Los jóvenes laicos salen a las calles de Jerusalén para exigir pluralidad

  • Los jóvenes laicos de Jerusalén se han lanzado a una batalla en las elecciones municipales que se celebran hoy para recuperar el terreno perdido en una ciudad en la que la explosiva mezcla de religión con política pone en peligro su vida secular.

Elías L. Benarroch

Jerusalén, 22 oct.- Los jóvenes laicos de Jerusalén se han lanzado a una batalla en las elecciones municipales que se celebran hoy para recuperar el terreno perdido en una ciudad en la que la explosiva mezcla de religión con política pone en peligro su vida secular.

Apocados en las últimas dos décadas por el creciente poderío de la comunidad ultraortodoxa y por la nacionalista-religiosa, que coinciden en su demanda de que la ley religiosa judía (halajá) rija el destino de la ciudad santa, jóvenes estudiantes han salido a la calle para reivindicar sus derechos e instar a los que son como ellos a que acudan las urnas.

"En las últimas elecciones, hace cinco años, poco más del 30 por ciento de los laicos salió a votar, mientras que entre los ultraortodoxos se superó el 80 por ciento", dice a Efe Shajar, de 17 años y alumna de un conocido instituto que se ha volcado con esta campaña.

Vestidos con camisetas rojas y bajo el eslogan "Salimos de la indiferencia", los adolescentes se han desplegado junto a los principales colegios electorales del centro de la ciudad para recordar a los viandantes que, a efectos de la vida diaria, "el alcalde es incluso más importante que el primer ministro".

Su objetivo es conseguir el mayor número de concejales laicos, independientemente del partido en el que militen, para que su voz se oiga con claridad y contribuyan a cambiar un proceso que se inició hace veinte años y ha conducido a una ciudad cada vez más ortodoxa.

Las estadísticas demuestran que, desde que está gobernada por alcaldes derechistas, Jerusalén es cada vez más religiosa y que, a pesar de que las leyes no lo impiden, son cada vez menos los lugares de ocio que abren en la jornada de descanso en el judaísmo, el shabat.

La masiva huida de progresistas hacia la más secular Tel Aviv u otras ciudades y el mayor crecimiento demográfico entre los ortodoxos, que llegan a una media de casi 6 hijos por familia, hacen de la urbe un lugar cada vez más hostil para un estilo de vida occidental.

"Queremos tener una vida normal, secular, con actividades culturales, que no esté basada en las tradiciones (religiosas), tener sitios para salir a disfrutar los fines de semana, restaurantes abiertos", se queja Angie Colorado, una estudiante universitaria que emigró de Colombia con su madre cuando sólo tenía 7 años.

Consciente de la importancia que tiene la ciudad para todos los grupos que viven en ella, explica que una de las razones por las que los ultraortodoxos tienen tanta fuerza es porque "ellos se lo toman muy en serio (lo de ir a votar) y nosotros no".

Y agrega que, con ese fin, "este año se ha hecho un esfuerzo especial entre los jóvenes" que -espera- surta el efecto deseado.

La escena política municipal reúne en Jerusalén a influyentes partidos nacionalistas, ultraortodoxos, grupos de los barrios y a una débil fuerza política formada por el Laborismo y el partido de izquierdas Meretz que representa las aspiraciones de los más progresistas.

Sin embargo, señala Eden, otra escolar laica de 17 años, a ella le sería difícil votar por estas formaciones por tener una ideología nacionalista y oponerse a la partición de Jerusalén.

"No va a haber paz con los palestinos porque nunca la ha habido, así que no hay que dividir nada", afirma al rechazar la posibilidad de apostar por los partidos progresistas con el fin de alcanzar sus objetivos.

La ideología de esta joven es mayoritaria entre los laicos de Jerusalén, la mayoría de los cuales ven en su actual alcalde, el derechista-laico Nir Barkat, al único que podría cambiar el rumbo de la ciudad.

Adinerado empresario de la alta tecnología, Barkat encabeza la alcaldía desde 2008, cuando derrotó al candidato ultraortodoxo con un plan de acción basado en las inversiones y el florecimiento cultural, aunque no cumplió las expectativas de muchos de sus entonces votantes.

Barkat quería impedir que la población más moderna abandonase la ciudad en busca de mejores condiciones de vida -salariales y sociales- hacia otras zonas del país, objetivo que consiguió en 2012 cuando por primera vez se registró un flujo negativo en la emigración de este grupo.

"Creemos que cada uno de nosotros tiene la fuerza, y también la responsabilidad, para votar e influir en el destino de la ciudad durante los próximos cinco años", argumenta Shajar en declaraciones a Efe, convencida de que es posible devolverle a Jerusalén la pluralidad que reinaba en ella hasta 1993.

Ese año, después de tres décadas al frente de la alcaldía, el legendario regidor laborista Teddy Kollek, perdió las elecciones ante el derechista Ehud Olmert -después primer ministro- y Jerusalén empezó a adoptar un nuevo rumbo.

Mostrar comentarios