Policía y Guardia Civil multiplican por cien el número de efectivos dedicados a terrorismo yihadista en diez años

    • Los funcionarios operan ahora con actitud preventiva y detienen ante la mínima posibilidad de que los terroristas puedan pasar a la acción
    • Han creado departamentos de inteligencia y la relación con los analistas y académicos es hoy fluida
    • La coordinación entre cuerpos, que pudo prevenir el 11M, asignatura pendiente a pesar de la creación del Centro Nacional de Coordinación Antiterrorista
Diez años después, las fuerzas de seguridad han aprendido mucho.
Diez años después, las fuerzas de seguridad han aprendido mucho.

Antes del 11 de marzo de 2004, en España se tenía una visión del terrorismo islámico como algo que no iba con nosotros. Al menos a nivel de fuerzas de seguridad. Así lo explica el director del curso de Experto en Terrorismo Yihadista de la Universidad Pablo de Olavide, Manuel Torres, uno de los mayores especialistas en la materia. "Se creía que España era un territorio de aprovisionamiento logístico, de captación o de envío de voluntarios a zonas de conflicto, pero se veía como algo muy remoto que los grupos radicales fueran a atentar aquí", explica Torres.

Sin embargo, sí es cierto que había señales que indicaban que nuestro país podía ser atacada en cualquier momento. El atentado contra la Casa de España en Casablanca en mayo de 2003, la amenaza de Bin Laden contra Al Andalus en octubre de ese mismo año o el aviso explícito que realizó el analista y profesor de la Universidad de Granada Javier Jordán ese mismo mes. El académico alertó de que era necesario que tanto las fuerzas de seguridad como los gobernantes fueran dando más credibilidad a la posibilidad de que los radicales islámicos atentaran en España.

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Sin embargo, nadie hizo caso, ni en el ámbito de la Policía –único cuerpo que por aquel entonces investigaba el terrorismo yihadista– ni en el del Gobierno, a aquellas alertas. De hecho, tuvo que ocurrir el 11S en Nueva York para que la Policía detuviera a Abu Dahdah, líder de Al Qaeda en España. Ese arresto, de hecho, fue lo que puso en la diana a nuestro país. Así lo explica el investigador del Instituto Elcano Fernando Reinares, que acaba de publicar su libro Matadlos, trabajo que indaga sobre los orígenes de los atentados. "La motivación inicial fue la venganza", explica.

Reinares asegura también, durante una entrevista concedida a Seguridad y Tribunales Radio, que la descoordinación entre cuerpos también clave para que las fuerzas de seguridad no detectaran lo que se estaba preparando. Muchos tenían información suelta que, de haber sido puesta en común y analizada, podría haber previsto lo que iba a pasar.Falta de coordinación

Rafa Zouhier, uno de los condenados por los atentados, era confidente de la Guardia Civil y, de hecho, hoy mismo publica una carta pública en la que insiste en que alertó una y otra vez a sus contactos en el instituto armado del tráfico de explosivos que se estaba produciendo entre la trama asturiana liderada por Emilio Suárez Trashorras y uno de los cabecillas de la célula islamista, Jamal Ahmidan alias El Chino.

Zouhier recuerda en la misiva que incluso llegó a entregar "una muestra de los mismos explosivos que mataron el 11-M". Sin embargo, a los guardias civiles no les interesó aquello, porque estaban más centrados en temas de narcotráfico. Como tampoco al Gobierno le interesó la información que le remitió el CNI sobre las intenciones de venganza que tenía Allekema Lamari, uno de los suicidas de Leganés. Ni la Policía valoró los explosivos hallados en 2001 en un local de Suárez Trashorras. "No se supo ver que la amenaza era inmediata", resume Torres.

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Quizá toda esa información unida hubiera llevado a concluir que algo iba a pasar. Sin embargo, no había por aquel entonces Centro Nacional de Coordinación Antiterrorista, que se creó meses después del 11M, ni estaban desarrollados los grupos de investigación contra el terrorismo islámico en las fuerzas de seguridad. La Guardia Civil tan solo contaba con una unidad dedicada a estas tareas y la Policía disponía de apenas una docena de funcionarios indagando estas cuestiones.

Tampoco había apenas académicos ni foros en los que se debatiese sobre la amenaza yihadista. Hoy se cuentan por decenas los encuentros de este tipo que se organizan anualmente en España. La relación entre investigadores del ámbito universitario es fluida, como reconoce el propio Reinares en la citada entrevista, y se han multiplicado los efectivos dedicados a estas tareas en las fuerzas de seguridad.Más de 600 policías contra el terrorismo yihadista

En la Policía, por ejemplo, según fuentes del Ministerio del Interior consultadas, existen actualmente más de 600 funcionarios haciendo labores de prevención e investigación del terrorismo yihadista. Unos dos centenares dedicados en exclusiva en la Comisaría General de Información en Madrid y más de 400 policías que llevan a cabo tareas de este tipo en las brigadas provinciales, entre las que tiene especial peso la de Barcelona.

Guardia Civil y Centro Nacional de Inteligencia también han adaptado sus estructuras con el fin de dedicar más efectivos a estas tareas y los tres cuerpos cuentan con unidades de análisis de información, trabajo de suma importancia para las investigaciones de terrorismo islamista. Aun así, explica Reinares, la coordinación "todavía puede mejorar".

Pero la labor de las fuerzas de seguridad no se cuenta únicamente en número de efectivos, sino también en modos de combatir este terrorismo global y yihadista que no tiene nada que ver con el de ETA, único que predominó en España durante muchos años. Según explica Manuel Torres, antes del 11M los policías se limitaban a seguir a sospechosos y vigilarlos, puesto que "no eran una amenaza directa contra España". "Se buscaban pruebas sólidas antes de actuar", añade.

Hoy, la actitud policial es distinta. "Ante la posibilidad remota de que pueda haber un atentado, se actúa", explica Torres, que define este concepto como "actitud anticipatoria". De hecho, con escasos indicios se detuvo en Barcelona en 2008 a un grupo que, según Reinares, pretendía atentar contra el metro y provocar "otro 11M". "Se han hecho actuaciones sabiendo que había grandes posibilidades de que no tuvieran recorrido judicial", añade el profesor Torres.

Esta forma de actuar por parte de las fuerzas de seguridad es perfectamente "compatible", según la abogada de la Asociación 11M Afectados por el Terrorismo durante el juicio y especialista en Derecho Penal María Ponte, con la "doctrina de pasar a la acción" que impuso el Tribunal Supremo y que requiere que haya pruebas de que los supuestos terroristas estaban preparando o colaborando en algo concreto que luego llevaría al atentado para condenarlos. "Son dos papeles distintos", apunta.

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