a la prensa)

(Harare, Zimbabue). El deterioro de las infraestructuras y los servicios de la capital de Zimbabue van camino de la catástrofe. Sin embargo, los diplomáticos que trabajan aquí consideran que les ha tocado un verdadero chollo. Están de acuerdo en que no es Canberra (Australia) o Pretoria (Sudáfrica), pero tampoco Abuja (Nigeria) o Kinshasa (República Democrática del Congo). Sin importar el día de la semana, diplomáticos estadounidenses, británicos, alemanes, holandeses y escandinavos siguen reuniéndose y organizando fiestas mientras tratan de comprender los intrincados problemas del Gobierno de Zimbabue.

Harare ya no es ni la sombra de lo que era. Las carreteras asfaltadas y bien iluminadas de antaño hoy están llenas de agujeros y aparecen peligrosamente oscuras. En el barrio residencial de la zona norte de la capital se oye cada noche el murmullo de los generadores que proporcionan electricidad a una considerable comunidad diplomática.Los Land Rover, Mercedes, Volvo o Jaguar son fácilmente identificables por las matrículas diplomáticas mientras circulan por las calles de esta ciudad de 2,5 millones de habitantes.

Lejos de ser un duro sacrificio, los diplomáticos se pelean para ser destinados a Zimbabue mientras el país aguanta la mano dura del dictador Robert Mugabe, de 86 años. Los asuntos políticos son delicados, pero la ubicación de Harare –en el trópico pero a 1.520 metros sobre el nivel del mar- le otorga un clima subtropical, con sol, casi perfecto. Añada a eso una buena gastronomía y el calor de la gente.

"Nos encanta", afirma un embajador. Pero después viene la objeción inevitable: "Si Mugabe no obstaculizara las reformas, sería el lugar perfecto".

Las embajadas son un oasis de comodidad que sólo conocen unos pocos periodistas locales y cooperantes de ONG. Los jardines bien cuidados, las vistas impresionantes, las pistas de tenis y las piscinas, todo queda detrás de las rejas de cada propiedad.El embajador de Gran Bretaña ocupa probablemente la residencia más impresionante de la ciudad, con una gran extensión de terreno, una prerrogativa que no disgusta a la ex potencia colonial.Antes de la independencia de Zimbabue en 1980, el Alto Comisario británico, el principal diplomático de Gran Bretaña en el país, ocupaba otra vivienda, Marimba, una elegante residencia con varios acres de jardines de rosas. El edificio, que ahora tiene una entrada mucho más grande y distinguida, fue renovado y vendido a los canadienses en 1980 y es ahora la segunda residencia diplomática más impresionante de la capital y el jardín de rosas aún existe.

Los representantes de Francia y Sudáfrica también tienen casas imponentes. En cambio, el embajador de EEUU se las tiene que arreglar con una residencia relativamente pequeña. Incrustada en una colina, tiene una gran vista panorámica, pero poco espacio para recibir a muchos invitados. El actual embajador se dio cuenta de ello cuando preparaba una recepción para la fiesta nacional del 4 de julio y decidió reconvertir el garaje –a los pies de la colina- en una zona para invitados. Los estadounidenses realizaron un magnífico desfile de sus infantes de marina y un gran discurso del embajador sobre las virtudes del gobierno democrático.

Cada junio, el cumpleaños de la reina de Inglaterra constituye el acontecimiento social del año. Se instalan tiendas de inspiración medieval y se traen desde Londres grandes cantidades de salmón, queso Stilton y whisky escocés. También se sirven fresas con crema, té y pasteles. Los noruegos, suecos y holandeses ofrecen más o menos lo mismo para el día de su fiesta nacional, pero no todos se muestran encantados con la idea de probar la carne de reno.

A los invitados a la conmemoración del día nacional de Francia, el 14 de julio, les encanta el verso de la Marsellesa que dice: "Contre nous la tyrannie" (Abajo con el dictador). A casi nadie se le escapa su significado, con excepción del representante del Gobierno de Zimbabue, que no acaba de entender del todo porqué la gente alza la voz en esa frase en particular.

Los ministros de Mugabe, que durante algún tiempo boicotearon las actividades de los representantes de la UE y EEUU, vuelven a asistir a las recepciones ahora que existe un gobierno de unidad que incluye el Movimiento por el Cambio Democrático de Morgan Tsvangirai. Pero los seguidores de línea dura de Mugabe se resisten.

El ministerio de Asuntos Exteriores ha declarado que desea evaluar los discursos "políticos" de los embajadores para que los ministros puedan hacer la réplica. Las embajadas, en su gran mayoría, no tienen idea de esta solicitud y argumentan que pueden decir lo que quieran mientras estén en su territorio, protegido por las leyes diplomáticas. Otros se saltan las restricciones hábilmente.

Hace unos años, el embajador español de entonces que regresaba a Madrid habló extensamente sobre un país que conocía muy bien y que estaba aislado del resto de la región. El país estaba presidido por un déspota afectado de artritis y atrapado en el subdesarrollo mientras las economías del resto de los países de la región avanzaban."Obviamente hablo de España", explicaba el embajador en medio de los aplausos de los invitados que habían entendido muy bien los paralelismos con Zimbabue. "Ahora que tenemos un régimen democrático, España es parte del éxito de Europa", concluía.

Este tipo de mensajes crípticos eran muy comunes, pero ahora, tras un año de gobierno de unidad, los embajadores se sienten más libres para expresar sus ideas. Muchos de los países con representación diplomática trabajan arduamente para revertir la miseria en la que se encuentra actualmente Zimbabue, un país que despierta un gran interés y simpatía por parte de todo el mundo.

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