Maximiliano de México, el sueño de gobernar de un emperador ilustrado

  • Si su fusilamiento, tras apenas tres años como emperador, ha elevado a Maximiliano de México a la figura casi de leyenda, una exposición sobre su vida lo presenta ahora como un hombre ilustrado, viajero y cuyo anhelo de poder le llevó a embarcarse en su fracasada aventura mexicana.

Antonio Sánchez Solís

Viena, 5 mar.- Si su fusilamiento, tras apenas tres años como emperador, ha elevado a Maximiliano de México a la figura casi de leyenda, una exposición sobre su vida lo presenta ahora como un hombre ilustrado, viajero y cuyo anhelo de poder le llevó a embarcarse en su fracasada aventura mexicana.

Hasta el próximo día 18 de mayo, el Museo del Mueble de Viena presenta esa visión de Maximiliano de Habsburgo-Lorena (1832-1867) en una muestra que tiene como título "El sueño de gobernar".

Con más de 560 objetos, la exposición es un recorrido cronológico desde la infancia de un niño imaginativo y con un don para el dibujo, muy diferente de su hermano Francisco José, futuro emperador austro-húngaro.

"Ya de pequeño construía casas con sillas, mientras su hermano, el futuro emperador, jugaba con soldados de plomo", recordó hoy Marlene Ott-Wodni, una de las comisarias de la muestra, para explicar el carácter de Maximiliano.

De hecho, el archiduque se sintió siempre bajo la sombra de su poderoso hermano, que apenas le dio espacio bajo su reinado para poner en marcha sus ideas y talento.

Esa frustración y el deseo de reconocimiento fue determinante a la hora de aceptar la oferta de los monárquicos mexicanos de instaurar a un rey en el país americano, un proyecto impulsado por la Francia de Napoleón III para contrarrestar la creciente influencia de Estados Unidos.

La exposición exhibe importantes recuerdos de su fracasada aventura mexicana, desde la corona imperial mexicana, usada luego en sus honras fúnebres; uniformes de su guardia imperial; e incluso el chaleco que vestía cuando fue fusilado después de que las tropas republicanas de Benito Juárez acabarán con su breve reinado.

"Era muy liberal y quería introducir una monarquía constitucional. Se vio metido entre dos aguas. Era demasiado conservador para los liberales y demasiado liberal para los conservadores", explicó a Efe Ilsebill Barta, también comisaria de la exposición.

El ataúd en el que sus restos mortales fueron trasladados a Europa, la carta manuscrita en la que se despedía de su madre y una máscara funeraria se cuentan también entre las piezas dedicadas al capítulo de su fallida aventura mexicana.

La muestra centra gran parte de su contenido en su pasión por el diseño y la arquitectura, hasta el punto de que él mismo elegía la vajilla de sus residencias.

De hecho, durante su reinado mexicano, Maximiliano dedicó al diseño de los elementos de representación (ceremonial de la corte, uniformes de su Ejército, vajilla) casi tanta atención como a la labor política.

Otros objetos curiosos que se exhiben son su poncho, su sombrero y sus pantalones y silla de montar de estilo mexicano.

Su interés por la ciencia y la cultura y su faceta de coleccionista queda también bien reflejada en la exposición. De sus viajes por Europa, Oriente Próximo y Brasil se trajo muestras vegetales, de animales y obras de arte.

En México fundó la Academia de las Ciencias e impulsó el Museo Nacional, en el que quiso destacar la historia del propio país.

Los objetos que recogió en sus viajes por el país fueron trasladados tras su muerte a Viena y formaron el núcleo de la colección del antiguo México del actual Museo de Etnología de la capital vienesa.

En la exposición también pueden verse las piezas egipcias que él llevó al Museo Nacional de México y con las que quería demostrar su tesis de que la cultura azteca estaba emparentada con la egipcia.

La exposición deja también espacio para la vida amorosa de Maximiliano. Se detalla así su amor por Amalia de Braganza, hija de Pedro I de Brasil, con la que no llegó a casarse al morir ella de tuberculosis, y a la que nunca olvidó.

También se refiere la muestra a Carlota de Bélgica, su esposa y una de las personas que le convencieron para aceptar el trono de México y que tras la muerte de Maximiliano enloqueció y vivió recluida hasta su muerte en 1927.

"Muero tranquilo con el auténtico consuelo de haber pretendido y aspirado a la bondad y con la satisfacción de dejar en este país muchos auténticos y nobles amigos, que permanecerán fieles a mi recuerdo", escribió el ya depuesto emperador en la carta de despedida a su madre que se expone también en la muestra.

Mostrar comentarios