Merkel impone sus recetas en Europa pese a estar cada vez más aislada

  • La canciller alemana, Angela Merkel, se ha visto en 2012 cada vez más aislada en su defensa cerrada de la austeridad pero, a pesar del auge de la crisis y las protestas sociales, ha seguido logrando imponerse en Europa con el liderazgo impasible que tantos votos le reporta en su país.

Juan Palop

Berlín, 14 dic.- La canciller alemana, Angela Merkel, se ha visto en 2012 cada vez más aislada en su defensa cerrada de la austeridad pero, a pesar del auge de la crisis y las protestas sociales, ha seguido logrando imponerse en Europa con el liderazgo impasible que tantos votos le reporta en su país.

A pesar de las dificultades con que se ha topado en el último año, tanto los continuos reveses económicos en la eurozona como la pérdida de aliados políticos clave en el ámbito europeo, Merkel mantiene firme el timón del buque comunitario.

La jefa del Gobierno alemán está convencida de que su fórmula es la ideal para atajar definitivamente -aunque no "de la noche a la mañana", ha repetido- la crisis de la deuda y arrastra consigo a la Unión Europea (UE).

"Solidaridad y solidez", ha reiterado la canciller en sus múltiples comparecencias sobre la crisis, recalcando que las ayudas financieras a los países con problemas deben ir, irremediablemente, de la mano de programas de consolidación fiscal y de profundas reformas estructurales.

En Bruselas casi sólo han prosperado este año las propuestas para luchar contra la crisis que cuentan con el respaldo de Berlín, pese al creciente número de países que disienten de las recetas de estricta austeridad de Merkel.

Frente al mediático pero hasta ahora poco efectivo Pacto para el Crecimiento auspiciado por París, la canciller ha logrado que 25 países de la UE suscribiesen en 2012 su estricto Pacto Fiscal, incluida Francia, gobernada por un Partido Socialista que se oponía a él.

Además, ha seguido impidiendo que saliesen adelante instrumentos para la colectivización parcial de la deuda pública europea -como los eurobonos, el fondo de amortización o los "eurobills"- y está logrando, en los últimos compases del año, modular a su gusto la unión bancaria y el plan de compra de bonos del Banco Central Europeo (BCE).

A su convicción política se une su impermeabilidad a las críticas, tanto a las proferidas en Alemania como a las provenientes del extranjero, lo que le ha valido los sobrenombres de "teflón Merkel" o "canciller de hielo".

Su forma de liderazgo es fácilmente se aprecia bien analizando la cumbre europea del pasado junio y el debate sobre la posibilidad de permitir que el fondo de rescate recapitalizase directamente a la banca, surgido poco antes y zanjado semanas después por la puerta de atrás.

Si tras el Consejo Europeo Merkel apareció ante la opinión pública como la perdedora de la reunión- por haber cedido ante el resto de grandes países miembros y permitido esta opción-, semanas después logró fraguar un acuerdo apenas publicitado con Finlandia y Holanda para, en la práctica, impedirla.

Merkel evitó la confrontación pública y el golpe sobre la mesa, conjugó su convicción con su probado pragmatismo para lograr a la postre que la letra pequeña del acuerdo que articuló los préstamos del fondo a los bancos obligase a España e Irlanda a garantizar los créditos a su sistema financiero.

Sus últimas visitas a España, Grecia y Portugal se han visto acompañadas de manifestaciones y protestas violentas -algo insólito en la visita de un jefe de Gobierno a un país amigo-, y su nombre fue uno de los más repetidos en las pancartas de la huelga general paneuropea del 14 de noviembre.

Los llamamientos a poner el énfasis en el crecimiento en lugar de exclusivamente en la austeridad -como la portada de The Economist con el títulos "¿Podemos por favor encender ahora los motores, señora Merkel?"- tampoco han hecho mella alguna en ella.

Pero la canciller no está sola: atesora un importante respaldo político dentro de su partido, la conservadora Unión Cristianodemócrata (CDU), y entre los ciudadanos alemanes.

En el último congreso ordinario de su formación, celebrado a principios de diciembre, Merkel salió reelegida como presidenta con más del 97% de los votos de los delegados, en un espectacular cierre de filas de los conservadores que miran ya de reojo a las próximas elecciones generales, previstas para otoño de 2013.

Los sondeos de intención de voto también le son favorables a Merkel, pues la CDU se mantiene con diferencia como primera fuerza política del país, lejos de socialdemócratas y verdes.

La única duda para estos comicios parece ser, a juicio de muchos analistas, quién será el socio minoritario de la próxima coalición gobernante, una sombra que planea sobre los principales partidos de la oposición aunque públicamente lo nieguen.

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