Paraguay abre los ojos a la violencia oculta tras las puertas de casa

  • La primera encuesta sobre la violencia que sufren las mujeres paraguayas a manos de su pareja ha permitido atisbar un problema solapado que afecta a cientos de miles de personas, que en su inmensa mayoría no lo denuncian por miedo.

César Muñoz Acebes

Asunción, 23 feb.- La primera encuesta sobre la violencia que sufren las mujeres paraguayas a manos de su pareja ha permitido atisbar un problema solapado que afecta a cientos de miles de personas, que en su inmensa mayoría no lo denuncian por miedo.

El país celebra mañana el "Día de la Mujer Paraguaya" en conmemoración a su labor durante la Guerra de la Triple Alianza, que enfrentó al país guaraní contra Brasil, Uruguay y Argentina, y que diezmó a la población masculina.

Pero mientras las declaraciones públicas colocan a la mujer paraguaya en un pedestal, en privado es a menudo víctima del machismo y de una estructura económica y legal que la discrimina.

El sondeo concluye que uno de cada cinco paraguayos sufrió actos de violencia en el ámbito familiar en el último año, mayoritariamente mujeres agredidas por su pareja o expareja.

Se trata de la primera encuesta de este tipo realizada en Paraguay, pero solo cubre el 70 % de la población urbana, por lo que la dimensión real del problema probablemente sea mayor.

El estudio reveló una vinculación entre la violencia y la pobreza, explicó a Efe Flora Rojas, Directora General del Centro Superior de Estudio de Administración y Finanzas Públicas para el Desarrollo (Cemaf), que lo elaboró.

Un 63 % de las víctimas no superó los 9 años de escolaridad, lo que a juicio de Rojas apunta a que las mujeres con mayor nivel educativo tienen medios para escapar de la violencia, pero las menos preparadas se ven obligadas a aguantar en silencio.

Con base en ese dato, el problema sería mayor en áreas rurales porque los índices educativos son menores que en la ciudad y la pobreza afecta a casi el 45 % de la población.

"Hay mucha más violencia machista en el campo porque la subordinación de la mujer es demasiado grande", dijo a Efe Alicia Amarilla, una campesina que es dirigente de la Coordinadora Nacional de Organizaciones de Mujeres Trabajadoras Rurales e Indígenas (Conamuri).

Amarilla apuntó que las mujeres son dependientes económicamente de sus parejas, ni siquiera son consideradas como "agricultoras", sino amas de casa, y no pueden obtener créditos porque las tierras están a nombre de los esposos.

Si denuncian al marido por maltratos, explicó, la Policía "pide coima (soborno)" al hombre para que el caso no avance, que este paga vendiendo ganado o lo que haya en casa, con lo que al final las mujeres son las perjudicadas.

Sólo 3 de cada 10 personas que sufrieron violencia física el año pasado y una de cada 10 que soportaron violencia psicológica pusieron una denuncia, la mayoría por miedo a las consecuencias, según el sondeo.

Rojas también lo achaca a la falta de privacidad en las comisarías. "La mujer tiene que confesar en frente de todo el mundo", dijo.

Únicamente dos comisarías en todo el país tienen instalaciones adecuadas para el respeto a la intimidad de la denunciante, según la fiscal Teresa Martínez, especializada en violencia de género.

Prácticamente solo se denuncian los casos extremos, de mutilaciones, desfiguraciones, palizas graves y muertes, dijo a Efe Martínez, mientras que la violencia cotidiana pasa desapercibida.

En la mayoría de los asesinatos, los hombres tenían la prohibición legal de acercarse a la mujer, una medida "absolutamente insuficiente, porque no hay quien lo controle", aseveró.

La "violencia familiar" está tipificada como delito menor en Paraguay y conlleva una pena máxima de dos años o una multa, algo que la fiscal considera inadecuado.

Además, para probarlo es necesario que sea "continuado", por lo que una sola paliza no es suficiente para procesar por ese delito, indicó Martínez.

A menudo, tras haber juntado el valor para poner la demanda la mujer vuelve a la comisaría para retirarla, "porque depende económicamente de la pareja", dijo.

Aunque el sondeo no incluyó a niños, también reveló un alto nivel de agresiones a los menores, pues en localidades como Filadelfia uno de cada 4 entrevistados reconocieron golpear a sus hijos.

Rojas destacó que es necesario que las escuelas actúen de contrapeso para enseñar a los menores que la violencia en casa "no está bien" y que no la adopten en el futuro. La encuesta reveló que uno de cada 4 sondeados sufrió golpes en su infancia.

También es necesaria una mejor formación de la Policía, señaló Martínez, que destacó que existen algunos casos incluso de agentes acusados de agresiones graves a sus esposas.

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