Política 'en ebullición', siete días después de las elecciones andaluzas

    • Las fuerzas emergentes imponen por primera vez sus exigencias a un bipartidismo que constata una sangría de votantes.
    • El PP trata de forzar el acuerdo de la lista más votada, Podemos modera su discurso y teme el ascenso de Ciudadanos. UPyD, en riesgo de desaparición.

Que la dinámica política está más acelerada que nunca lo prueba el hecho de que, en apenas siete días, los transcurridos desde los comicios andaluces, los partidos hayan dado sobradas muestras de su estado de 'ebullición'.

Los comicios avanzan un nuevo tiempo de Parlamentos fragmentados y diálogos, de nuevas fuerzas capaz de negociar sus exigencias y de votantes 'infieles'. La sangría de electores se advierte hoy como una de las grandes preocupaciones tanto en Génova como en Ferraz. También en Podemos, partido hasta ahora imbatible que ve como sus votantes empiezan a tantear la opción de Ciudadanos y cómo las encuestas les advierten de una pérdida de fuelle. El partido de Iglesias quiere imprimir un sello de moderación a su discurso, para atraerse definitivamente al centro.

Los 'populares' tratan de forzar al PSOE a un acuerdo para que gobierne la lista más votada, opción que les permitirá salvar sus opciones en los municipios. Entre tanto, UPyD vive sus horas más bajas.Ciudadano, en auge y aún en construcción

Con nueve escaños, el partido de Albert Rivera ha visto fortalecidas en Andalucía unas opciones electorales disparadas en apenas unos meses.

El partido lleva años ensayándose en la contienda electoral catalana-tiene nueve escaños en el Parlament tras un ascenso espectacular-pero por primera vez dará el salto al escenario nacional. La formación ha logrado, sin ruido y sin apenas escándalos mediáticos, ganar poco a poco su espacio en las encuestas y reafirmar sus opciones en la alternancia al bipartidismo.

Según el barómetro electoral de Metroscopia publicado a principios de este mismo mes, el partido sería la cuarta fuerza más votada, con un 18'4% de los sufragios, y casi en empate técnico con el PP (18'6%). Pero más allá del porcentaje, destaca la evolución que ha experimentado la curva de voto, ganando seis puntos en apenas un mes. Su líder es además la única figura pública que obtiene un saldo evaluativo positivo, y siempre en aumento (+23 puntos), al tiempo que Iglesias o Rajoy ven cómo la valoración de los ciudadanos se desploma.

Estas previsiones podrían quedarse incluso cortas, considerando que el CIS publicado a principios de marzo con ocasión de las andaluzas, le 'vaticinó' al partido cinco escaños. Su candidato, Juan Marín, bien puede considerarse una 'avanzadilla' de las opciones electorales de la formación de Rivera, ya que desde las pasadas municipales gobierna en coalición con el PSOE el Ayuntamiento de Sanlúcar de Barrameda, como primer teniente alcalde.

Varios asuntos aquejan aún al partido. Ciudadanos busca construirse, empezando por la base: no rehúye los municipios, más aún, los enfatiza, y vive inmerso en estos momentos en un proceso de primarias a nivel local y autonómico que ha generado también los primeros desacuerdos internos. Una de las razones es el estricto reglamento, que exige a los candidatos al menos seis meses de militancia.

Desde el partido se lucha también por dejar atrás una vinculación con Cataluña que pudiera mermar sus posibilidades nacionales. Sus dirigentes no quieren ni oir hablar de Ciutadans, la denominación con la que eran reconocidos hace apenas unos meses. También pretenden diluir cualquier vinculación con la derecha que en el imaginario colectivo se asocie al Gobierno o a los recortes, estrategia en la que se insiste desde filas socialistas. Y también desde las de Podemos.

Autodefinidos como demócratas-liberales, "una combinación de economía de mercado y de sociedad del bienestar", su sesgo político se aprecia en varias de sus medidas sociales: una de sus propuestas más polémicas en Cataluña fue la de prohibir la asistencia sanitaria a inmigrantes sin papeles, medida en la que se reiteran pese a las críticas. La postura resulta también ambigua en lo relativo al matrimonio homosexual y el aborto, ante el que Rivera defiende una ley que tenga en cuenta plazos y supuestos.

Pese a que el partido ha convertido el discurso contra la corrupción en uno de sus ejes para atraerse al descontento, tampoco se ha librado de escándalos: Jordi Cañas, exnúmero dos en el Parlament, dejó su escaño tras ser imputado en abril del año pasado por un fraude fiscal de hasta 429.203 euros en el impuesto de sociedades del ejercicio del 2005, a través de un entramado societario inmobiliario. Sólo seis meses después, el partido lo fichó como asesor en el Parlamento Europeo. El partido justificó entonces que Cañas no había sido imputado por corrupción "sino por un tema personal".

Desde Ciudadanos se trata también de marcar las líneas rojas con Podemos: sus dirigentes se reclaman el discurso del "cambio sensato", frente a la radicalidad que atribuyen a la formación de Iglesias. "Ciudadanos es justicia, Podemos es venganza", ha clamado con insistencia Rivera.

