París se reinventa ante el cambio climático

  • El colectivo de arquitectos Et alors ofrece una metamorfosis de la ciudad de la luz para adaptarse a un aumento de temperatura de dos grados en el año 2100.
Sara Acosta

Adiós a la culpa que el cambio climático está generando entre los ciudadanos de los países industrializados. ¿Y si en vez de la resignación se optara por jugar a imaginar una ciudad adaptada al inevitable aumento de temperatura del planeta? Es lo que propone el colectivo de arquitectos franceses Et alors. Este grupo de jóvenes profesionales encara la arquitectura incluyendo el parámetro del clima en sus proyectos. Su última propuesta fantasmasea con devolver la urbe a los ciudadanos, al agua y a los espacios verdes como forma de afrontar dos grados más en la vida diaria.

El parque de Bercy, al este de la capital gala, se ha convertido estos días en una galería de exposición al aire libre. Pese al frío del otoño parisiense, padres empujando carritos, ancianos y adolescentes se paran ante las inmensas 20 tarjetas postales con imágenes de un París bien distinto al que están acostumbrados.

En la la muestra “2°C París se reinventa”, los parisienses se bañan en un Sena de color límpido, una promesa que ni el ex presidente Jaqcues Chirac logró cumplir durante sus años como alcalde de París. Pero la de este colectivo no es una propuesta política, “no se trata de decisiones que haya que tomar, sino de abrir el debate sobre la ciudad del mañana”, ha explicado en la prensa gala Yannick Gourvil, uno de los cuatro arquitectos que integran la organización.

Se trata pues de un proyecto utópico que insufle algo de optimismo sobre el futuro de los habitantes europeos bajo un cielo que se augura más claro y más seco, con canículas prolongadas durante todo el año y una media de dos grados más de temperatura, según el pronóstico más moderado realizado por los 2.500 científicos que integran el Panel Intergubernamental para Cambio Climático de la ONU.

Aquí, “la ficción es más importante que la demostración científica, porque es un bue motor para imaginar programas de adaptación del hombre al cambio climático”, dice Gourvil.

La muestra ofrece un recorrido por un París posible del año 2100 en los 20 distritos que tejen la ciudad en forma de anillo. Los tejados, míticos en la imagen que el visitante tiene de esta ciudad, ya no son de zinc ni de pizarra, demasiado calurosos y fríos, respectivamente, sino corredores verdes por los que se puede pasear, transformándose incluso en vías rápidas para las bicicletas. Los edificios de viviendas cuentan con contenedores de agua en sus tejados para refrescar el ambiente y almacenar agua cuando escasee tras un periodo de sequía.

Los coches han desaparecido de las calles. En su lugar hay espacios verdes y vías tomadas por las bicicletas. Los 35 kilómetros del equivalente de la M-30 ya no sirven para los coches, se han convertido en un parque circular de múltiple funciones lúdicas.Un teleférico une la torre Montparnasse, la más alta de París, a la estación de trenes del Norte. Las plazas tienen huertos y un zepelín hace las veces de transporte de mercancías. La utopía está servida.

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