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 Décadasde trabajo, pero ningún título de propiedad que lo demuestre Comono tienen forma de reclamar legalmente sus tierras, muchos campesinoscolombianos no pueden comprar semillas, fertilizantes ni maquinaria básica.  PorJohn Otis – GlobalPost LAMACARENA, Colombia – Este pueblo de campesinos alguna vez estuvo bajo elcontrol de los narcotraficantes rebeldes. Ahora su alcalde Eliecer Varas quiereasfaltar caminos, instalar agua potable y construir parques. Desea convencer ala población de que el gobierno les apoya. Sinembargo, en la zona de La Macarena prácticamente nadie posee un título depropiedad. Por esta razón, no pagan impuestos, y el ayuntamiento está al bordede la quiebra. . “Deberíamosrecaudar unos 200 millones de pesos (unos 100.000 dólares) anuales, pero no hayforma de cobrarlos”, explica Vargas. Enestas planicies del sur de Colombia, la coca –la materia prima de la cocaína-ha sido durante muchos años el cultivo más importante. La falta de títulos depropiedad es más que una preocupación tributaria: es un asunto de seguridadnacional. Yes que la economía agrícola colombiana funciona a través del crédito. Losagricultores de coca, que intentan pasar de la droga a cultivos legales, notienen dinero para comprar semillas, fertilizantes o maquinaria. Como no tienentítulos de propiedad tampoco pueden obtener créditos con los bancos. Muchoscampesinos han explotado durante décadas estas tierras, pero tienen el estatuslegal de “okupas”. El limbo jurídico facilita las cosas para los narcotraficantes–siempre están dispuestos a prestar dinero- que intentan convencerlos de volvera sembrar coca. Las guerrillas también se benefician porque encuentran en los hijosa posibles reclutas para la guerra. “Lagente aquí está en un estado de transición y sólo ahora comienza a tenerconfianza en el aparato estatal”, afirma Eunice Ramírez, abogada del Estadosobre derechos humanos en La Macarena. Este poblado fue formalmente entregado alas guerrillas durante las negociaciones de paz, que finalmente fracasaron enel 2002. “Pero los bandidos aún tienen mucha influencia”, añade Ramírez. Unaparte del problema es la burocracia gubernamental. Sise trata de crear un negocio, dar de alta a un empleado en la seguridad social ocomprar un coche, es inevitable pasar por una enorme pesadilla de [más de 50] trámites,una realidad en Colombia y en el resto de América Latina. Eleconomista peruano Hernando de Soto explica que un sistema adecuado de derechosde propiedad fue lo que ayudó a EEUU y a otros países occidentales aconvertirse en prósperas sociedades capitalistas. En los países en desarrollo,en cambio, las masas de pobres tienen miles de millones de dólares en activospero no pueden mover esa riqueza debido al estatus informal [en el que seencuentran]. “Elsistema jurídico existente en el tercer mundo conspira contra ellos mismos”,explicaba De Soto en un reciente documental del canal de TV pública PBS.Lostítulos no sólo aumentan el valor de la propiedad sino que también formalizanel contrato social entre el estado y los ciudadanos, algo importante en áreascomo La Macarena donde las guerrillas y los narcotraficantes han tenido elpoder durante mucho tiempo.Durantelos dos últimos años, La Macarena y las aldeas cercanas han participado en un“plan de consolidación”, un proyecto que ha reunido al ejército, las fuerzasantinarcóticos y las agencias de ayuda para expulsar a los rebeldes, debilitarel comercio de la cocaína y apoyar la economía legal. ÁlvaroBalcázar, director del programa, teme que las patrullas de seguridad, lasescuelas nuevas y los programas de sustitución de cultivos sean insuficientessi no se incorporan al sistema legal los campesinos locales. “Lostítulos de propiedad van a marcar la diferencia en el sentido de si podemos o noconsolidar la seguridad y el poder de la ley”, afirma. Sinembargo, durante los dos últimos años, Balcázar admite que no conoce ningúncaso en que un pequeño propietario haya recibido el título que lo confieren lapropiedad de sus tierras. A pesar de que los campesinos pueden hacer algunacosa con sus papeles informales, estos documentos no tienen ninguna validezcuando se quiere solicitar un crédito. Losagricultores no son los únicos que están frustrados con la situación. Pese asus vínculos políticos, Vargas, el propio alcalde, no ha podido conseguir eltítulo de su rancho de 250 acres, heredado de su padre. “Heluchado durante 15 años y aún no cumplo mi sueño”, explica Vargas, sentado ensu sobria oficina cerca de la plaza principal. Losproyectos para construir consultorios de salud y caminos para instalar antenasde telefonía móvil a menudo no se materializan por la incertidumbre sobre lapropiedad de la tierra. “Esun círculo vicioso en el cual la falta de títulos de propiedad obstaculiza eldesarrollo”, declara Balcázar. Inclusoel ejército colombiano se ha enfrentado a los residentes de La Macarena debidoa la construcción de una base militar en las afueras del pueblo, sobre unterreno en disputa. GuillermoGiraldo cultiva mangos, guayabas y aguacates en un área de nueve acres, al ladode la base. Es el tipo ideal de pequeño agricultor -que cumple las leyes- quele gustaría promover al gobierno colombiano. Perosin un título de propiedad, Giraldo no tiene posibilidades de pedir un préstamoa los bancos para mejorar sus instalaciones. Hoy, tras cinco años de lucha,Giraldo enseña la maleza que ocupa parte del terreno y reconoce que estápensando vender.  

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