Ambos partidos tratan de delimitar sus fronteras, pese a que ambos comparten cuestiones de raíz que les hace entroncar quizás más de lo que desean. Los dos surgen del mismo descontento con los partidos tradicionales, buscan arrancar poder al bipartidismo, y aspiran a posicionarse en un mismo segmento político. Esto es, la centralidad. Tanto Iglesias como Rivera han rechazado reiteradamente etiquetar su ideología, pese a que su discurso deje en evidencia los derroteros. El uno, marcadamente a la izquierda, el otro más al centro-derecha. Silencio estratégico que no responde más que a la cuestión de tratar de atraerse el voto de un electorado al que el cabreo con quienes ahora gobiernan y hacen oposición al gobierno ha llevado a desdibujar cualquier simpatía o afinidad partidista.

Ciudadanos habrá de despejar aún en los próximos meses varias cuestiones clave. Entre ellas, si Albert Rivera será quien aspire a La Moncloa. Con el horizonte de las catalanas, en el 27 de septiembre, el partido habrá de celebrar sus primarias este verano. Rivera decidirá entonces si sigue ejerciendo de voz de la oposición en el Parlament, o si, por el contrario, da el salto que la mayoría le reclama. Habida cuenta de los resultados andaluces, la mayoría de los dirigentes entiende que esta segunda opción es la que les permitiría protagonizar un salto al Congreso con las mejores garantías, y evitar también una posible crisis de liderazgos.Ciudadanos y Podemos negocian con el bipartidismo

Los resultados andaluces han dibujado un tablero fragmentado que se anticipa también para el resto del país y que obliga a los dirigentes políticos a entender que la negociación se hará más necesaria que nunca. En todas direcciones: los 'viejos partidos' habrán de entenderse con los emergentes, y estos, pese a su discurso crítico con los primeros, se verán también abocados a hacer lo propio.

En este escenario, todos harán valer sus condiciones. En Andalucía, Podemos y Ciudadanos han ganado un protagonismo postelectoral clave: la presidenta electa, Susana Díaz, les necesita para garantizarse la investidura. Una cuestión de aparente mero trámite que se le ha puesto cuesta arriba a la andaluza.

Con la negativa de IU por razones de "coherencia" política-culpan a Díaz de la ruptura de un acuerdo de gobierno que no consideraban deteriorado- y las reticencias del PP, ambos partidos han trasladado sus condiciones, una de ellas prácticamente insalvable para los socialistas: la dimisión de los expresidentes Chaves y Griñán por su responsabilidad en el caso de los ERE.

La negociación se avanza como un tira y afloja aún con resultado incierto que podría poner en aprietos a Díaz. Aunque no parece probable que el escenario se tense hasta el punto de convocar nuevos comicios, los acuerdos resultarán también estratégicos para que las formaciones emergentes puedan ver reforzada su imagen y aspiraciones de cara a las elecciones que se avecinan.

La negociación tiene también una fuerte dimensión táctica para el PP: Díaz tendrá que entenderse con Podemos, interpretan. Y esa imagen podría también tener calado en los votantes de cara a las generales.¿Gobernará la lista más votada?

Los 'populares' han condicionado su apoyo a Díaz a un acuerdo formal, por escrito, en el que los socialistas se comprometan a respetar que sea la lista más votada la que gobierne. Desde el PSOE lo rechazan e insisten en los pactos, una vía a la que se han aferrado en numerosas ocasiones, gracias también al apoyo que les proporcionaba IU, ahora en sus momentos más bajos.

La idea, una aspiración de Rajoy, ha sido ampliamente debatida. Sus efectos beneficiarían sobre todo al PP-sólo a nivel andaluz podría garantizarse hasta siete de las ocho capitales de provincia- y es sin duda una tabla de salvación de cara a las municipales. En la actualidad, el PP gobierna en 34 capitales de provincia (más Ceuta y Melilla), en 33 de ellas con mayoría absoluta.La sangría de votos

El PSOE obtuvo 47 escaños, los mismos que en 2012, el PP, 33-17 menos-15 Podemos, 9 Ciudadanos y 5 IU, su peor resultado histórico y siete menos que hace tres años.

Los resultados admiten un simple cálculo aritmético: los 24 escaños perdidos por PP e IU, partidos de la 'vieja guardia' son los mismos que los ganados por las fuerzas que por primera vez se estrenaban en unos comicios andaluces.

Más allá del cálculo simplista, el trasvase de votos hacia los partidos emergentes es asunto que preocupa en la misma medida en Génova y en Ferraz. Los 'populares' han asumido que el enemigo ya no es Podemos, es Ciudadanos. Así lo reconoció el propio Rajoy el lunes, cuando, en el análisis de los resultados, admitió ante el Comité Ejecutivo Nacional del PP que buena parte del apoyo que recibió en Andalucía su partido hace tres años se ha ido a la formación 'naranja' o a la abstención (en el 36%).

