Piñera intentará sellar su legado en un último año marcado por las elecciones

  • El mandatario chileno, Sebastián Piñera, afronta el último año de su Administración con el reto de elevar su popularidad y ensalzar los éxitos de su gestión, con la vista puesta en que su coalición pueda revertir las encuestas y retenga el mando en las presidenciales de noviembre.

Fuencis Rausell

Santiago de Chile, 9 mar.- El mandatario chileno, Sebastián Piñera, afronta el último año de su Administración con el reto de elevar su popularidad y ensalzar los éxitos de su gestión, con la vista puesta en que su coalición pueda revertir las encuestas y retenga el mando en las presidenciales de noviembre.

El mandatario conmemorará este lunes el tercer aniversario de su Gobierno con un discurso centrado en sus logros y en la idea de que es posible que la derecha continúe en La Moneda en 2014, pese a que todos los sondeos sitúan allí a la exmandataria Michelle Bachelet (2006-2010).

El Ejecutivo chileno ha fijado la economía, la educación, la salud y la seguridad ciudadana como prioridades para este último curso, mientras espera consolidar su legado.

"Los primeros años fueron de siembra. Ahora estamos en tiempos de cosecha porque podemos mostrar lo que las políticas públicas están significando para mejorar la calidad de vida de cada familia chilena", resumió Piñera en una entrevista publicada este viernes por la revista Capital.

El presidente cree que esto explica que su popularidad se elevara del 32 % en septiembre al 38 % en febrero, tras dos años en horas bajas.

"Ha sido un muy buen Gobierno en administración, en crecimiento y desarrollo económico, y muy malo en gestión política y en acercamiento a la gente", resume a Efe Manuel José Ossandón, vicepresidente del partido oficialista Renovación Nacional (RN).

Para Ossandón, un crítico dentro de su propia coalición, el problema es que Piñera apostó inicialmente por técnicos y no por políticos. "A este Gobierno le faltaba calle" para orientar mejor sus políticas y para transmitir mejor sus resultados, insiste.

"El presidente ha llevado una buena administración. El país ha crecido, el Estado se ha perfeccionado, se han hecho políticas públicas en el sentido correcto, y sin embargo Piñera no ha logrado captar ninguna de esas bondades", coincide Marta Lagos, directora de la consultora MORI.

Piñera accedió a la Presidencia el 11 de marzo de 2010, dos semanas después de un devastador terremoto, y afrontó en su primer año el rescate de los 33 mineros de Atacama, que marcó su punto más alto de popularidad, y un incendio en una cárcel en el que murieron 81 presos.

Cuando se iba a ahondar en su programa de gobierno, se topó en 2011 con las llamativas protestas de los estudiantes, alzados en contra del sistema que desde 1981 sostiene la privatización de la educación, y con movilizaciones de algunas zonas periféricas.

El año 2012 fue el de la explosión económica, reflejadas en impecables cifras macroeconómicas, con un crecimiento del 5,5 % estimado para ese año, una inflación del 1,5 % y un desempleo en torno al 6 %.

Pero esa expansión no se ha traducido en una reducción sustantiva de la pobreza, que bajó del 15,1 % en 2009 al 14,4 % en 2011, ni de la desigualdad -la brecha de ingresos autónomos entre el 10 % más rico y el 10 % más pobre pasó de 46,2 a 35,6 veces en ese periodo.

"Antes de Piñera, nadie hablaba de riqueza todo el día. Decíamos lo pobres y lo desiguales que éramos. Ahora se habla de puros éxitos, y la gente siente que no percibe un pedazo justo de ese crecimiento", explica Marta Lagos.

Al hilo de las protestas, el Ejecutivo mejoró la financiación de la educación y aplicó una reforma tributaria para recaudar fondos con ese fin, pero no ha alterado el esquema del sistema que obliga a los alumnos a pagar elevados montos por sus estudios.

También ha habido avances en la reconstrucción tras el devastador terremoto, que el Gobierno cifra en un 87 %, y diversas leyes sociales, como un permiso de maternidad extendido a seis meses o un bono para los matrimonios con 50 años de vida en común.

En materia de democracia, el Gobierno reguló las elecciones primarias dentro de los partidos y puso fin al criticado modelo de inscripción voluntaria y voto obligatorio.

Sin embargo, el nuevo sistema de inscripción automática y sufragio voluntario, estrenado en las municipales de octubre, dejó aflorar una elevada abstención del 60 % y unos resultados que las encuestas habían sido incapaces de predecir.

Esa incertidumbre parece reducirse de cara a los comicios presidenciales, a los que por impedimento legal Piñera no puede presentarse por segunda vez consecutiva, como le ocurrió a Bachelet en 2010.

Aunque ella no ha anunciado su intención de postular de nuevo a La Moneda, todas las encuestas dan como ganadora a la expresidenta socialista, que dijo que este mes de marzo se pronunciaría sobre sus planes políticos.

"La expresidenta lo único que puede hacer ahora es bajar, no subir en las encuestas", recalca Ossandón.

En tanto, será en junio cuando enfrenten en unas primarias los dos precandidatos de la derecha, Laurence Golborne y Andrés Allamand.

Golborne, independiente apoyado por la Unión Demócrata Independiente (UDI), desarrolló su carrera como gerente de grandes empresas y ganó popularidad en su papel de ministro de Minería durante el rescate de los 33 de Atacama.

Por su parte, Allamand es un veterano político de RN, el mismo partido del que surgió Piñera, primer presidente de derechas tras la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990), que espera poder traspasar el mando a un miembro de su coalición.

Después, según dijo, se dedicará al mundo académico y no volverá a postular a la Presidencia ni a dedicarse a los negocios. Hasta entonces le queda aún una ardua tarea por delante.

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