¿Puedo comer un producto a pesar de que se haya pasado la fecha de consumo preferente?

  • La fecha de consumo preferente se establece en base a diferentes parámetros de calidad, que no están relacionados con la seguridad sino con sus características alimenticias.

    Con los productos no perecederos y, principalmente, en los alimentos deshidratados, como ocurre con el arroz, las legumbres o la pasta, no hay que tener ningún problema porque no suponen ningún peligro.

L.M
L.M

Se ha pasado la fecha de consumo preferente, ¿me lo puedo comer? ¿Es lo mismo el consumo preferente que la fecha de caducidad? Las fechas de caducidad y de consumo preferente en los alimentos son un auténtico quebradero de cabeza para los ciudadanos que, sin tener muy clara su diferencia, acaban desperdiciando toneladas y toneladas de comida al año en todas las partes del mundo.

En las dos se indica el momento en que termina el período de comercialización, es decir, cuando los supermercados las retiran de sus estanterías. Sin embargo, no necesariamente deben retirarse de las despensas de nuestras casas.

La fecha de consumo preferente no se da, como sí ocurre con la fecha de caducidad, según el nivel de seguridad del alimento que se va a consumir. Esta se establece en base a diferentes parámetros de calidad, que no están relacionados con la seguridad sino con sus características alimenticias: sabor, olor, textura… Y la única consecuencia que tiene es que tienen que dejar de ser comercializados: una vez que alcanza la fecha de consumo preferente se retiran de los estantes de los supermercados.Una fecha impuesta por las empresas

Ninguno de los productos que se consumen fuera de la fecha de consumo recomendado puede provocar un problema de salud. Sin embargo, sí se modifican sus características: aparecen sabores más amargos o más ácidos, o simplemente diferentes, no asociados al sabor habitual del producto; se altera su color, volviéndose más parduzco… No debe consumirse.

El problema de este tipo de alimentos no es de tipo sanitario, sino de tipo formal: las conservas, con una vida de cinco años, se pueden seguir consumiendo pero ven alteradas sus características organolépticas y aparecen más blandas de lo habitual; por otro lado, las galletas, que son un producto deshidratado, con una vida muy larga también, son un alimento estable, sin peligros, pero pierden su olor y su sabor. La consecuencia de esto es que nadie y, particularmente en los países occidentales, quiere consumir un zumo de naranja que no es de color naranja, o una lata de sardinas muy blandas.Pérdida de valores nutritivos

Más allá de la pérdida de calidad “formal”, los productos no perecederos pueden perder a la larga su capacidad nutritiva. Por ejemplo, sigue siendo seguro tomar un zumo de naranja cuya fecha de consumo preferente ya ha pasado, pero pierde mucha vitamina C, incluso llegando al 100%. Lo mismo ocurre con la leche en polvo, que deja de ser un producto tan nutritivo a largo plazo.

Con los productos no perecederos y, principalmente, en los alimentos deshidratados, como ocurre con el arroz, las legumbres o la pasta, no hay que tener ningún problema porque no suponen ningún peligro. Lo único que es necesario comprobar es que estén “exentos de insectos”, es decir, libres de los gorgojos que habitualmente se cuelan en productos que están en una situación de “mala higiene” durante su conservación.

¿Y qué hacemos si tenemos unas lentejas que tienen gorgojos? Limpiarlas bien, hervirlas y a comer, porque al llevarlas a un proceso de cocción se inactiva cualquier posibilidad de que vuelvan a surgir cualquier pequeño inquilino.

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