Según un sondeo hoy conocido, de NC Report para La Razón, hasta un 13'2% de los que votaron al PP en las pasadas elecciones generales votarían hoy a Ciudadanos. En el PSOE, este porcentaje representa un 7'6%. Al partido que lidera Pedro Sánchez se le sigue atragantando Podemos, formación que podría llevarse hasta a uno de cada cuatro de sus votantes. UPyD, en su peor crisis

El partido de Rosa Díez ha enfrentado esta semana su crisis más grave, que advierte con efectos devastadores para la formación magenta. Los resultados andaluces-apenas un 2% de votos y ningún escaño-han sido sólo la puntilla de un descenso precipitado en los últimos meses y advertido ya desde las elecciones europeas. Entonces, obtuvieron cuatro escaños, el 6'5% de los votos, el doble que cinco años atrás. Pero la sombra de Podemos y Ciudadanos se hizo demasiado poderosa para el partido.

El Consejo Político, celebrado ayer, escenificó una fractura interna quizás insalvable y que días antes se había expresado ya con la marcha deÁlvaro Anchuelo e Irene Lozano-mano derecha de Díez-del Consejo de Dirección. El diputado Toni Cantó se erigió como cabeza del sector crítico: reclamó la dimisión "en bloque" de toda la dirección y un acuerdo urgente con Ciudadanos, acusó a Díez de "engañar" a la militancia haciendo creer, hace meses, que esa negociación era posible, y quitó toda legitimidad al equipo de la lideresa."Porque me ha demostrado, en primer lugar, que su estrategia estaba equivocada. Ha escenificado ser inflexible e incapaz de trabajar en ese escenario de pacto y diálogo que nos llega", clamó en una áspera intervención. Pese a las críticas, Díez se mostró ayer dispuesta a "resistir todo lo que haga falta", y logró cierto margen de maniobra al ver aprobada su resolución-en la que se insta a aplazar cualquier debate organizativo. El partido celebrará un congreso extraordinario, pero será después de mayo. Hasta entonces, la dirección se blinda ante cualquier debate sobre su liderazgo.La votación, planteada en clave casi de plebiscito, no servirá para acallar el 'tsunami': cada vez son más los dirigentes que afean el carácter personalista de su presidenta, su incapacidad para confiar en los equipos y su obsesión por mantener la autonomía de un partido, que más que partido es un empeño personal. La negociación con Ciudadanos, solicitada meses atrás por el entonces portavoz europeo Francisco Sosa Wagner, se frustró por las reticencias de Díez. Las mismas que mantiene ahora mientras ve cómo su partido se desmembra: el trasvase de militantes hacia la formación de Rivera es ya estrepitosa. Hasta un 6'6% de los afiliados de Ciudadanos procede de UPyD, calculan desde el partido 'naranja', donde señalan también que esa afiliación se ha hecho especialmente intensa en la última semana. No es algo nuevo, afirman, y también esperan que vaya a más.Las puertas están abiertas a los militantes, pero no al acuerdo. Desde Ciudadanos recuerdan que en cuatro ocasiones, en siete años, Díez no quiso alcanzarlo. La formación insiste en que mientras continúe la actual dirección resultará prácticamente imposible lograrlo.Podemos se desinfla

Quince escaños no parecen suficientes para el partido que ha irrumpido en el escenario político con una fuerza hasta ahora inédita y capaz de romper los pronósticos de cualquier analista.

Cierto es que el escenario político andaluz reviste especial idiosincrasia, como se ha venido insistiendo, que los partidos tradicionales tienen allí más arraigo, y que ganar espacio al PSOE, que durante tres décadas ha gobernado de forma ininterrumpida y con poco viso de desgaste-ni siquiera mermado por el escándalo de corrupción de los ERE- resulta tarea ardua.

El resultado en Andalucía no puede interpretarse como adelanto de las generales, se insiste, pero lo cierto es que en Podemos se trata aún de digerir este primer varapalo. Aunque reacia a hablar de "decepción", el malestar era reconocido esta semana por Carolina Bescansa, secretaria de Análisis Político y Social, al afirmar que lo anotado "no ha sido un paso suficientemente largo" para lograr el cambio.

Los quince escaños no resultan suficientes para lanzar un mensaje rotundo de cara a los próximos comicios, mientras en el partido se mira también de reojo el auge de Ciudadanos, una opción en principio más moderada que empieza a ser valorada por muchos de sus potenciales votantes.

El partido de Iglesias ha acusado los escándalos de los últimos meses- en especial las presuntas irregularidades fiscales de Juan Carlos Monedero- y ha visto también cómo su crecimiento en las encuestas está en retroceso.

El escenario ha obligado a Podemos a ensayar una nueva estrategia: sus caras más mediáticas han espaciado sus intervenciones al tiempo que han sido sustituidos por nuevos portavoces. El mensaje, que en los últimos meses ya se ha venido moderando, podría suavizarse aún más. En el partido ha calado la idea de que es momento de que es momento de adoptar un 'perfil bajo', menos abrupto y más realista.

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