Los obispos piden un pacto contra la pobreza en un documento para “iluminar” conciencias en tiempo electoral


La Conferencia Episcopal Española (CEE) ha aprobado el documento 'Iglesia, servidora de los pobres' para "iluminar" a los católicos en su toma de decisiones electorles e invitarles a que tomen parte de la vida pública. Además de mostrar “la cercanía de la Iglesia a los que están sufriendo especialmente la crisis”, los prelados piden un pacto social contra la pobreza.
Así lo indicó este lunes el secretario general de la CEE, José María Gil Tamayo, durante la rueda de prensa convocada para hacer balance de la Asamblea Plenaria que reunió en Madrid a 79 prelados españoles. El texto aborda especialmente la preocupación de los prelados por quienes están “en peores condiciones”, como son los desempleados, los jóvenes, los mayores de 50 años, los niños y los inmigrantes.
“No es un documento contra nadie. No es la palabra de un contrincante político en un tiempo electoral. Es la voz de la Iglesia que quiere iluminar las conciencias de sus fieles”, dijo, recordando que debe ser entendido desde la doctrina social de la Iglesia. “No es un documento político ni mucho menos partidista”, agregó.
Juan José Omella, obispo de Calahorra y La Calzada-Logroño y presidente de la Comisión Episcopal de Pastoral Social, encargada de la redacción del trabajo, concretó que se trata de una instrucción pastoral para propiciar “un clima de esperanza entre quienes quieran escuchar”, no sólo de confesión católica.
“Algunos datos nos dicen que la crisis se está superando, pero no nos conformaremos”, agregó, hasta que no se vea en la vida de los más necesitados. Omella añadió que a los obispos les interpela la corrupción “que provoca alarma social y gran preocupación entre los ciudadanos” (“se condena el pecado, no el pecador”, agregó) y el empobrecimiento espiritual por “el olvido de Dios”.
Los obispos dibujan el entorno social de esta situación con personas que viven “sometidas a una economía sin rostro humano”, en la que impera la cultura “del aquí y el ahora” al que conducen las tecnologías; y que la pobreza que se produce con la recesión no se recupera en épocas "florecientes".
Por todo ello, dijeron, están apostando “mucho” por la recuperación moral y ética de la sociedad, fundada en la dignidad de la persona, el destino universal de los bienes, la solidaridad como criterio “fundamental de convivencia”, la defensa de derechos y la promoción de deberes, el trabajo por el bien común y la subsidiaridad como principio “que vertebra la vida pública”.
PACTO SOCIAL
“La tarea más urgente es afrontar las raíces de la pobreza”, aseveró el obispo, y reclamó que “es necesario que los poderes públicos pongan en marcha soluciones de todo tipo”, refiriéndose incluso a medidas fiscales que permitan a los empresarios crear y mantener empleo.
Pero la gran propuesta que hace el documento es un “pacto social contra la pobreza”, en el que los cristianos tomen la iniciativa. Por ello, instó a “cultivar con esmero la conciencia sociopolítica de los cristianos para que sean consecuentes con su fe”. “Los cristianos tenemos que estar en la vida pública para luchar por una sociedad más justa”, aseveró.
En este sentido, Gil Tamayo insistió en no reducir la fe al ámbito íntimo. “No se deja fuera, no se reduce a las sacristías ni al interior de los templos. El espacio público no tiene que ser un espacio aséptico”, porque los ciudadanos tienen derecho “a mostrar sus creencias” siempre “en respeto a los demás”. “Los fieles, en el ejercicio de su voto, tienen que ser coherentes en el ejercicio de su fe”.
Por ello, denunció que algunas comunidades autónomas pongan “trabas” para que los padres puedan elegir que sus hijos estudien religión, por lo que “optar por ello sea algo heroico”, cuando se trata de un derecho constitucional. “Nos preocupa que no se haga la oferta adecuada”, agregó en referencia a lo que consideran que tiene que ser una opción libre.
No obstante, mostró su incertidumbre por que los padres pierdan “sensibilidad” hacia la enseñanza religiosa, aunque recordó que “más de un 70 por ciento opta por la enseñanza religiosa de sus hijos”.
INMIGRACIÓN
Gil Tamayo también defendió la postura de la Iglesia española sobre la inmigración y reclamó “mayor implicación de la UE”, ante realidades como la de Líbano, que acoge a un millón de refugiados. “No se puede actuar a golpe de tragedia”, ante una situación como la que se vive en el Mediterráneo, que se está convirtiendo en un “cementerio” de inmigrantes que no sólo huyen del hambre, "sino también de situaciones políticas", agregó.
Desde su perspectiva, la Unión Europea tiene que ser “más generosa” y ayudar a España e Italia, que no pueden hacer frente a este problema, no sólo con medidas de contención sino también “de acogida”. Por ello, la Iglesia pide “políticas de ayuda al desarrollo y a la normalización política en muchos países para que sus habitantes no tengan que buscar mejores condiciones de vida fuera de sus fronteras”.

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