Netanyahu, capitán de un barco a la deriva, salvará la tormenta de 2014

Elías L. Benarroch

Jerusalén, 22 sep.- Capitán de un barco a la deriva desde que el ministro de Asuntos Exteriores israelí, Avigdor Lieberman, decidiera en julio romper la alianza de su partido con el Likud, el primer ministro Benjamín Netanyahu trata de hallar un puerto seguro para afrontar el tsunami político que se le avecina en 2015.

La tormenta de 2014, es decir, sacar adelante el presupuesto del Estado, a votación en diciembre, parece que la superará gracias a un acuerdo en ciernes con el jefe del partido de centro Yesh Atid, Yair Lapid, pero la mayoría de comentaristas coinciden en que el gobierno no durará más de 18 meses.

"Este año lo pasa, pero de aquí a año y medio habrá elecciones en Israel", asegura el periodista Hanán Crystal, oráculo de la política local.

También lo cree así el consejero de unos de los principales ministros en el Gobierno, quien dijo a Efe que si no hay ahora elecciones es porque "a nadie le conviene".

"Todos saben donde están y todos coinciden en que esto no da para mucho más, pero prefieren que sea otro el que dé un paso en falso", comenta desde el anonimato.

La crisis en el Gobierno israelí nació el mismo día en que Netanyahu sentó alrededor de su mesa a políticos de ideologías tan dispares como la ministra de centro Tzipi Livni y al ultraderechista Naftalí Bennet, en una heterogénea coalición parlamentaria en la que cada cual remaba en otra dirección.

Las primeras diferencias afloraron durante las negociaciones de paz de israelíes y palestinos a finales de 2013, apenas unos meses después de que el gobierno entrase en funciones, y se han ido agravando hasta dejar al descubierto una cadena de rivalidades entre todos los integrantes.

Pero quizás más grave es la que carcome la estabilidad de Netanyahu desde su partido Likud, en el que se han gestado en los últimos años núcleos ultranacionalistas dispuestos a sabotear cualquier iniciativa contraria a la ideología colonizadora.

"Los Danón le acechan por todos lados", recuerda el consejero ministerial al referirse al ex viceministro de Defensa, Danny Danón, depuesto durante la última guerra en Gaza por su virulenta crítica.

Danón, así como muchos otros miembros del Consejo Central del Likud, recriminan al primer ministro no haber aprovechado la ofensiva para derrocar el gobierno del movimiento islamista Hamás, unas airadas protestas que se oían ya alto y claro desde que Israel liberó a unos 75 presos palestinos para impulsar el diálogo de paz.

Pese al fuerte vendaval, Netanyahu parece mantener el apoyo de la calle, tal y como mostró este fin de semana una encuesta del diario "Haaretz" que le situó, de lejos, como el líder político más popular de su país.

El jefe de Gobierno israelí recibió el respaldo del 38% de la población, muy por delante de su inmediato perseguidor, el líder laborista Yitzhak Herzog, con sólo 7% de apoyo.

A decir de Crystal, la negativa de Netanyahu a satisfacer las exigencias ultranacionalistas de intensificar aún más las operaciones militares en Gaza convenció a los israelíes de que "se puede confiar en él".

Otro respiro, al menos para los próximos meses, le ha dado la insólita dimisión del ministro del Interior, el derechista Gideón Saar, un político de 47 años a quien muchos consideraban como próximo primer ministro.

"Saar tenía en el bolsillo a la militancia de base del partido, era el número 2 del Likud y el único que podía desbancar a Netanyahu en las próximas primarias", explicó el consejero político.

Ahora, como asignatura más inmediata para eludir los comicios en los próximos seis meses, el jefe del Gobierno debe cerrar un trato con Lapid sobre los presupuestos del Estado para 2015 que, si no se aprueban antes del 31 de diciembre, forzarían la celebración de elecciones.

La disputa entre ambos surgió a raíz de las exigencias de Defensa de una mayor partida para hacer frente a los gastos originados por la guerra en Gaza, y a la negativa de Lapid de sufragarlos a cuenta de una ley personal que ha presentado para eliminar el IVA en la compra de la primera vivienda.

Fuentes políticas citadas hoy por el diario Haaretz reconocen que Netanyahu quiere acercar a Lapid, ministro de Fianzas, porque una convocatoria de elecciones temprana no es de interés para ninguno de ellos, como tampoco lo es del partido "Israel Betenu", de Lieberman.

Por acuerdo preelectoral, la renuncia de Saar le concede al partido del ministro de Exteriores el décimo tercer escaño, convirtiéndola en la tercera fuerza política dentro del Gobierno después de las de Yesh Atid (19 escaños) y Likud (18), y la cuarta del Parlamento.

En medio de una quasi burbuja inmobiliaria, Netanyahu ganará con esa poco efectiva ley un respiro de meses, pero todos los líderes políticos tienen claro que, inmediatamente después, comenzará la campaña electoral.